Gabriel Rolón, psicoanalista y escritor: “No hay que perseguir la felicidad porque la persecución es obsesión y lo que es obsesivo es la perversión de lo que fue un deseo”

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El autor de ‘La felicidad, más allá de la ilusión’ reflexiona sobre cómo la búsqueda desmedida del bienestar puede alejarnos, precisamente, de lo que anhelamos conseguir

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Gabriel Rolón 

Àlex Garcia / Propias

En una de sus últimas intervenciones en el podcast Tengo un Plan, el reconocido psicoanalista y escritor argentino Gabriel Rolón volvió a dejar una de esas frases que invitan a repensarlo todo: “No hay que perseguir la felicidad porque la persecución es obsesión y lo que es obsesivo es la perversión de lo que fue un deseo”.

Rolón, autor de múltiples libros sobre vínculos humanos y emociones, comparte una visión más realista —y profundamente humana— del bienestar. Según él, la felicidad no es una meta a la que se llega ni un estado permanente, sino una experiencia intermitente que necesariamente convive con la falta.

Gabriel Rolón, psicólogo experto en salud mental:

Gabriel Rolón, psicólogo experto en salud mental

“Lo más hermoso que tiene un deseo es justamente eso: que aún no lo has alcanzado”, afirma. Pero cuando ese deseo se convierte en una obsesión, se deforma. “Lo que uno hace ya no es cumplir un deseo, sino calmar una obsesión”, advierte Rolón, ilustrándolo con el ejemplo de alguien que desea tener un hijo y acaba atrapado en una sucesión de tratamientos que vacía de sentido la experiencia cuando por fin ocurre.

La “faltasidad”: una felicidad con huecos

El psicoanalista, que escribió un ensayo completo sobre la felicidad, incluso ha acuñado un término propio: “faltasidad”, que define como una felicidad en falta. Una idea que desafía la concepción popular de que ser feliz equivale a tenerlo todo.

Captura de vídeo

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@caminoalexito__ / TikTok

“Si crees que la felicidad llega cuando todo esté en orden —una familia, éxito, estabilidad—, entonces ya sabes que no vas a ser feliz”, sentencia. Porque, para Rolón, la vida misma está hecha de ausencias inevitables, de logros que coexisten con pérdidas.

Recuerda con emoción que perdió a su padre hace muchos años, y aún hoy le acompaña esa ausencia en momentos claves de su vida. “Mi felicidad tiene que alojar la falta de mi padre. Si no, no puedo ser feliz”, reflexiona. Para él, una felicidad verdadera no excluye el dolor, sino que lo contiene sin dejar que lo anule.

Aprender a vivir con 95 centavos. Rolón también comparte una enseñanza que le dejó un paciente: “Siempre me faltan cinco centavos para el peso”. A lo que él respondió: “El secreto de la vida es aprender a ser feliz con 95 centavos, sabiendo que a todos nos van a faltar cinco”. Una metáfora certera sobre la necesidad de aceptar que nunca tendremos una vida del todo completa y que eso no impide disfrutar de ella.

Así, para encontrar momentos genuinos de felicidad —aunque breves y fragmentados— hay que renunciar a la perfección y aceptar la incompletud como parte de la experiencia humana. “Si queremos una felicidad perfecta, nos vamos a ir de esta vida sin haber sido felices nunca”, concluye. Una frase que, más que una advertencia, es una invitación a vivir de forma más auténtica, más compasiva y más presente.

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