Cómo afecta al cerebro la ketamina, el psicotrópico que consume Elon Musk

Neurociencias

La droga, aprobada como anestésico y utilizada como antidepresivo, tiene un efecto alucinógeno, disociativo y desinhibidor

FILE PHOTO: Elon Musk holds up a chainsaw onstage during the Conservative Political Action Conference (CPAC) in National Harbor, Maryland, U.S., February 20, 2025. REUTERS/Nathan Howard TPX IMAGES OF THE DAY/File Photo

Un eufórico Elon Musk, con una motosierra en la Conferencia Política de Acción Conservadora en Maryland el 23 de febrero

Nathan Howard / Reuters

Elon Musk es “un bufón bajo los efectos de la ketamina”, según le definió el político francés Claude Malhuret en una sesión del Senado en París el 4 de marzo. Malhuret, que fue médico antes que senador, debe saber que la ketamina es un fármaco aprobado como anestésico, que tiene efectos antidepresivos y que se utiliza como droga recreativa por sus efectos psicotrópicos.

El propio Musk ha reconocido que consume ketamina. Según explicó en una entrevista en marzo de 2024, la toma “con receta médica”, “cada dos semanas o algo así”, para aliviar “un estado químico negativo en el cerebro”, aunque la ketamina no está médicamente indicada para este fin.

El Wall Street Journal había informado anteriormente que Musk toma pequeñas dosis de ketamina para la depresión y dosis más altas en fiestas privadas, y que directivos de Tesla y SpaceX estaban preocupados por el consumo continuado de ketamina por parte de Musk.

Musk ha reconocido que consume ketamina; según dice, lo hace con receta médica

“La ketamina actúa en el cerebro de un modo que relaja los mecanismos de autocontrol”, explica Eduard Vieta, jefe del servicio de psiquiatría del hospital Clínic en Barcelona. “Si una persona megalómana toma una sustancia que lo desinhibe, actuará de manera más megalómana”.

Además de desinhibir, la ketamina tiene un efecto anestésico, disociativo y alucinógeno. “Hace que el usuario se sienta desconectado de su dolor y su entorno”, informa la Administración de Control de Drogas (DEA) de EE.UU. en su web. Sintetizada por primera vez en 1962, tiene la virtud de aliviar el dolor rápidamente sin deprimir la respiración, a diferencia de los opiáceos, motivo por el que se empezó a utilizar ampliamente como anestésico durante la guerra de Vietnam para operar a soldados heridos.

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A las dosis en que se utiliza como droga recreativa, con nombres como Special K, Super K o KitKat, predominan los efectos alucinógenos, con percepciones distorsionadas de sonidos e imágenes y una sensación de desconexión de la realidad, informa la DEA. Tiene un efecto rápido, que se inicia a los pocos minutos de consumir la droga, y una acción corta, que no suele durar más de una hora, motivo por el cual es apreciada por personas con agendas apretadas. “No tengo una situación en que pueda no estar mentalmente lúcido durante un período prolongado”, reconoció Elon Musk al hablar de su consumo de ketamina en la entrevista que le hizo Don Lemon hace un año.

Las vivencias habituales descritas por usuarios de la droga incluyen experiencias extracorporales próximas a la muerte (llamadas K-hole , o agujero-K); percepciones suaves y coloridas (llamadas K-land , o tierra-K); sensaciones infantiles felices (llamadas baby food , o comida para bebés); o el convencimiento de haber interactuado con Dios (una vivencia llamada God , o Dios). Pero una sobredosis puede resultar mortal, como le ocurrió al actor Matthew Perry.

El debate sobre el consumo de ketamina por parte de Musk se ha reavivado después de su escena con una motosierra en la convención de Maryland

Además, la ketamina tiene efectos sobre el estado de ánimo, más duraderos que sus efectos alucinógenos. Es el motivo por el que la esketamina, un fármaco químicamente muy similar a la ketamina, está aprobada desde 2019 en Europa y en EE.UU. para el tratamiento de personas con depresión.

“La utilizamos para depresiones resistentes, que no han respondido a dos tratamientos anteriores, y lo administramos bajo supervisión médica, empezando con dos dosis por semana y después bajando a una dosis”, informa Eduard Vieta, del hospital Clínic.

No es el caso de Elon Musk, que, según declaró en la entrevista con Don Lemon, “no diría que tengo una depresión prolongada”, pero “de vez en cuando entro en un estado mental químico negativo”.

Según Vieta, “no tiene ningún sentido utilizar ketamina ni esketamina por este motivo, ni utilizarla cuando a uno le parece si es para un tratamiento psiquiátrico”. Pero en Estados Unidos, donde la ketamina está disponible como anestésico y la regulación farmacéutica es más laxa que en Europa, los médicos la pueden prescribir para trastornos psiquiátricos. “Clínicas y empresas de telesalud la venden y la promocionan; es un negocio”, ha denunciado el farmacoepidemiólogo Caleb Alexander, en la web de la Universidad Johns Hopkins.

Musk no ha hecho declaraciones públicas sobre su consumo de ketamina desde hace un año. Se desconoce si la continúa consumiendo, en qué dosis y con qué frecuencia. Pero después de su escena enarbolando una motosierra en la Conferencia Política de Acción Conservadora en Maryland el 23 de febrero, han vuelto a proliferar los mensajes en redes sociales que se preguntan hasta qué punto sus acciones y decisiones están condicionadas por la ketamina.

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