Decir “lo siento” es una de las fórmulas más comunes en el lenguaje cotidiano. Sin embargo, su uso excesivo puede tener consecuencias inesperadas. Según los expertos recopilados por el medio Trendencias, disculparse de manera automática, incluso en situaciones donde no es necesario, puede proyectar inseguridad y falta de convicción.
La psicóloga María Esclapez, en su libro Me quiero, te quiero, señala que una disculpa es necesaria siempre que la otra persona se sienta molesta, con independencia de si se tiene razón o no. Pero advierte que pedir perdón constantemente en contextos menores no solo resta impacto a las disculpas verdaderamente importantes, sino que además puede debilitar nuestra imagen personal.
Pedir perdón
En esta línea, la científica del comportamiento Shadé Zahrai, formada en Harvard, lo explica con claridad: “Pedir disculpas por cosas que no merecen una disculpa suele surgir del deseo de mostrar respeto, obtener aprobación externa o evitar conflictos, pero disculparse demasiado proyecta falta de convicción en tus opiniones, lo que puede hacer que otros cuestionen tu credibilidad y te haga parecer débil e inseguro”.
El cambio de “lo siento” por “gracias”
La alternativa que proponen los expertos es simple: sustituir el “lo siento” por un “gracias”. Se trata de un pequeño ajuste que cambia el foco de la interacción de lo negativo a lo positivo.
Conversación con un superior
Por ejemplo, si llegas tarde a una reunión, en lugar de decir “lo siento por el retraso”, la opción más adecuada sería “gracias por vuestra paciencia”. Este enfoque no centra la atención en el error cometido, sino en el esfuerzo de la otra persona, reforzando así el vínculo y generando un clima más constructivo.
Como explica la especialista, expresar gratitud no solo evita que la conversación se cargue de culpa, sino que también hace sentir valorada a la otra persona, lo que fortalece la conexión y fomenta la confianza.
Dos amigos hablando
Inteligencia emocional y relaciones más positivas. La clave está en la inteligencia emocional, esa capacidad para reconocer y gestionar nuestras emociones y las de los demás. Cambiar un “lo siento” innecesario por un “gracias” es un gesto que demuestra autocontrol, empatía y respeto, sin proyectar inseguridad.
Los estudios muestran que quienes expresan gratitud de forma habitual generan mayor sensación de conexión en su entorno que quienes recurren únicamente a disculpas. En el ámbito laboral, este matiz puede marcar la diferencia entre parecer profesional y seguro o transmitir debilidad.
