Kylian Mbappé, convertido en uno de los jugadores más influyentes del mundo, ha demostrado que su liderazgo va mucho más allá del terreno de juego. En una entrevista con L’Équipe Magazine, el delantero del Real Madrid habló con una franqueza absoluta sobre el peso psicológico que acompaña al deporte de élite y la dificultad de expresar vulnerabilidad sin ser juzgado. Su mensaje es claro: la salud mental sigue siendo un tema tabú en el fútbol y en la alta competición.
“El problema es que a la gente le cuesta. No se supone que debas mostrarlo”, asegura cuando le preguntan por deportistas como Tadej Pogačar, que han reconocido momentos de angustia durante la competición. Según Mbappé, admitir cansancio o fragilidad depende más del resultado que del estado real del deportista: “Si pierdes un partido y dices que estás cansado, la gente dirá que es porque jugaste mal”.
Kylian Mbappé durante un partido contra el Liverpool
El peso de la exigencia y la batalla interna
Mbappé reconoce que vive bajo estándares muy elevados, muchos de ellos impuestos por él mismo. “Nunca he querido aceptar el fracaso, así que no me importa que la gente me lo reproche. Soy muy duro conmigo mismo...”. Es en esa autoexigencia donde encuentra la motivación, pero también el riesgo emocional.
El delantero admite que hay momentos en los que solo puede expresar cómo se siente en privado o cuando el contexto es más amable: “En casa puedo decirlo. Si gano el Mundial y vienes tres días después, puedo decirlo. Pero tras una derrota, la gente no lo aceptará”.
Kylian Mbappé con la selección francesa
Y añade una frase que resume la tensión constante entre pasión y desgaste: “Si no tuviera esta pasión, el fútbol me habría disgustado hace mucho tiempo”.
El equilibrio imposible entre expectativas y humanidad
Mbappé resume el dilema con precisión: “No tienes derecho a perder, a equivocarte”. Este nivel de exigencia, explica, es a la vez lo que construye la carrera de un deportista admirado y lo que alimenta la presión invisible.
Para el francés, la clave está en encontrar un espacio donde poder verbalizar lo que siente sin que el rendimiento del día anterior determine la legitimidad de sus emociones. Porque detrás del ídolo, de los goles y de la gloria, continúa habiendo una persona sometida al escrutinio permanente.
Kylian Mbappé celebrando un gol
Mbappé lleva años acostumbrado a convivir con expectativas astronómicas, pero ahora ha querido verbalizar que la mayor batalla no siempre es física, sino mental. Y su testimonio contribuye a una conversación cada vez más urgente: cómo proteger la salud psicológica de quienes viven bajo la mirada del mundo entero.
