En el mundo de la inversión, solemos pensar que las mayores amenazas para nuestro dinero son la volatilidad del mercado, las crisis económicas o los tipos de interés. Sin embargo, para Pablo López, nuevo country manager de Trade Republic en España, el verdadero problema está mucho más cerca: en nosotros mismos.
En una conversación con el creador de contenido financiero Eric Ponce, López lo expresa sin rodeos: “El principal enemigo del ser humano a la hora de invertir es el ser humano”. Y añade que, cuando vemos caer nuestra cartera, incluso un simple 5% en un día, solemos reaccionar movidos por el miedo o la impulsividad, lo cual nos lleva a decisiones poco racionales y, casi siempre, perjudiciales para nuestro patrimonio.
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Las emociones: el principal peligro para el inversor medio
Pablo López recuerda que ningún inversor es un robot: “Somos seres humanos, tenemos sensaciones y sentimientos”, subraya. Y esta simple verdad explica por qué, ante una caída puntual del mercado, muchos venden precipitadamente, aunque su estrategia inicial estuviera pensada para el largo plazo.
En su diálogo con Ponce, López lanza una pregunta clave: “Si tu horizonte es de largo plazo, ¿por qué te iba a importar que el 4 de abril la bolsa bajara un 5%?”. Un recordatorio de que el corto plazo es una trampa psicológica para quienes buscan construir riqueza con calma y visión.
Los sesgos cognitivos
El origen de la mayoría de errores. Diversos estudios de finanzas del comportamiento, como los clásicos de Daniel Kahneman y Amos Tversky, llevan décadas demostrando que los inversores caen sistemáticamente en patrones irracionales:
- Aversión a la pérdida: sentimos más dolor al perder que alegría al ganar.
- Sesgo de actualidad: creemos que lo que ocurre hoy continuará siempre.
- Sesgo de confirmación: buscamos información que apoye nuestros miedos.
- Sobreconfianza: pensamos que podemos predecir el mercado mejor que nadie.
Pablo López sintetiza todo esto con una idea clara: la mejor manera de evitar decisiones impulsivas es automatizar.
“La mejor forma de luchar contra esos sesgos es intentar automatizar cuanto más”, explica. Así se evita que el inversor tome decisiones emocionales y, en cambio, mantiene un plan constante y predecible.
Inversión
Automatizar para protegerse de uno mismo
Para López, automatizar no solo implica programar aportaciones periódicas, sino también mantener una distancia emocional con los movimientos del mercado.
Sus claves son:
- Mantener aportaciones mensuales, independientemente del estado del mercado.
- Revisar la cartera solo en momentos puntuales, no cada día.
- Volver siempre a la pregunta fundamental: “¿Cuál es tu horizonte de inversión?”.
El propio López lo recuerda: las inversiones a largo plazo no se evalúan por lo que ocurra un martes cualquiera, sino por cómo evolucionan durante años o décadas.
Cada vez son más los expertos que señalan que podemos estar ante el escenario más favorable para la gestión activa.
En un momento en el que millones de personas se inician en el mundo de la inversión a través de aplicaciones móviles, López lanza una advertencia necesaria: la tecnología puede ayudarte, pero la disciplina la pones tú.
