Meter los tomates en la nevera es, probablemente, uno de los errores más comunes que cometemos en casa con este producto tan presente en la dieta mediterránea. Pero lo que parece un gesto inocente puede ser, según explica el agricultor ecológico Bussy, “tirarlos directamente a la basura”.
A través de su canal en TikTok LaHortetaDeBussy, este agricultor valenciano especializado en cultivo ecológico ha explicado por qué el frigorífico es el lugar menos indicado para conservar tomates. “Te voy a dar tres motivos —dice— y el último es el más importante”.
1. Se interrumpe la maduración (y no vuelve)
El primer motivo que destaca Bussy es que el frío detiene el proceso natural de maduración del tomate. “Al meterlo en la nevera, este proceso se interrumpe y aunque lo saques, ese proceso ya no se reactiva otra vez”, explica. Lo que se gana en duración se pierde en calidad, y de forma irreversible.
El tomate de Los Palacios
2. La textura se estropea
El segundo problema es de tipo físico. El frío rompe las paredes celulares del tomate, lo que hace que su textura pase de jugosa a harinosa o arenosa. “Por eso muchas veces los tomates están como terrosos”, advierte.
Captura de vídeo
3. Pierdes aroma y sabor (el más importante)
Pero el punto más importante tiene que ver con lo que realmente nos enamora del tomate: su sabor y su olor. Bussy lo explica así: “El tomate, por debajo de 10 grados, reduce la producción de compuestos volátiles. Y los compuestos volátiles son los responsables del sabor y del aroma del tomate”.
Tomate de la huerta
En otras palabras: refrigerar el tomate significa apagar los mecanismos que le dan su identidad. “El frío desactiva las enzimas que dan sabor al tomate una vez cosechado”, señala el agricultor, que insiste en que todo tomate lover debería tener esto muy presente.
Fuera de la nevera, siempre. El mensaje de Bussy es claro y sin medias tintas: “Si quieres comerlos en las mejores condiciones, no los metas en la nevera. Porque la estás cagando”.
