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Catalunya sufre una fuga de cerebros por falta de plazas para científicos que despuntan

El reto de retener el talento

Investigadores que atraen millones de euros de fondos europeos se ven obligados a marcharse

Luis Serrano, director del CRG, cuyos investigadores jóvenes raramente encuentran plaza en otros centros cuando deben marcharse

Paula Sama

“Marcharme no fue algo que yo deseara; me vi obligado a hacerlo. Busqué opciones activamente, llamé a muchas puertas. No se me ofreció ninguna oportunidad de quedarme. Desafortunadamente, el sistema no tenía la flexibilidad o la capacidad de responder”, recuerda Gian Gaetano Tartaglia , especialista en investigaciones sobre ARN y proteínas, que trabajó nueve años en el Centre de Regulació Genòmica (CRG) de Barcelona, donde atrajo millones de euros en fondos europeos.

“Incluso ahora, volvería a Catalunya en un abrir y cerrar de ojos si surgiera una oportunidad real. Mis maletas están siempre medio hechas esperando una oportunidad de volver a casa, lo digo sin exagerar. Mis hijos aún hablan catalán aquí en Roma” siete años después de marcharse, añade Tartaglia, que ha tenido dos proyectos financiados a lo largo de diez años por el Consejo Europeo de Investigación (ERC, por sus iniciales en inglés) y ha coordinado uno de los proyectos EIC Pathfinder del programa Horizon Europe de la Unión Europea.

“Catalunya podría hacer más para retener a estos investigadores tan buenos que se quieren quedar”, dice Luis Serrano

El caso de Tartaglia no es una excepción. Es una muestra de la situación en que se encuentran decenas de investigadores que inician su carrera científica en Catalunya y tienen que emigrar porque el ecosistema científico local no los puede absorber, aunque sean altamente productivos y reconocidos internacionalmente.

La decena de líderes científicos entrevistados para este reportaje, que incluyen tanto directores de centros como jefes de grupos de investigación, coinciden en el diagnóstico: Catalunya es una excelente cantera de talento, pero no es capaz de retener a algunos de sus científicos más brillantes, pese a que muchos de ellos querrían quedarse.

Hay movilidad internacional de investigadores entre Catalunya y otros países, lo cual se valora como positivo, pero falla la movilidad interna dentro de Catalunya, principalmente por falta de agilidad y falta de recursos de las universidades. La solución, señalan, pasa por facilitar la incorporación de nuevos grupos de investigación a las universidades, seleccionados de manera competitiva y con recursos adecuados, lo cual requeriría financiación de la Generalitat.

El CRG destaca como el centro donde el problema es más acusado. Se creó en el año 2000 siguiendo el modelo del Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) de Heidelberg, que da recursos a jóvenes científicos para crear sus laboratorios cuando empiezan con la idea de que después fertilicen el ecosistema de investigación local. Por ello, el CRG tiene una minoría de investigadores senior con plazas permanentes y una mayoría de jóvenes que llegan de todo el mundo sabiendo que, al cabo de nueve años, tendrán que marcharse.

La estrategia ha funcionado bien en Heidelberg, que tiene una red madura de centros de investigación, universidades y empresas farmacéuticas y biotecnológicas. Pero no ha cumplido las expectativas en Barcelona, donde muchos investigadores jóvenes se encuentran sin opciones al finalizar los nueve años.

En Barcelona muchos investigadores jóvenes se encuentran sin opciones al finalizar los nueve años

“Nosotros cumplimos nuestra misión. Somos un reservorio de talento. Atraemos a mentes brillantes y les damos las condiciones para que su carrera científica despegue”, declara Luis Serrano , director del CRG. “Que haya buenos investigadores que se marchan porque tienen ofertas atractivas de otros países es normal y es una prueba de que hacemos las cosas bien. Pero Catalunya podría hacer más para retener a estos investigadores tan buenos en los casos en que se quieren quedar”.

“Me presenté a varias instituciones en Catalunya pero desafortunadamente no conseguí una plaza”, explica Bernhard Payer , que llegó al CRG procedente de la Universidad de Harvard y este año se ha marchado a la Universidad de Montreal. Payer recuerda que “me consideraron no apto para una plaza en una universidad a la que me presenté porque mi doctorado de la Universidad de Cambridge no estaba homologado, [aunque] he dirigido a siete estudiantes de doctorado, he estado en múltiples comités de tesis y he recibido fondos para varios proyectos de investigación de España que requieren un doctorado válido”.

