Si la ciencia en Catalunya y en el conjunto de España ha logrado la hazaña de salir de la mediocridad y alcanzar la excelencia en los últimos 25 años, ha sido en parte gracias a Joan Guinovart, fallecido el 1 de enero a los 77 años por las complicaciones de un cáncer de páncreas.
Con ánimo de activista, vocación de educador y rigor de científico, ayudó a difundir la idea que la economía del país debería basarse en la investigación y la innovación. Lo hizo cuando aún nadie hablaba de economía del conocimiento y el turismo y el ladrillo parecían garantizar el crecimiento. Durante años predicó en el desierto que “los países ricos no invierten en ciencia porque son ricos sino que son ricos porque invierten en ciencia” -una de las frases que le gustaba repetir-. Fue un entusiasta defensor de la ciencia en un momento en que en España la ciencia apenas tenía quien la defendiera. Y en los momentos difíciles se mantuvo “inasequible al desaliento” -otra de sus expresiones preferidas-.
Guino, como le llamaban muchos de sus amigos y colegas, había nacido en Tarragona en 1947. Se formó en la Universitat de Barcelona, donde se licenció en Farmacia y se especializó en bioquímica, en un tiempo de penurias en que imperaba una cultura jerárquica y de obediencia. En la Universidad de Virginia (EE.UU.), donde hizo una estancia postdoctoral en 1974 y 1975, descubrió un entorno donde se valoraban la excelencia y la libertad de los investigadores para desarrollar sus propias ideas.
 
            Joan Guinovart, en su despacho del IRB Barcelona en 2014
De regreso a España, se especializó en el estudio de la diabetes, concretamente en el metabolismo del glucógeno, un área a la que dedicó toda su carrera investigadora y en que realizó contribuciones significativas. Pero más trascendentes que sus descubrimientos sobre el glucógeno han sido sus aportaciones como maestro de jóvenes investigadores, como impulsor de asociaciones científicas y como fundador y director del Institut de Recerca Biomèdica (IRB) de Barcelona.
Como maestro, su discípulo más conocido es Joan Massagué, a quien dirigió la tesis doctoral en los años 70, que se convirtió después en un referente mundial en investigación del cáncer y con quien siempre ha mantenido una estrecha relación personal y profesional. Fue mentor de otros científicos destacados como -entre otros- Fàtima Bosch (investigadora de diabetes en la Universitat Autònoma de Barcelona), Joan Seoane (especialista en tumores cerebrales en el instituto VHIO de Vall d’Hebron) o Roger Gomis (que estudia las metástasis en el IRB Barcelona). También su hija, Caterina Guinovart, es investigadora biomédica y trabaja en proyectos sobre malaria en el instituto ISGlobal.
 
            Joan Guinovart (derecha), cuando le dirigía la tesis a Joan Massagué (izquierda) en los años 70
“Siempre me ha preocupado ayudar a los jóvenes que tienen más pasión por la ciencia para que puedan desarrollar su potencial”, explicó Guinovart en una entrevista con La Vanguardia en 2014. Esto le llevó a crear el programa Bojos per la Biomedicina (Locos por la Biomedicina), que desde hace once años ofrece a estudiantes de bachillerato la oportunidad de formarse como investigadores en el IRB Barcelona. Tras el éxito de aquella iniciativa, la Fundació Catalunya La Pedrera, que la financia desde el primer año, ha ampliado los programas de Bojos per la Ciència (Locos por la Ciencia) a otras catorce disciplinas en otros centros de investigación. Ninguno de los cientos de jóvenes que se han formado en estos programas lo hubiera hecho de no ser porque a Joan Guinovart se le ocurrió que era posible hacerlo.
Como impulsor de organizaciones científicas, en 2003 fue uno de los fundadores y el primer presidente de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE). La entidad nació con el objetivo de “representar a la ciencia ante la sociedad y los poderes públicos” y representa en la actualidad a 48.000 investigadores de 89 sociedades científicas. Guinovart, que presidió la COSCE hasta 2011, tuvo un papel importante en alertar de los riesgos de los recortes en investigación tras la crisis del 2008 y ayudó a limitar el impacto de los recortes.
 
            Guinovart, tras firmar un acuerdo con la Fundación La Caixa en 2008 para incoporar a investigadores jóvenes, junto a Mariano Barbacid, Carlos Martínez Alonso, Bernat Soria, Isidro Fainé y Miguel Beato
Fue también presidente de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (de los años 1996 a 2000) y de la Unión Internacional de Bioquímica y Biología Molecular (de 2015 a 2018). Preocupado por la comunicación social de la ciencia, fue colaborador de la sección de Opinión de La Vanguardia (de 2000 a 2013) y apoyó la creación del premio Vanguardia de la Ciencia.
Cuando, después de décadas de penurias, la investigación despegó en España a partir del año 2000, Guinovart tenía ya una visión clara sobre qué hacer para recuperar el terreno perdido respecto a los países del entorno y cuáles debían ser las prioridades en un contexto de recursos limitados. Fundó el IRB Barcelona en 2005 y lo dirigió hasta 2017, un período en que contó con el que contó con el apoyo permanente de Joan Massagué. Dotó al instituto de una cultura de trabajo basada en la excelencia y la cooperación -que reflejaba su carácter autoexigente y altruista- y lo convirtió en uno de los buques insignia de la investigación en Catalunya. Hoy en día el IRB Barcelona, dirigido por Francesc Posas, cuenta con 450 investigadores y es reconocido como un referente en investigación del cáncer y biología del envejecimiento.
 
            Joan Massaqué y Joan Guinovart cortan una tarta en la fiesta del décimo aniversario del IRB Barcelona, celebrada en 2015
Guinovart defendía que “en un mundo global, nuestro futuro bienestar pasa por tener los ciudadanos mejor preparados, los científicos más sobresalientes, los ingenieros más capaces, los empresarios más competentes y una sociedad consciente del valor de la ciencia y de la formación. Y para ello hay que potenciar la educación y la investigación. Y si creen que eso es demasiado caro, prepárense a aprender lo que acaban costando la ignorancia y la mediocridad”.

 
            