¿Puede el nombre que llevas influir en cómo te perciben los demás… o incluso en tu inteligencia? Según una reciente investigación realizada por un grupo de profesores de la Universidad de Stanford, existe una correlación estadística entre ciertos nombres y los resultados obtenidos en test de coeficiente intelectual.
El nombre masculino que, según los datos analizados, aparece con el CI medio más bajo es Jonathan, uno de los más comunes en países como España, Estados Unidos o México.
El nombre con peor puntuación en las pruebas de CI
El estudio, basado en una muestra de 70.000 personas, encontró que quienes se llamaban Jonathan registraban una puntuación media en los test de inteligencia de alrededor de 80 puntos, muy por debajo del promedio general establecido en 100. Esta cifra situaría a quienes llevan este nombre dentro del rango considerado de capacidad intelectual baja.
El calvario de David Castillo al encarnar a Jonathan en 'Aída'
Este hallazgo resulta especialmente llamativo en España, donde más de 24.000 personas se llaman Jonathan, y existen además variantes como Jonatan (más de 19.000) y Yonatan (alrededor de 1.000), según los datos del INE.
Un vínculo cuestionado por expertos. A pesar del impacto que puede tener un titular así, muchos especialistas en psicología y educación ponen en entredicho la validez de este tipo de investigaciones. ¿El motivo? Asociar directamente el nombre de una persona con su capacidad intelectual es, según señalan, metodológicamente problemático.
El nombre no es una variable intrínseca de la persona, sino que está profundamente ligado a factores culturales, sociales y económicos, que sí pueden tener una influencia real en el desarrollo cognitivo. Es decir, lo que puede existir no es una relación causal entre nombre e inteligencia, sino una correlación indirecta a través del entorno en el que nacen y crecen muchas personas con determinados nombres.
Cada vez tenemos puntuaciones de coeficiente intelectual más bajas
La inteligencia es más que un número
Otro punto clave que critican los expertos es la reducción de la inteligencia al coeficiente intelectual. Aunque el CI puede ofrecer información sobre ciertas habilidades cognitivas como la memoria, la lógica o la capacidad matemática, no mide aspectos como la creatividad, la inteligencia emocional, la adaptabilidad, ni el pensamiento crítico, todos ellos esenciales para el desarrollo humano.
Por tanto, este tipo de estudios, aunque llamativos, deben leerse con cautela. El riesgo de perpetuar estereotipos injustos y simplistas es elevado, y más aún si no se tiene en cuenta el contexto completo en el que vive cada persona.
