Món Sant Benet fusiona sabor, historia y paisaje en un destino gastronómico único

Gastronomía

Un viaje culinario que empieza en los huertos, pasa por los fogones y desemboca en el plato, en uno de los escenarios más inspiradores de Catalunya

Món Sant Benet fusiona sabor, historia y paisaje en un destino gastronómico único

El arte de cocinar se funde con la historia milenaria del monasterio y el paisaje del Bages 

Mon Sant Benet

En un rincón privilegiado del Bages, junto al río Llobregat y bajo la silueta majestuosa de un monasterio milenario, la gastronomía ha encontrado un escenario excepcional. En Món Sant Benet, cocinar es un acto de cultura, de territorio y de memoria. El visitante se sienta a la mesa y se adentra en una manera de vivir y entender la alimentación que conecta pasado, presente y futuro. 

Este complejo singular, impulsado por la Fundació Catalunya La Pedrera, combina patrimonio, naturaleza y conocimiento en una propuesta integral que convierte la gastronomía en motor de desarrollo local, de cohesión social y de bienestar. Todo gira en torno a una idea simple pero poderosa: comer bien es también cuidar el entorno, las personas y la identidad de un territorio.

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Ingredientes de proximidad que nutren la cocina y el alma en Món Sant Benet 

Mon Sant Benet

Del huerto al plato, sin intermediarios

En Món Sant Benet, los ingredientes del menú crecen a pocos metros de la cocina. Los huertos ecológicos del recinto abastecen de forma directa los tres espacios de restauración del complejo: La Fonda, con una reinterpretación de la cocina catalana tradicional y de temporada; El Món, con una propuesta de cocina de mercado a la vista; y L’Ó, su restaurante gastronómico distinguido con una estrella Michelin desde hace más de una década y otros reconocimientos, como el Sol Repsol o el Premio Cartaví.

Pero los huertos no son solo la despensa de los restaurantes. Son también escuela –cada año pasan por Món Sant Benet unos 35.000 estudiantes–, laboratorio y herramienta de inclusión social. El huerto de aprender introduce a niños, jóvenes y adultos en los ciclos naturales de los alimentos a través de actividades educativas y vivenciales, mientras que el de producción –gestionado por la cooperativa social MANS– cultiva productos ecológicos y genera oportunidades laborales para personas en situación de vulnerabilidad. En estas tierras se recuperan variedades agrícolas locales como el tomate república, la col manresana o la berenjena blanca, que aportan riqueza agronómica y carácter a la cocina de proximidad.

Cocinar con historia, pensar en el mañana

Este ecosistema culinario se despliega alrededor del monasterio de Sant Benet de Bages, un conjunto monumental medieval –años más tarde reconvertido en casa de veraneo de la familia del pintor Ramon Casas– que impregna la experiencia con un aire de serenidad y profundidad. Donde los monjes ya cultivaban la tierra hace siglos, hoy se siembran valores que siguen dando fruto: respeto, paciencia, sostenibilidad. 

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Los huertos ecológicos de Món Sant Benet abastecen a sus restaurantes y sirven como espacio educativo y de inserción social 

Mon Sant Benet

La cocina, aquí, es mucho más que una oferta gastronómica; se ha convertido en la columna vertebral de una experiencia transversal que también apuesta por la autosuficiencia energética. Gracias a una combinación de placas solares y energía hidroeléctrica, el recinto genera el 100% de su electricidad a partir de fuentes renovables. Un compromiso ambiental que da coherencia a todo lo que se produce, se consume y se transmite. 

La gastronomía es la excusa ideal para descubrir –o redescubrir– este espacio extraordinario. Una oportunidad para saborear cocina de autor y de raíz, productos con alma de territorio y una experiencia sensorial que alimenta tanto el estómago como la conciencia. En Món Sant Benet, cada plato cuenta una historia. Y cada historia nace de la tierra.

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