Gregorio Luri, pedagogo y filósofo: “Siempre he creído que la amistad es incluso más importante que la verdad; si tienes muchos amigos, tienes tu alma repartida por el mundo”

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Frente a la famosa máxima de Aristóteles que prioriza la verdad, Luri defiende con pasión la primacía de la amistad

Gregorio Luri

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Aprendemos Juntos 2030 / YouTube

En un mundo hiperconectado pero often solitario, la reflexión sobre los vínculos auténticos se vuelve más necesaria que nunca. Gregorio Luri, una de las voces más lúcidas y cercanas de la filosofía española, ha puesto el foco en el valor incalculable de la amistad. 

En un discurso que combina citas clásicas con una profunda sabiduría vital, Luri no solo equipara la amistad a la verdad, sino que se atreve a darle una preeminencia mayor. Para él, los amigos son la extensión de nuestro propio ser y la medida más fiable de nuestro valor en el mundo. Una idea antigua y revolucionaria a partes iguales.

La réplica a Aristóteles

Luri inicia su reflexión tomando como punto de partida una de las citas más célebres de la filosofía: “Platón es mi amigo, pero más amiga es la verdad”, atribuida a Aristóteles. Frente a esta idea, que sitúa el amor al conocimiento por encima de los afectos personales, el pedagogo navarro planta cara con un argumento sencillo y poderoso.

Captura de vídeo

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“La verdad es amiga, pero amigo, amigo, es el amigo”, sentencia. ¿La razón? La practicidad del consuelo humano frente a la abstracción: “Porque la verdad no responde cuando le preguntas. En cambio, el amigo sí”. Con esta simple pero profunda observación, Luri traslada la filosofía del plano de las ideas al de la experiencia cotidiana, donde un apoyo real vale más que una certeza abstracta.

El consejo estoico. Para reforzar su tesis, Luri recurre a la sabiduría práctica de los filósofos estoicos. Recuerda el consejo de uno de ellos: “Cuando vayas al mercado, no te olvides de volver con un amigo”.

Este aforismo encierra una profunda comprensión de la vida. No se trata de una metáfora, sino de un recordatorio literal de que las transacciones comerciales (el “mercado”) son lo de menos; lo esencial es el vínculo humano que se puede forjar en el camino. Los amigos, argumenta Luri, “facilitan mucho la vida”, que de por sí es complicada. Su presencia transforma la experiencia: “¡Que la vida es complicada, que con frecuencia estás necesitado de alguien, que todo es distinto si tienes un amigo!”.

Comida veraniega, amigos y la caída del sol

Comida veraniega, amigos y la caída del sol

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El amigo como parte del alma repartida

Quizás la idea más poética y reveladora de Luri es la que tomó prestada del escritor Leopoldo Alas 'Clarín'. El filósofo rescata una metáfora preciosa: “Un amigo es como si tuvieras partes de tu alma repartidas por ahí”.

Esta imagen visualiza perfectamente la conexión simbiótica de la amistad verdadera. Extiende la conclusión: “Si tienes muchos amigos, tienes tu alma repartida por el mundo, con lo cual se expande tu propia vida”. La amistad, por tanto, no es solo un consuelo o un apoyo; es una auténtica expansión de nuestro ser. Cada amigo añade una nueva dimensión a nuestra existencia, enriqueciéndonos con sus perspectivas, su apoyo y su compañía.

Pandilla de amigos.

Pandilla de amigos.

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La calidad de nuestros amigos. Luri culmina su reflexión con una propuesta tan simple como radical para calcular nuestro propio valor. Frente a métricas usuales como el éxito profesional, la riqueza material o los logros personales, él ofrece una medida mucho más objetiva y humana.

“Creo que si tenemos que medir nuestro valor, la manera más objetiva para hacerlo es medir el valor de nuestros amigos”, afirma. Esta idea convierte la amistad en el termómetro último de una vida bien vivida. No se mide por lo que se tiene, sino por la calidad de los vínculos que se han sabido cultivar.

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