Salir de una relación tóxica es a menudo un proceso mucho más complejo que tomar la decisión de marcharse. Detrás de esa dificultad se esconden sofisticados mecanismos de manipulación psicológica que minan la voluntad y la autoestima de la víctima.
Fran Sánchez, psicólogo, arroja luz sobre dos de estas estrategias que, aunque son muy comunes, suelen operar de forma silenciosa y solapada. Comprender cómo funcionan es el primer paso fundamental para desactivar su poder y recuperar el control sobre la propia vida.
1. La devaluación activa
El primer comportamiento manipulado que describe Fran Sánchez es quizás el más insidioso: la devaluación sistemática de la autoimagen. No se trata de una crítica puntual en un momento de enfado, sino de un “patrón repetitivo de descalificación” constante hacia la víctima.
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¿Cómo se manifiesta? El psicólogo enumera varias formas:
- Etiquetado negativo directo: Con sentencias duras como “estás loco o loca”, “eres un desequilibrado o desequilibrada” o “estás enfermo o enferma”.
- Negación de la realidad: “Te tachará de inventarte situaciones incluso aunque las hayas visto con tus propios ojos o tengas pruebas de sobra”.
- Invalidación perpetua: “Ante un desencuentro tú nunca vas a llevar la razón”.
El objetivo final de esta técnica, según Sánchez, es “deteriorar la imagen que tienes de ti mismo” y aplicar de forma continuada lo que se conoce como gaslighting. Este término define la manipulación que busca hacer dudar a la víctima de su propia percepción de la realidad y de su estabilidad mental, llevándola a cuestionarse: “Y si quizás estoy perdiendo la cabeza...”.
Esta erosión de la autoestima, unida a otros elementos tóxicos como las “promesas de cambio” o la “atención intermitente”, crea una dependencia emocional. La persona, con la autoestima por los suelos, se conforma con “aceptando los mínimos” porque enfrentarse a la incertidumbre de fuera de la relación “se hace muy cuesta arriba”.
Los manipuladores que hacen 'gaslighting' lo hacen de forma sutil.
2. La explotación del miedo
El segundo pilar de la manipulación que expone Fran Sánchez es aún más retorcido: jugar con el miedo natural de la víctima. Este miedo no es irracional; se basa en uno de los aspectos más duros de una ruptura: la incertidumbre.
Sánchez describe este “miedo al arrepentimiento” con preguntas que atormentan a cualquiera que contempla dejar una relación, aunque sea mala: “¿volveré a enamorarme?, ¿volverán a elegirme?, ¿volveré a sentir esa conexión tan especial?”.
Discusión de pareja
La persona manipuladora explota este temor de forma consciente y cruel con frases diseñadas para paralizar:
- “¿Quién te va a aguantar a ti?”
- “Nadie te va a querer como yo”
- “Estás perdiendo a la persona de tu vida”
- O, reforzando la devaluación: “¿con quién vas a estar tú si estás mal de la cabeza?”
Estas afirmaciones buscan anclar a la víctima en la relación, convenciéndola de que el mundo exterior es un lugar aterrador y hostil del que su pareja es el único refugio posible, por muy tóxico que sea.
La combinación que encierra la trampa. Fran Sánchez concluye que es la combinación de estas dos técnicas lo que crea una trampa casi perfecta. Por un lado, la devaluación constante destruye la autoestima y la confianza de la víctima, haciéndola sentir incapaz e indigna de amor. Por otro, la explotación del miedo a la soledad y al arrepentimiento le cierra la puerta de salida, pintando el exterior como un abismo.
