Kim Ung-Yong nació en Corea del Sur en 1962 y su nombre sigue sorprendiendo más de seis décadas después. Reconocido mundialmente por su descomunal coeficiente intelectual —210 puntos, según el Libro Guinness de los Récords—, su historia no es solo la de un genio precoz, sino también la de un hombre que decidió alejarse de la fama para abrazar una vida tranquila, auténtica y rodeada de afecto.
Una mente extraordinaria desde el principio
Desde muy pequeño, Kim dejó boquiabiertos a todos los que le rodeaban. A los seis meses ya hablaba con soltura, y antes de cumplir tres años era capaz de leer con fluidez en coreano, japonés, alemán e inglés. A los cuatro, resolvía problemas de cálculo diferencial e integral, y a los tres años ingresó en la Universidad de Hanyang. Su extraordinaria inteligencia lo convirtió en un fenómeno mediático a nivel internacional.

Kim Ung-Yong en clase
Su precoz talento no tardó en cruzar fronteras. A los ocho años ya colaboraba con la NASA en investigaciones científicas avanzadas. Más tarde, alcanzaría un doctorado en física con tan solo dieciséis años.
Una infancia marcada por el aislamiento. Pese a sus logros, la vida de Kim no fue sencilla. En una entrevista con The Korea Herald, el propio Kim confesó el profundo aislamiento emocional que vivió durante su etapa en Estados Unidos. “La gente me veía como un genio. Pero eso solo significaba que vivía bajo una presión constante, aislado del mundo real”, relató. “Me sentía como un experimento, como un mono de zoológico observado por todos, pero sin nadie que realmente se preocupara por mí como persona”.
Lejos de lo que muchos podían imaginar, lo que más anhelaba Kim era algo tan humano como la cercanía de su madre: “Extrañaba mucho a mi mamá”, confesó. Esa añoranza fue una de las razones que le llevaron a abandonar su carrera en la NASA y regresar a su país natal.
Comenzar de nuevo desde cero
Volver a Corea del Sur no fue fácil. Sus estudios realizados en el extranjero no fueron convalidados y se vio obligado a reiniciar su educación desde niveles básicos. Sin embargo, en apenas un año completó el sistema educativo local y retomó su formación universitaria.

Kim Ung-Yong
Su decisión de alejarse de la fama y del mundo académico occidental no fue bien recibida por todos. Muchos interpretaron su retorno como un “fracaso” o un desperdicio de talento. Pero Kim siempre fue claro: priorizar su salud mental y su bienestar fue la decisión más sabia que pudo tomar.
La enseñanza como verdadera vocación. Hoy, Kim Ung-Yong es profesor a tiempo completo en la Universidad Shinhan, en la provincia de Gyeonggi. También ha ejercido como docente en universidades de prestigio como Yonsei, Sunkyunkwan y KAIST. En lugar de perseguir la gloria, ha optado por transmitir conocimiento desde la cercanía y la vocación, encontrando en la docencia un camino alineado con sus verdaderos valores.

Kim Ung-Yong
Una nueva definición de éxito
La historia de Kim Ung-Yong desafía la idea convencional de éxito. No todo se resume en reconocimiento, cifras o fama internacional. Para él, el verdadero triunfo ha consistido en vivir en armonía con sus propios principios, eligiendo una vida que le permitiese estar en paz consigo mismo y con quienes le rodean.
A sus 63 años, su historia sigue inspirando a miles de personas. Su vida demuestra que incluso los talentos más extraordinarios pueden encontrar su plenitud no en los titulares ni en los laboratorios, sino en la serenidad de una existencia genuina.