Antonio Barbeito, experto en enseñanza: “Recortar las vacaciones de los alumnos en España solo tendría sentido si se hace dentro de un proyecto educativo coherente”

Entrevista 

El debate sobre la duración del verano escolar en España divide a estudiantes, familias y docentes. Hablamos con Antonio Barbeito, presidente de ASCADE y CEO de Mundoestudiante, para analizar los matices que rodean una cuestión que va mucho más allá del calendario.

Antonio Barbeito, presidente de ASCADE y CEO de Mundoestudiante

Antonio Barbeito, presidente de ASCADE y CEO de Mundoestudiante

Imagen cedida / Mundoestudiante

¿Son demasiado largas las vacaciones de verano de los estudiantes en España? En los últimos días, este tema aparentemente cíclico ha vuelto con fuerza al primer plano. Esta vez, el debate ha estallado en redes sociales, especialmente en TikTok. Buen ejemplo de ello es un vídeo de una estudiante llamada Carla —con más de 900.000 reproducciones— que ha encendido la mecha con una crítica directa a la posibilidad de recortar los tres meses de descanso actuales.

“Yo ya no daba más”, dice en su vídeo entre quejas por el agotamiento, el estrés académico y la falta de atención a la salud mental del alumnado. Su testimonio ha resonado entre miles de estudiantes que ven el verano no como un exceso, sino como una necesidad.

Para entender mejor los matices de esta cuestión, Cribeo ha conversado con Antonio Barbeito, presidente de la Asociación ASCADE (Asociación de Academias de Enseñanza de Madrid), CEO y fundador de Mundoestudiante, con más de dos décadas de experiencia en el ámbito educativo y contacto directo con miles de alumnos cada año.

1. ¿Cree que las vacaciones escolares de verano en España, que rondan los tres meses, son excesivas en comparación con otros países europeos? ¿Qué impacto real tienen en el rendimiento académico del alumnado?

Recortar las vacaciones solo tendría sentido si se hace dentro de un proyecto educativo coherente, que explique claramente por qué se toma esa decisión y para qué. El debate no debería centrarse únicamente en cuántos días se descansa, sino en qué se ofrece al alumno durante el curso y qué papel tiene ese período de verano en su desarrollo.

El problema no es tanto la duración del descanso, sino la falta de un modelo que le dé continuidad al aprendizaje. Si no hay un propósito detrás, reducir las vacaciones solo provocaría rechazo. No se trata de ocupar ese tiempo sin más, sino de que el alumno entienda que su formación tiene un rumbo claro y que cada etapa, incluso el descanso, forma parte de ese proceso.

Mientras no exista ese marco común que conecte el calendario con un proyecto formativo sólido, será difícil que este tipo de medidas sean bien recibidas o realmente efectivas. 

Antonio Barbeito, presidente de la Asociación ASCADE, CEO y fundador de Mundoestudiante

Antonio Barbeito, presidente de la Asociación ASCADE, CEO y fundador de Mundoestudiante

Imagen cedida / Mundoestudiante

2. En redes sociales, especialmente TikTok, muchos estudiantes han expresado su rechazo ante la posibilidad de acortar el verano, denunciando el agotamiento acumulado durante el curso. ¿El sistema educativo está teniendo en cuenta el bienestar emocional y mental del alumnado a la hora de plantear reformas como esta?

Sí, el sistema educativo tiene en cuenta el bienestar emocional y mental del alumnado, aunque quizá no siempre de forma explícita. En la práctica, el nivel de exigencia académica en junio ya se ha reducido considerablemente en muchos centros. La mayoría de estudiantes conoce sus notas finales a finales de mayo, y el mes de junio suele estar dedicado a actividades menos intensas. Por tanto, en muchos casos ya no hablamos de tres meses lectivos plenos, sino de un verano que comienza de forma anticipada.

Ahora bien, también es cierto que, en ausencia de una política educativa clara y coherente, se genera un terreno ambiguo en el que los estudiantes, lógicamente, tienden a buscar lo que perciben como más beneficioso para ellos. Si desde las instituciones no se ofrece una visión sólida y común sobre qué tipo de formación se busca y cómo equilibrarla con el bienestar del alumnado, es difícil avanzar en reformas que sean entendidas y compartidas por todos.

En muchos casos ya no hablamos de tres meses lectivos plenos, sino de un verano que comienza de forma anticipada

3. Una de las grandes preocupaciones que mencionan las familias es la dificultad de conciliar durante los meses de verano. ¿Cree que este debate está poniendo de relieve una carencia estructural más profunda: la falta de alternativas públicas y accesibles de ocio educativo durante las vacaciones?

