Jaime Palomera, analista económico especializado en mercado inmobiliario, ha revelado en redes sociales la mecánica oculta que explica por qué los bancos españoles continúan concediendo hipotecas a 30 años en un contexto de precios desbordados y economía volátil. Su análisis muestra que lo que parece una práctica arriesgada es en realidad un negocio blindado para las entidades financieras.
La aparente irracionalidad
Palomera inicia su reflexión con una observación contundente: “En cualquier mercado normal y corriente, nadie en su sano juicio daría un préstamo a una familia para devolverlo en 30 años, sabiendo que destinará más salario del que debería y que en ese tiempo pueden estallar crisis económicas que le impidan hacer frente a la deuda”.

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Esta práctica, que sería considerada de alto riesgo en cualquier otro sector, se ha normalizado en el mercado hipotecario español durante “casi cuatro décadas”. La pregunta que plantea Palomera es: ¿por qué los bancos asumen este riesgo aparente?
El mecanismo de protección bancaria. La respuesta reside en la naturaleza de la garantía: “la entidad financiera sabe que la hipoteca está respaldada por una vivienda y un suelo cuyo valor considera muy seguro y rentable porque con el tiempo tiende a apreciarse”.
Palomera desvela la ecuación fundamental: “El negocio del banco, el activo es la hipoteca, pero sabe que, en caso de que no puedas devolver el dinero, saldrá ganando igualmente porque tendrá un activo de mayor precio que el dinero que te prestó, que es la casa”.

¿Qué tipo de hipoteca elegir?
Este mecanismo crea una situación perversa donde el banco gana en ambos escenarios: si el cliente paga la hipoteca, obtiene intereses durante décadas; si el cliente no puede pagar, se queda con un activo inmobiliario que históricamente se revaloriza.
El interés en inflar precios
El economista va más allá al señalar que los bancos “a menudo se ven incentivados a inflar la tasación de las casas”. Esta práctica, que “se convirtió en norma durante la burbuja que estalló en 2008”, está regresando progresivamente al mercado.
Palomera explica el círculo vicioso: “Las tasaciones infladas permiten al banco justificar la concesión de hipotecas más altes, haciendo que las casas sean cada vez más inaccesibles para las familias de ingresos medios”.

La clave está en el precio de compra y la tasación
Esta dinámica contribuye directamente a la escalada de precios, creando una barrera de entrada cada vez más alta para quienes quieren acceder a la vivienda en propiedad.
Las consecuencias para las familias
Mientras los bancos se blindan contra el riesgo, las familias asumen una carga financiera desproporcionada. Palomera alerta sobre el hecho de que los hogares destinan “más salario del que deberían” al pago de la hipoteca, quedando extremadamente vulnerables ante cualquier crisis económica, laboral o personal.
Esta asimetría de riesgo crea una situación donde las familias cargan con toda la incertidumbre mientras los bancos disponen de mecanismos de protección que garantizan su beneficio en prácticamente todos los escenarios.
Palomera identifica el elemento central de esta ecuación: “el banco saca tajada de las rentas del suelo y por eso tiene interés en aumentar el precio todo lo posible”. El suelo, como recurso limitado y esencial, se convierte en la verdadera garantía última que sustenta todo el sistema.
Esta comprensión del negocio bancario-inmobiliario revela que el interés de las entidades financieras no está necesariamente alineado con la accesibilidad de la vivienda, sino con la maximización del valor del suelo que garantiza sus préstamos.