En demasiadas aulas, el guion parece repetirse con precisión mecánica: el profesor entra, saluda brevemente, abre el libro de texto por la página correspondiente y continúa con el temario como si fuera una línea de producción. Sin desvíos, sin preguntas, sin contexto. Solo el avance lineal de contenidos, dictado por la editorial y el calendario académico.
Andrea Barceló es una maestra de primaria que estaba totalmente en contra de este método pero, después de dos años de experiencia, ahora lo entiende. En un vídeo publicado en TikTok ha defendido la teoría de que el alumno también debe poner de su parte para motivar a los profesores. La reflexión ha provocado un interesante debate entre docentes, familias y alumnos en las redes.
Un niño aburrido en clase
“Para qué preparar juegos si van a pasar de todo?”
Esfuerzo. La maestra explica que ha pasado horas preparando materiales y juegos, con la esperanza de ofrecer unas clases más dinámicas. Cuando encuentra una respuesta positiva recibe un chute de energía que le motiva, pero a veces se encuentra con un pasotismo que puede ser desesperante: “Para qué preparar juegos si van a pasar de todo?”, se pregunta.
Maestro en una clase
La carga mental no es solo del profesor. Andrea cree que el entusiasmo de los docentes y la actitud de los alumnos deben ir de la mano: “Dejémonos de centrarnos solo en el profesor; esto es algo recíproco”, termina diciendo.
Datos. El último barómetro del sindicato ANPE afirma que un 68% de los docentes menores de 35 años se sienten “frecuentemente desmotivados”. La inmediatez de las redes sociales, la falta de hábitos de esfuerzo, y un sistema educativo rígido que a menudo prioriza los resultados sobre el proceso, crean un caldo de cultivo difícil para mantener viva la chispa de enseñar y aprender.

