¿Será posible vivir 150 años como dicen Putin y Xi Jinping?

La ciencia de la longevidad

La ciencia de la longevidad estudia cómo alargar la vida, pero Putin y Xi difícilmente llegarán a beneficiarse

¿Será posible vivir 150 años como dicen Putin y Xi Jinping?
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Cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, caminaba junto al presidente chino, Xi Jinping, el miércoles, un micrófono abierto los captó hablando sobre trasplantes de órganos y la posibilidad de que los seres humanos pudieran vivir hasta 150 años

“Con los desarrollos de la biotecnología, se pueden trasplantar continuamente órganos humanos y las personas pueden vivir más y más jóvenes, e incluso alcanzar la inmortalidad”, dijo el miércoles Vladimir Putin, presidente de Rusia, en una conversación con su homólogo chino, Xi Jinping, en una conversación captada por un micrófono abierto.

“Algunos predicen que en este siglo la humanidad podría vivir hasta 150 años”, contestó Xi, quien añadió que “en el pasado la gente raramente llegaba a los 70 años; hoy, a los 70, aún eres un niño”. En una rueda de prensa posterior, Putin insistió en que “los métodos modernos de mejorar la salud, incluidas diferentes cirugías de sustitución de órganos, permiten a la humanidad esperar que la esperanza de vida aumente significativamente”.

Tanto Putin como Xi tienen ahora 72 años.

Especialistas en la ciencia de la longevidad consultados por Guayana Guardian consideran que es posible que la extensión máxima de la vida humana se alargue en las próximas décadas. Pero no hay garantías de que se consiga un aumento significativo de la longevidad y, en caso de que se logre, los resultados difícilmente llegarán a tiempo para que Putin y Xi se beneficien de ellos.

“Aún no comprendemos lo suficiente la biología del envejecimiento”, advierte Rafael de Cabo, director del departamento de Gerontología Traslacional del Instituto Nacional de Envejecimiento de EE.UU. Y referente mundial en este campo de investigación.

Un pastel con velas de celebración de un 150 aniversario (Getty Images)

Un pastel con velas de celebración de un 150 aniversario (Getty Images)

Experimentos en animales: es posible alargar la vida

En algunos animales ya se ha alargado la vida en experimentos de laboratorio. Los resultados más notables se han obtenido con gusanos de la especie C. Elegans , que habitualmente viven entre dos y tres semanas y que en algunos experimentos han vivido hasta 200 días, diez veces más.

En moscas drosófilas, la longevidad se ha llegado a triplicar, de los 70 días habituales a 210.

En vertebrados los resultados han sido más modestos, con aumentos de longevidad de alrededor del 40% en peces cebra y en ratones, aunque con efectos dispares según los linajes de ratón. Todos ellos son animales utilizados habitualmente en experimentos en laboratorio.

Si bien estos resultados demuestran que es posible modificar la longevidad para la que está programada cada especie, no está claro cómo se podría hacer en la práctica, ni con qué resultados, para otras especies. El Dog Aging Project (Proyecto de Envejecimiento Canino), iniciado en 2022 para ver si se puede mejorar y alargar la vida de los perros con un fármaco, no ha presentado resultados por ahora.

“Los modelos animales son excelentes para comprender cómo funciona la biología y para generar hipótesis, pero hay una distancia insalvable entre los resultados en modelos animales y los resultados en personas”, advierte Nick Stroustup, especialista en biología del envejecimiento del Centre de Regulació Genòmica en Barcelona que trabaja con gusanos C. Elegans .

Restricción calórica: una estrategia poco apetecible

“Se están investigando dos estrategias para alargar la vida”, explica Alejo Rodríguez-Fraticelli, del Institut de Recerca Biomèdica (IRB Barcelona). “Una consiste en retrasar el envejecimiento lo máximo posible; la otra, en terapias de reemplazo para sustituir componentes dañados del organismo”.

Dentro de las intervenciones para retrasar el envejecimiento, se ha conseguido alargar la vida de animales con restricción calórica, que consiste en reducir drásticamente la ingesta de alimentos controlando bien lo que se come para no caer en la desnutrición. Con ello se consigue que el cuerpo funcione al ralentí, modificando el metabolismo de manera similar a la hibernación de algunos animales (concretamente, inhibiendo las proteínas IGF-1 y mTOR, que contribuyen a acelerar el envejecimiento; y activando la proteína AMPK, que contribuye a frenarlo).

Pero la restricción calórica es poco apetecible para las personas y no está exenta de riesgos. “Hay una línea muy fina entre la restricción calórica y la anorexia, que es una enfermedad grave”, advierte Nick Stroustup. “Dudo que haya un margen de seguridad suficiente entre restricción calórica y anorexia” para aumentar la longevidad con esta intervención.

Fármacos rejuvenecedores: sin ensayos clínicos

Como alternativa a la restricción calórica, se están investigando fármacos que provoquen los mismos efectos beneficiosos en el cuerpo y no tengan sus efectos perjudiciales.

Los dos principales candidatos en este momento son la rapamicina, que bloquea la proteína mTOR, y la metformina, que activa la AMPK. Ambos fármacos están ya aprobados para otras indicaciones. Pero, como ocurre con cualquier medicamento, pueden tener efectos secundarios y, a día de hoy, ningún ensayo clínico ha demostrado que puedan alargar la vida en personas sanas.

