¿Qué significa realmente educar a un niño? Para el reconocido neuropsicólogo Álvaro Bilbao, la respuesta no se encuentra solo en la apariencia externa ni en las normas de urbanidad. En uno de sus vídeos en TikTok, lanza una reflexión que ha calado hondo entre madres, padres y educadores: “Si a tus hijos les enseñas a ir bien aseados a la escuela, a comer con los codos fuera de la mesa, sentados y con la boca cerrada, pero no les enseñas cada día a tratar bien a los demás, les estás enseñando modales, pero no educación.”
Bilbao, autor de varios libros sobre crianza y desarrollo cerebral infantil, pone el foco en una distinción esencial pero muchas veces olvidada: la diferencia entre modales y educación. “Los modales son distintos en cada cultura, pero en todas las culturas la educación es la misma”, señala. Y puntualiza que la verdadera educación tiene que ver con algo mucho más profundo: “tratar a los demás como desearías que te trataran a ti.”
Niño comiendo espaguetis
La educación no es solo cortesía, es humanidad
En un mundo donde la imagen y las formas suelen primar, el mensaje de Bilbao es una llamada a poner el foco en lo esencial. Los buenos modales son importantes, sí, pero son solo la superficie. La verdadera educación implica enseñar valores como la empatía, el respeto, la solidaridad y la amabilidad. Y eso no se consigue solo corrigiendo posturas en la mesa o enseñando a decir “gracias” y “por favor”, sino acompañando con el ejemplo.
Captura de vídeo
El experto en neuropsicología infantil recuerda que las normas de cortesía varían entre culturas —por ejemplo, lo que en un país puede ser señal de respeto, en otro puede interpretarse como descortesía—, pero que el respeto por los demás es un principio universal. Por eso, insiste en que padres y madres no deben conformarse con que sus hijos se vean educados, sino que sean verdaderamente educados desde el interior.
Cuando los niños ayudan con las tareas del hogar ven mejorado su sentido de la responsabilidad y su independencia.
Educar en valores desde casa. La reflexión de Bilbao conecta con una preocupación creciente entre familias: cómo educar a hijos emocionalmente inteligentes y socialmente responsables en una era marcada por la inmediatez, la tecnología y el individualismo. Su propuesta es clara: la educación emocional y ética debe comenzar desde la primera infancia, en casa, y reforzarse cada día con pequeñas acciones.
Desde enseñarles a compartir, a pedir perdón, a reconocer sus errores, hasta mostrarles cómo tratar con respeto a personas diferentes a ellos: todo eso forma parte de la educación que verdaderamente importa.
El ejemplo, la mejor herramienta educativa
Bilbao también insiste en algo fundamental: los niños aprenden mucho más de lo que ven que de lo que se les dice. Si los adultos que les rodean tratan con respeto a los demás, son amables, pacientes y justos, lo más probable es que los menores integren esos mismos valores como propios.