Totalmente. Como padre, puedo decir que en verano no existen suficientes alternativas públicas que ofrezcan a los niños actividades motivadoras y complementarias para su desarrollo personal. Esta carencia estructural complica mucho la conciliación familiar, especialmente en hogares donde ambos progenitores trabajan, o en casos como el de los autónomos, que no pueden permitirse parar.

Cuando no tienes apoyo en casa, las opciones son muy limitadas. En muchos casos, los niños acaban acompañando a sus padres al trabajo o sin una rutina estructurada durante semanas. El Estado no está ofreciendo propuestas reales y accesibles que permitan a las familias organizarse sin renunciar al desarrollo educativo y emocional de los menores durante las vacaciones. Y ese vacío es precisamente lo que este debate está dejando en evidencia.

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BARCELONA-NIÑOS CONECTADOS AL TELEFONO MOVIL DURANTE LAS VACACIONES -FOTO ANA JIMENEZ

Propias

4. Desde Mundoestudiante trabajan con miles de estudiantes cada año. ¿Qué observan ustedes durante los meses de verano? ¿Se pierde realmente el ritmo de estudio, como apuntan algunos expertos, o se trata de una pausa necesaria para la recuperación personal y académica?

Desde la eliminación de las recuperaciones de septiembre en 2017, parecía que el verano quedaba completamente reservado al descanso. Sin embargo, en la práctica, muchos centros han optado por adelantar las recuperaciones o realizar pruebas al inicio del nuevo curso, lo que mantiene cierto nivel de exigencia para quienes no han superado todas las asignaturas.

En nuestro caso, seguimos recibiendo a miles de estudiantes cada verano. Y lo que hemos comprobado es que, cuando se trabaja con programas personalizados y adaptados a cada alumno, como hacemos en Mundoestudiante, no solo se mantiene el ritmo de aprendizaje, sino que muchos alumnos obtienen excelentes resultados tanto académicos como personales.

En definitiva, no se trata tanto de si es verano o invierno, sino de qué tipo de enseñanza se ofrece. Cuando el enfoque es de calidad y está centrado en el alumno, el aprendizaje puede producirse en cualquier momento del año.

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Niño levantando la mano en clase 

EUROPA PRESS / Europa Press

5. ¿Qué soluciones cree usted que podrían abordar mejor esta cuestión sin caer en medidas simplistas como acortar o alargar el calendario escolar?

Más allá de ajustar el calendario escolar, lo fundamental es revisar el sistema educativo en su conjunto. Muchas veces el problema no está en la duración de las vacaciones, sino en la falta de motivación del alumnado y en la falta de propuestas formativas que realmente conecten con sus intereses y necesidades.

En lugar de plantear cambios que generen división, podríamos aprovechar los meses de verano para ofrecer programas complementarios que resulten atractivos y útiles para los estudiantes. Formación en educación financiera, emprendimiento o inteligencia emocional son solo algunos ejemplos de contenidos que podrían despertar su interés y aportarles valor real. 

Tenemos centros educativos cerrados durante todo el verano que podrían convertirse en espacios activos de aprendizaje alternativo. Si el sistema ofreciera este tipo de oportunidades, los jóvenes verían el tiempo estival no como una pérdida, sino como una posibilidad para seguir creciendo en otros ámbitos.

Muchas veces el problema no está en la duración de las vacaciones, sino en la falta de motivación del alumnado y en la falta de propuestas formativas

6. ¿Cree que este tipo de debates deberían incluir de forma activa las voces del alumnado, más allá de los órganos técnicos y administrativos del sistema educativo?

Escuchar al alumnado es importante, pero también hay que tener en cuenta que muchos de ellos aún no tienen la perspectiva necesaria sobre lo que implican determinadas decisiones a largo plazo. La mayoría no ha accedido aún al mundo laboral ni ha enfrentado ciertas responsabilidades, lo que puede dificultar que comprendan todas las consecuencias de una reforma educativa.

Dicho esto, su voz está más presente de lo que parece. En los centros educativos se escucha a los alumnos a diario, ya sea a través de sus propias expresiones o mediante sus familias, que actúan como canal de transmisión. Cuando algo preocupa al alumnado, esa inquietud suele llegar al centro, y desde ahí al sistema educativo.

En definitiva, es positivo que expresen su opinión, y debe haber espacios para ello. Pero también es necesario que las decisiones finales se tomen desde una visión global, que equilibre sus necesidades con una planificación educativa responsable y a largo plazo.

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