También se están investigando fármacos senolíticos para eliminar las células senescentes del organismo. Dado que estas células que se acumulan con la edad son perjudiciales, se espera que eliminarlas sea beneficioso. Pero falta demostrar que eliminar las células senescentes sea suficiente para aumentar la longevidad, ya que el envejecimiento parece tener múltiples causas y es posible que no baste con actuar solo sobre una de ellas.

Otros candidatos de cara al futuro son los nuevos fármacos contra la diabetes y la obesidad como la semaglutida (el popular Ozempic) o la tirzepatida. “Tienen un gran efecto sobre parámetros relacionados con el envejecimiento”, como el metabolismo de la insulina, apunta Alejo Rodríguez-Fraticelli, del IRB Barcelona. Pero, al igual que ocurre con la rapamicina, la metformina y los senolíticos, no está demostrado que tengan utilidad para aumentar la longevidad, ni que sus beneficios superen a los riesgos, en personas sanas.

Trasplantes: lo que Putin no ha entendido

A falta de tratamientos eficaces para frenar el envejecimiento, se buscan terapias para sustituir componentes dañados del organismo. A estas terapias pareció referirse Vladimir Putin el miércoles cuando habló de “trasplantar continuamente órganos humanos” gracias a “los desarrollos de la biotecnología”.

Según esta visión, se podrían producir órganos en laboratorio, lo que resolvería el actual déficit de órganos y permitiría realizar trasplantes no solo a personas enfermas sino también a personas sanas.

Si, además, los órganos se produjeran de manera que fueran compatibles para cada persona, se evitaría tener que tomar fármacos inmunosupresores toda la vida como ocurre ahora tras un trasplante.

Pero “cualquier sustitución de un órgano es una intervención quirúrgica mayor con riesgos importantes, especialmente en personas de edad avanzada; no tenemos garantías de que después la persona vaya a estar mejor que si no se hubiera hecho el trasplante”, advierte Nick Stroustup, del CRG.

Otra limitación es que hoy en día no se sabe cómo obtener órganos funcionales aptos para trasplantes en laboratorio. Los organoides que se están produciendo a partir de células madre no tienen la complejidad de los órganos humanos, con su enorme diversidad de células, y no podrían sustituirlos. Es posible que en un futuro puedan hacerlo, pero no será pronto, señala Rodríguez-Fraticelli.

Incluso si algún día se consigue, “no sabemos si sustituir los órganos tendrá alguna eficacia para alargar la vida” ya que el envejecimiento afecta al conjunto del organismo, no solo a órganos individuales, añade Stroustup. Es comparable a lo que ocurre con un coche viejo, donde sustituir las piezas que se estropean no evita que siga siendo viejo y tenga más averías.

Sangre joven: sin pruebas de eficacia

Si el envejecimiento es un fenómeno sistémico que afecta a todo el cuerpo, la terapia de reemplazo completa debería incluir la sangre. Los experimentos de parabiosis, en que se conectan los sistemas circulatorios de dos animales, han demostrado que la sangre de ratones jóvenes mejora las funciones cognitivas, la fuerza muscular y la regeneración del hígado de ratones ancianos, que pueden vivir alrededor de un 10% más.

Estos experimentos indican que la sangre de ratones jóvenes tiene algún componente rejuvenecedor y/o que la de ratones ancianos tiene componentes envejecedores. En la década pasada algunas empresas empezaron a ofrecer transfusiones de sangre joven en Estados Unidos. Pero aún nadie ha conseguido averiguar cuáles son los componentes rejuvenecedores que puede haber en la sangre de animales jóvenes. La Agencia de Alimentos y Fármacos (FDA) de EE.UU. Emitió un comunicado en 2024 para advertir que “el plasma joven no está aprobado para tratar ninguna patología ni para mejorar la salud y el bienestar” y que “la agencia no tiene conocimiento de ninguna evidencia clínica a favor de la eficacia de estos tratamientos”.

Cuánto se podrá vivir: el límite está en unos 115 años

Si a día de hoy no es posible aumentar la longevidad humana, ¿cómo explicar que la gente cada vez viva más? Hay una confusión entre esperanza de vida y longevidad máxima, aclara Stroustup. La esperanza de vida ha aumentado porque se ha reducido la mortalidad prematura, sobre todo la infantil. Pero la longevidad máxima de la especie humana no ha aumentado. Está estancada en torno a los 115 años para las personas más ancianas, con un récord de 122 años para la francesa Jeanne Calment.

“Vamos hacia una mayor calidad de vida a edades avanzadas y cada vez habrá más personas que llegarán a centenarias con buena capacidad funcional”, señala Rafael de Cabo. “Con esto probablemente se conseguirá extender la longevidad máxima tal vez uno o dos o tres años, no mucho más. A día de hoy no hay nada que haga pensar que se pueda extender varias décadas”.

Sobre la perspectiva de Putin y Xi de llegar a los 150 años, Nick Stroustup señala que “me ha hecho gracia, me gusta la ciencia-ficción”.

Para Rodríguez-Fraticelli, que ha demostrado en una investigación publicada este año en Nature que a los 60 años todo el mundo tiene la sangre envejecid a, “si Xi y Putin piensan que podrán vivir 150 años con la edad que tienen ahora, es que han malinterpretado las evidencias”. Para el investigador, “se han hecho avances importantes en la ciencia de la longevidad y no se puede descartar que en un futuro algunas personas lleguen a vivir 150 años, pero Xi y Putin no llegarán a verlo”.

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