También este año se ha marchado Verena Ruprecht , en su caso a la Universidad de Innsbruck (Austria), que tiene financiación del ERC vigente y además está coordinando un proyecto EIC Pathfinder de la Unión Europea. “Acepté una oferta atractiva para volver a mi país y no tenía una oferta comparable en Barcelona”, explica Ruprecht, que exploró opciones para quedarse en Catalunya antes de aceptar la oferta de Austria.

En un futuro próximo pueden tener que marcharse Elvan Böke (premio Ciutat de Barcelona y premio de la Fundació Banc Sabadell, entre otros, por sus estudios sobre fertilidad femenina, y con dos proyectos financiados por el ERC, que termina su etapa en el CRG en 2026 y está buscando cómo quedarse en Catalunya) o Eva Novoa (premi Nacional de Recerca de este año por sus investigaciones sobre ARN, que termina en 2027).

Dado que la falta de movilidad interna de los científicos en Catalunya y las dificultades para establecer grupos de investigación competitivos en universidades son problemas estructurales, el problema no se limita al CRG sino que afecta también a otros centros.

“En nuestro caso, los que se tienen que marchar son los investigadores postdoctorales, por muy buenos que sean. No tenemos promoción interna de postdocs a jefe de grupo para evitar la endogamia y porque en estas etapas de la carrera la movilidad es positiva”, explica Eduard Batlle , coordinador del programa de investigación del cáncer del Institut de Recerca Biomèdica (IRB) de Barcelona.

Hay casos de postdocs del IRB Barcelona que después han recalado en el CRG (como Eva Novoa) y jefes de grupo del CRG que se han incorporado al IRB Barcelona (como Salvador Aznar-Benitah , Toni Gabaldón o Raúl Méndez ). Pero son pocos. La mayoría de investigadores formados en estos dos centros debe continuar su carrera en otras instituciones.

“Hay que favorecer más movilidad, sobre todo más movilidad interna, pero también movilidad de investigadores que vengan de otros países, para atraer y retener el mejor talento”, sostiene Francesc Posas , director del IRB Barcelona.

Algo parecido al IRB Barcelona ocurre en el Institut de Ciències Fotòniques (ICFO), donde tampoco hay promoción interna de postdocs a jefes de grupo. “Algunos de nuestros postdocs se quedan en universidades y empresas de Catalunya. Pero son más los que querrían quedarse que los que realmente pueden quedarse. Tenemos margen de mejora”, declara Lluís Torner , fundador y exdirector del ICFO.

¿Pero cómo mejorar? No basta con crear plazas de profesor en universidades a las que puedan optar los investigadores jóvenes, coinciden en señalar los especialistas consultados. “Conozco demasiados casos de científicos muy bien preparados, algunos de ellos amigos míos, que regresaron a España con toda la ilusión porque encontraron una plaza en una universidad, pero al llegar no recibieron ningún apoyo para su investigación y han tenido carreras científicas muy por debajo de su potencial; es una pena”, señala Eduard Batlle.

Además de la plaza, hace falta una ayuda para que los científicos puedan crear sus grupos de investigación, lo que incluye contratación del personal y uso de instalaciones y equipamientos. La ayuda, según los especialistas consultados, debe mantenerse entre cinco y diez años, de acuerdo con las experiencias de éxito del EMBL (donde los jóvenes investigadores que inician su grupo de investigación se quedan nueve años), del CRG (también nueve años) y del ERC (que ofrece financiación de cinco años para empezar y de otros cinco para consolidarse, con las llamadas Starting Grants y Consolidator Grants). Pasado este periodo, los científicos tienen que ser capaces de conseguir recursos propios para sustentar sus investigaciones.

“Esto es algo que las universidades no pueden hacer solas. Hay que ayudarlas para que puedan acoger a los grupos de investigación”, advierte Francesc Posas, que es catedrático de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), además de director del IRB Barcelona.

“Hace falta un presupuesto que debería aportar la Generalitat. No es necesario que sea muy grande. Una inversión relativamente pequeña podría tener un impacto importante”, señala Luis Serrano, director del CRG. Para acoger en las universidades a los investigadores jóvenes con más potencial y darles las condiciones para desarrollarse, “podría bastar con crear tres o cuatro plazas de retención de talento al año” dotadas con los fondos adecuados.

Además, añade Serrano, “conviene eliminar trabas burocráticas para facilitar la movilidad de los investigadores y que se produzca un cambio de mentalidades para que las universidades sean conscientes de que es posible”.