Luis Pérez, experto en adicciones, desvela tres formas de detectar a un alcohólico que todavía no sabe que lo es: “Es la incoherencia entre lo que dices y lo que haces”
Alcohol
El director de un centro de desintoxicación explica por qué muchas personas con dependencia del alcohol no se reconocen como tales y normalizan su consumo

Durante mucho tiempo creyó que podía moderar su consumo, especialmente en contextos sociales

El alcohol forma parte de la vida social en España hasta el punto de que, en muchos casos, su consumo problemático pasa desapercibido tanto para el entorno como para la propia persona. Luis Pérez, experto en adicciones y director de un centro terapéutico especializado, alerta de que miles de personas viven con una dependencia activa sin identificarla como tal, convencidas de que “solo se toman unas cañas”.
En una reciente pública con el creador de contenido Valentí Sanjuan, Pérez fue claro: el problema no siempre está en la cantidad que se bebe, sino en la relación que se mantiene con el alcohol. “Eres un alcohólico si te pasan estas tres cosas”, resume, desmontando uno de los mitos más extendidos sobre esta adicción.

Las tres señales que indican un problema con el alcohol
Según explica Luis Pérez, existen tres indicadores fundamentales que permiten detectar una dependencia, incluso cuando la persona no se considera alcohólica:
- Sentirse mal después de beber. No se trata solo de resaca física, sino de malestar emocional, culpa o vergüenza tras el consumo.
- Necesidad de controlar el consumo. “El que no tiene un problema no tiene por qué controlarlo”, señala. Si una persona necesita imponerse límites constantes, es una señal de alerta.
- Decidir dejar de beber y no conseguirlo. Para Pérez, este es el punto clave: “Esa incoherencia entre lo que decides y lo que haces significa que necesitas ayuda porque eres un alcohólico”.

Estas señales, explica, suelen minimizarse o justificarse durante años, retrasando el acceso a un tratamiento adecuado.
Cuando el alcohol es la puerta de entrada a otras adicciones
La autoridad de Luis Pérez en este ámbito no es solo profesional, sino también vital. Durante años, convivió con una adicción severa que incluyó el consumo diario de cocaína en cantidades extremas. Sin embargo, con el tiempo comprendió que el núcleo de su problema no era solo la droga, sino el alcohol.
Durante mucho tiempo creyó que podía moderar su consumo, especialmente en contextos sociales. Esa falsa sensación de control acabó llevándole a recaídas constantes. “El alcohol era la puerta de entrada”, reconoció tras años de intentos fallidos por mantenerse limpio.

Su experiencia le llevó a una conclusión contundente: para algunas personas, la única salida real es la abstinencia total.
Pedir ayuda no es fracasar
Después de más de seis años de abstinencia, Luis Pérez dirige hoy una red de centros especializados en el tratamiento de adicciones. Desde su experiencia, insiste en que el mayor obstáculo no es dejar de beber, sino aceptar que existe un problema.
Reconocer la incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace, asumir la pérdida de control y pedir ayuda profesional son, según Pérez, los primeros pasos reales hacia la recuperación.