En tiempos donde la salud mental gana visibilidad, muchas personas comienzan a hacerse preguntas importantes sobre su forma de relacionarse. ¿Te conviertes en el paño de lágrimas de todo el mundo? ¿Sientes culpa por poner límites? ¿Absorbes el malestar ajeno como si fuera propio? Si la respuesta es sí a varias de estas preguntas, podrías formar parte de un perfil emocional cada vez más común: el de las personas sanadoras o cuidadoras.
La psicóloga Silvia Severino (@psicosilvia en TikTok) ha compartido un vídeo donde sintetiza en menos de 60 segundos las características principales de este tipo de personalidad empática y entregada. Según Severino, reconocer estos patrones es el primer paso para entender mejor nuestros vínculos y empezar a cuidarnos de forma consciente.

Silvia Severino
Los 7 rasgos clave que definen a una persona cuidadora
- Te duele ver a los demás sufrir, incluso cuando no puedes hacer nada.
- Te conviertes en terapeuta emocional de todo el mundo.
- Siempre estás disponible para escuchar, aunque tú no estés bien.
- Te cuesta poner límites sin sentir culpa.
- Das mucho amor, incluso cuando no recibes nada a cambio.
- Absorbes las emociones ajenas como si fueran tuyas.
- Te sientes responsable del malestar de las otras personas.

Imagen de archivo
Estas características, lejos de ser debilidades, reflejan una poderosa capacidad de conexión, empatía y entrega emocional. Sin embargo, como advierte la experta, este tipo de personalidad necesita también límites y autocuidado para no terminar exhausta o vacía emocionalmente.
El precio invisible del “cuidador emocional”
Ser una persona cuidadora puede parecer un superpoder emocional, pero también conlleva ciertos riesgos. La entrega constante sin reciprocidad puede derivar en agotamiento, frustración y pérdida de identidad propia. Silvia Severino lanza una advertencia clara: “Si no te cuidas tú, acabarás drenada y vacía.”

Mujer triste
El error más común de las personas cuidadoras es priorizar tanto el bienestar ajeno que se olvidan de su propio equilibrio emocional. Y aunque cueste, aprender a decir “no” sin culpa, pedir ayuda o reservar espacios para uno mismo no es egoísmo, sino una forma de autocuidado necesaria para poder seguir cuidando desde un lugar sano.
También tú mereces ese abrazo. Silvia finaliza su reflexión con una frase que ha resonado con fuerza en miles de usuarios: “Recuerda que también necesitas a alguien que te abrace como tú abrazas a los demás.” Una invitación a invertir la mirada, a permitirse recibir, y a entender que el amor propio también se cultiva en la pausa, la protección de los propios límites y el descanso.