Los monárquicos ultraconservadores que alentaron el fin de la República acusaron a Franco de ser un arribista que apenas hizo nada para combatir a la izquierda en los años 30. La acusación se puso blanco sobre negro en un memorándum secreto que los alfonsinos dirigieron en 1941 al gobierno del Reino Unido. Un documento que ahora Ángel Viñas saca a la luz en su libro ¿Quién quiso la Guerra Civil (Crítica). En el ensayo, el historiador documenta y desgrana la conspiración que
los monárquicos tejieron contra la República para, con apoyo económico y sobre todo militar de Mussolini, establecer una dictadura fascista al estilo de la italiana como transición a la restauración de la monarquía.
El memorando que los monárquicos hicieron llegar a Londres a través del entonces embajador británico en Madrid, Samuel Hoare, consiste en un texto de 12 páginas destinado a resaltar el papel decisivo de los partidarios de la Corona en la liquidación de la República y, con tanto o más énfasis, a denostar el “arribismo y oportunismo” del general Franco en la operación de 1936.
En resumen de un funcionario de Londres que el historiador español asume como propio, el informe en cuestión era “un interesante relato de las circunstancias que llevaron a la Guerra Civil” cuya tesis fundamental señalaba que “ni Franco ni Falange fueron realmente elementos importantes en el movimiento nacional sino que se apañaron para capitalizarlo con el fin de engrandecer su propio papel”.
El libro donde Viñas desvela el memorándum nació de una anterior investigación suya para Los mitos del 18 de julio(2013), que escribió con otros ocho historiadores. Aquella indagación se saldó con el descubrimiento de los cuatro contratos a través de los cuales el gobierno de Mussolini vendió a los conspiradores españoles contra la República un total de 43 aviones de combate además de bombas, ametralladoras y abundante munición de grueso
calibre.
Ahora, en ¿Quién quiso la Guerra Civil, el autor sitúa esos contratos en el contexto de la conspiración de los monárquicos, mano a mano con Calvo Sotelo y con el apoyo italiano: un complot cuyo inicio sitúa tan pronto como el año 1932, a los pocos meses de la instauración de la Segunda República, y de la que subraya que –como muestran las pruebas que aporta en el libro– “no se limitó a meras palabras sino a muy concretas acciones clandestinas”.
El también autor de El primer asesinato de Franco (2018), referido a la muerte del general Balmes, afirma que aunque los hechos que relata en su nueva publicación ya eran conocidos en parte, sus pesquisas en distintos archivos españoles, italianos, británicos y franceses le han permitido demostrar la conspiración con el Duce mediante un relato avalado con pruebas. Se trata de la conexión coherente de unos episodios que hasta ahora aparecían sueltos y en parte inciertos y los cuales comportan una gravedad que él –asegura– “no esperaba”.
Viñas reconoce que subsisten lagunas sobre el desarrollo de la trama contra la República antes y durante el golpe. Así como sobre el grado de conocimiento y las intenciones de Alfonso XIII en relación con las maniobras a favor de su retorno… o el de su hijo don Juan, pues no consta que los conspiradores llegaran a determinar quién de los dos habría de reinar en la restaurada monarquía. Lo que sí tenían claro es que la restauración llegaría tras un periodo transitorio de dictadura que, eso sí parece más claro en opinión del historiador, tendría a Sanjurjo como líder máximo y a Calvo Sotelo como presidente de un directorio cívico militar con funciones ejecutivas.
Una parte de las incógnitas por despejar habría que atribuirlas, señala Viñas, a la imposibilidad de acceder a determinados archivos y documentos importantes. “Hay que abrir los archivos. Los de la Casa Real sólo se conocen hasta el año 1931”, lamenta. Y se pregunta: “¿Dónde están los papeles de Mola y su cuaderno de guerra?”.
En cuanto al interrogante que da título al texto, Viñas responde con rotundidad: “Los que quisieron que en España estallara una guerra civil no fueron los comunistas ni los socialistas ni los anarquistas ni los republicanos, sino el sector más asilvestrado de la derecha reaccionaria”: más en concreto, según su tesis, los “monárquico-fascistas”, los falangistas, los militares de la clandestina UME ( Unión Militar Española) y, naturalmente, los poderes económicos dispuestos a sufragar su aventura, entre los que él destaca al banquero mallorquín Juan March.
El fracaso de lo que Viñas denomina “el proyecto monárquico” se debió según él a los caprichos del azar. O, más exactamente, a “la desaparición de Calvo Sotelo y Sanjurjo –el primero de dos tiros y el segundo al estrellarse su avión– y a la aparición en primer plano de la escena de un general llamado Francisco Franco que se autoerigió después un monumento como si hubiese sido el inspirador del golpe”. No lo fue, sostiene el historiador, pero vaya si le sacó partido. A sangre y fuego, durante 40 años.