Javier Morant, empresario, sobre el papel de un buen jefe: “Mi empleada no podía ir porque estaba enferma y me ha tocado dar ejemplo”

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El joven emprendedor comparte su visión sobre el liderazgo y lo que significa ser un buen jefe en el sector de la hostelería

Barra de un bar en pleno funcionamiento

Barra de un bar en pleno funcionamiento

EUROPA PRESS / Europa Press

Ser jefe en hostelería es convivir con una presión constante que rara vez aparece en las conversaciones sobre el sector. Desde fuera se asume que el liderazgo confiere autoridad, pero dentro de una cocina o de un salón lleno, esa autoridad se transforma en una cadena de decisiones urgentes, horarios interminables y una exigencia emocional que no da tregua. Quien dirige un equipo debe absorber quejas, resolver conflictos, reorganizar turnos a última hora y mantener el servicio impecable incluso cuando el personal escasea y la fatiga pesa más que el delantal.

Javier Morant es un joven de 21 años que decidió montar un negocio de hostelería. A través de un vídeo de TikTok ha compartido su filosofía como empresario. Ante la baja de una de las trabajadoras, no ha dudado en ponerse manos a la obra para dar ejemplo al resto de los empleados. 

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Trabajador de un bar 

EUROPA PRESS / Europa Press

“Ser un buen jefe no es limitarse a dar órdenes”

Líder. Morant defiende que ser un buen jefe no es simplemente delegar tareas y mostrarse firme: “Ser un buen jefe no es limitarse a dar órdenes y a decir, 'Tienes que hacer esto, tienes que hacer lo otro'. La clave es hacer algo y que tus trabajadores o las personas que están contigo trabajando lo hagan detrás de ti”, explica haciendo hincapié en la figura del líder. 

Chica joven trabajando en el sector de la hostelería

Chica joven trabajando en el sector de la hostelería

Getty Images

Ejemplo. El joven explica que ha decidido grabar el vídeo para desmitificar la figura del jefe: “Este vídeo solamente era para ofrecer mi visión de ser un jefe. Para que sepáis que ser jefe no es trabajar, es trabajar el que más”, afirma mientras repone con sus manos los productos en una de las vitrinas. Las experiencias de quienes ya han dado el salto coinciden en un punto esencial: tener las ideas claras desde el principio se convierte en un pilar fundamental para avanzar. No se trata solo de definir un proyecto, sino de entender por qué existe, qué necesidad cubre y hacia dónde quiere crecer

España cuenta con cerca de 1,6 millones de trabajadores en el sector de la hostelería

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Getty Images

Flexibilidad. En un oficio tan sacrificado como la hostelería, tener flexibilidad con los horarios y las necesidades de los trabajadores se convierte en algo fundamental. Una baja, un retraso o una urgencia personal pueden desencadenar un efecto dominó que afecta a cocina, sala y tiempos de espera. Lo que desde fuera parece un simple contratiempo, dentro del negocio se convierte en una carrera contrarreloj para reorganizar turnos, cubrir tareas y evitar que la experiencia del cliente se resienta. La hostelería funciona gracias a un equilibrio tan delicado como invisible. Detrás de cada servicio fluido hay decisiones rápidas, sacrificios silenciosos y una resiliencia que sostiene a un sector esencial, pero vulnerable.

Datos. Muchos trabajadores de hostelería en España denuncian condiciones laborales precarias y poca flexibilidad, lo que genera una alta rotación, ya que aproximadamente un 30 % lleva menos de un año en su empleo. Los salarios son bajos, con un promedio de 1.818 €/mes, un 25 % inferior a la media nacional, y las jornadas suelen ser largas, con turnos partidos, nocturnos o fines de semana, lo que dificulta la conciliación. Además, la baja sindicalización limita la capacidad de negociar mejoras, mientras que temporalidad, contratos parciales e inestabilidad afectan especialmente a jóvenes, mujeres e inmigrantes, dejando al sector marcado por un equilibrio frágil entre exigencia laboral y escasa protección.

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