Haruki Murakami, uno de los escritores más influyentes y leídos del mundo, siempre ha evitado hablar de “trucos” o fórmulas mágicas para escribir. En lugar de ello, el autor de Tokio Blues insiste en algo que sorprende a quienes idealizan la figura del escritor bohemio: la clave de su creatividad es una rutina férrea, física y mental, que ha mantenido sin excepciones durante más de treinta años.
En una entrevista para The Paris Review, Murakami lo dejó claro: “Cuando me pongo a escribir una novela, me levanto a las cuatro de la mañana y trabajo entre cinco y seis horas. Por la tarde, corro diez kilómetros o nado mil quinientos metros (o ambas cosas)… Me acuesto a las nueve de la noche”.
Nada de noches en vela, cafés interminables ni caos creativo. Su secreto es justo el contrario.
El escritor japonés Haruki Murakami tras recoger el Premio Letras durante la 43º edición de los Premios Princesa de Asturias
Del bar de jazz a una vida de disciplina
Antes de convertirse en escritor profesional, Murakami llevaba un estilo de vida completamente distinto. Regentaba un bar de jazz en Tokio, trasnochaba y no prestaba demasiada atención a su salud. Pero cuando decidió dedicarse por completo a la literatura, comprendió que necesitaba un cuerpo fuerte para sostener una mente concentrada.
Ese cambio fue radical. En sus ensayos, como De qué hablo cuando hablo de escribir, el autor explica cómo empezó a correr casi a diario al iniciarse en la escritura. Desde entonces, la actividad física se convirtió en un pilar de su vida creativa. “Durante más de tres décadas, tengo por costumbre salir a correr o ir a nadar durante una hora casi a diario”, escribe.
Haruki Murakami
“La fuerza física es fuerza mental”
Murakami defiende que el cuerpo y la mente son inseparables. Y lo hace con una frase contundente: “Cuando la fuerza disminuye, con ella la capacidad de pensar”.
Su argumento coincide con la ciencia: estudios recientes señalan que el ejercicio moderado favorece la generación de nuevas neuronas en el hipocampo, región clave para la memoria y la concentración. Sin actividad física regular, estas neuronas se pierden; con entrenamiento sostenido, se consolidan.
Por eso Murakami concibe su rutina no como un sacrificio, sino como un mecanismo de supervivencia creativa. Correr, nadar, escribir y dormir temprano forman parte de un engranaje que mantiene su mente alerta y su cuerpo capaz de sostener largas horas frente al teclado.
Salir a correr
El poder de la repetición. Para el escritor japonés, el verdadero secreto no está en el deporte ni en el madrugón, sino en la repetición. Repetir cada día la misma secuencia, sin desviarse, sin concesiones. “La repetición en sí se convierte en lo importante; es una forma de hipnosis. Me hipnotizo para alcanzar un estado mental más profundo”, explica.
Murakami cree que el talento es solo una pieza pequeña. Lo que marca la diferencia es la constancia. Para él, escribir una novela es un “entrenamiento de supervivencia” donde la fuerza física es tan necesaria como la sensibilidad artística.
Cada vida, una rutina
Pese a la admiración que despierta su método, Murakami insiste en que no quiere convertirlo en receta universal. Nunca ha recomendado correr a nadie, ni prescribir madrugones. “Si a alguien le interesa correr grandes distancias, empezará a correr por su cuenta. Si no le interesa, no hay manera de convencerlo”, escribió en un artículo para The New Yorker.
Su mensaje final es simple: cada persona debe construir su propio sistema. Él encontró el suyo casi por experimentación. “Decidí empezar a correr todos los días porque quería ver qué pasaba”, confesó. Y descubrió que ese hábito le hacía más fuerte, más estable y más creativo.
