El chantaje emocional ligado al sexo es una forma de manipulación que erosiona la libertad y el respeto en las relaciones. Cuando se condiciona el afecto, la aprobación o la intimidad a la entrega sexual, se convierte en coerción disfrazada de deseo. Este tipo de dinámica genera culpa, ansiedad y confusión, afectando tanto la autoestima como la confianza mutua.
La psicóloga Marta Barranco ha reflexionado sobre este tipo de conducta, en uno de los vídeos más recientes publicados en su canal de TikTok. Concretamente, relató el caso de una seguidora que se sentía confundida después de que su pareja la tratara con frialdad por no haber querido mantener relaciones sexuales.
Una pareja muestra problemas en su relación en la cama
“Satisfacer a la otra persona no puede estar por encima de si a mi me apetece o no”
No es normal. La psicóloga explicó que este tipo de reacciones no solo son una forma de castigo emocional, sino también una estrategia de manipulación, que busca que la otra persona ceda por miedo al enfado o al rechazo: “No es normal que se muestre frío y distante cuando tú no has querido tener relaciones. No es normal forzarte a hacer cosas que no te apetece hacer para que la otra persona no se enfade”, empieza diciendo.
Deseo. En su reflexión Barranco afirma que el deseo debería ser siempre mutuo y libre: “Satisfacer a la otra persona no puede estar por encima de si a mi me apetece o no”, comenta.
Discusión de pareja
Comparación. Para ayudar a entenderlo, Marta comparó la situación con la de otros actos cotidianos: “Tú no puedes obligar a alguien que no quiere comer a que coma. No puedes obligar a alguien que no quiere dormir a que duerma. El respeto hacia lo límites del otro es esencial en cualquier vínculo afectivo. Que no te haga sentir culpable si no tienes ganas, importa”, termina diciendo.
Reflexión. Reconocer estas conductas es clave para proteger la autonomía emocional. Las relaciones sanas se basan en el consentimiento libre y la comunicación sincera; cualquier forma de presión, implícita o explícita, rompe ese equilibrio. Educar sobre límites, respeto y emociones no solo previene abusos, sino que fortalece vínculos genuinos donde el afecto y el sexo fluyen sin manipulación.

