La paella estaba supuestamente salada, pero la devolvieron vacía. Ni rastro de arroz, solo unos restos pegados al fondo de la paellera. Luego vino la queja pública, la puntuación más baja y la petición de no pagarla. Así es como terminó una comida que, por lo demás, había sido del gusto de quienes estaban en la mesa.
La crítica fue clara. En la reseña publicada en una conocida plataforma de opiniones, el comensal escribió que “la paella del señoret estaba supersalada, y nos la han cobrado, no han tenido ninguna atención con nosotros”. Justo antes había elogiado tanto el sitio como los entrantes, pero la valoración final fue de una estrella.
Mala pero acabada
El restaurante respondió explicando por qué no descontaron el plato
Desde el restaurante Villa Indiano, donde ocurrió todo, decidieron responder a ese comentario. Lo hicieron a través de la misma plataforma digital, donde dejaron un mensaje explicando que no pudieron actuar de otra manera porque no fueron informados a tiempo.
Según la dirección del local, solamente informaron cuando ya no había nada que devolver. “Nos habéis devuelto la paella vacía, y ese es el motivo principal por el que no hemos descontado el precio de la factura final, porque os la habéis acabado y no ha sido hasta el final cuando nos habéis dicho que no os había gustado”, aclararon desde el local valenciano.
En esa misma respuesta, el establecimiento aprovechó para ofrecer una alternativa en caso de que algo así vuelva a ocurrir. “La próxima vez que os pase, sea en nuestro establecimiento o donde sea, decidlo nada más empezar y os la cambiamos encantados o sustituimos por otra cosa”, añadieron los responsables del restaurante en su publicación.
A pesar del malentendido, lo que más llamó la atención fue la imagen compartida por la cuenta Soy Camarero, donde aparece la paellera prácticamente vacía, con solo un pequeño pegote de arroz pegado y las colitas de las gambas.
Esa fotografía, que acompañaba a la historia, terminó por abrir un debate en redes sobre si tiene sentido reclamar cuando no queda nada en el plato. Les llega a gustar y se comen hasta la paellera”, valoró un testigo de la interacción.