La relación entre Manolo García y el Palau Sant Jordi siempre ha sido peculiar. Durante muchos años, el músico barcelonés, que aunque no lo parezca el pasado agosto cumplió 69 primaveras, lo esquivó. Pero su primera vez en el 2018 le hizo cambiar de opinión y prueba de ello es que este 2024 lo ha visitado dos veces. Y aunque los cambios respecto al pasado mayo fueron pocos, el recital de este sábado también convenció a las más de 17.000 personas que volvieron a llenar el pabellón de Montjuïc.
La excusa para esta segunda visita en seis meses era poner punto final a su gira Cero Emisiones Contaminantes Desde Ya. Pero la DANA que castigó Valencia lo impidió al obligar al artista a posponer sus conciertos en Tarragona y la ciudad del Turia para las próximas semanas. No fue un fin de fiesta pero, tal como reza uno de sus temas más exitosos, el del Poblenou no perdió el tiempo y repasó durante tres horas, descanso incluido, tanto sus canciones más reconocidas en solitario como las más emblemáticas de El Último de la Fila.
La coreada 'Pájaros de barro' y siete referencias a El Último de la Fila no faltaron a la cita
Por ello, con el ánimo de no dejarse nada en el tintero desde el principio, el concierto arrancó por todo lo alto con Insurrección, con el protagonista vistiendo una americana lila y que fue la primera referencia a su recordada banda, y Nunca el tiempo es perdido, otro hit en el que durante unos segundos se fue el sonido -sucedió otras tres veces a lo largo de la noche y acabó con el artista tirando el micrófono al suelo-, lo que no enturbió un arranque muy efectivo.
Manolo García sabe de esto y es consciente de que sus dos discos publicados en el 2022 también tenían que estar presentes. Tras saludar con un “molt bona nit, amics” y asegurar que “subir aquí arriba es la hostia”, Diez mil veranos fue la primera referencia a Mi vida en Marte -“puto black friday”, dijo-, del que también sacó a relucir No lloras y juras en los compases iniciales, Quisiera escapar y Reguero de mentiras. Por su parte, Destinos desplumados también estuvo presente con Azulea y una bailaora en el escenario, La Maturranga y Laberinto de sueños (en las geometrías del rayo), que demostraron que el del Poblenou tiene unos fieles seguidores que no le dejarán jamás.

Manolo García, acompañado por sus músicos
Pero el Sant Jordi es un pabellón muy exigente y no es ningún secreto que, para conquistarlo, es casi obligatorio tocar aquellos temas imprescindibles que te han llevado hacia él. Llanto de pasión, también en el convincente tramo inicial, y Lápiz y tinta, con el ecuador del maratoniano concierto ya superado, fueron nuevas referencias a El Último de la Fila -cómo no olvidar su reunión en el 2023 que nos hizo soñar con una gira que ya se encargaron de dejar claro que no sucederá- en un recital que tuvo un claro disco como protagonista.
Pese a que ya han pasado 26 años de su publicación, Arena en los bolsillos, el primer trabajo de Manolo García tras emprender caminos separados con Quimi Portet, fue el más recurrido a lo largo de la velada, con una Zapatero en la que lamentó que “los políticos han jodido la Barcelona de la cultura” y las exitosas Sobre el oscuro abismo en que te meces, Viernes y A San Fernando, un ratito a pie y otro caminando, que fueron el preludio de un necesario descanso con las dos horas superadas.
La parte negativa fue el sonido, que se fue cuatro veces y acabó con un artista tirando el micrófono al suelo
Párrafo aparte merece la que para muchos es la canción más significativa de la etapa en solitario del músico barcelonés y que, con sus palmas y su inconfundible punteo de guitarra, hace que miles de personas la identifiquen en cuestión de segundos. La imprescindible Pájaros de barro volvió a protagonizar uno de los momentos más emotivos de la noche, con el artista muy cerca del público y cantándole a un mar que, pese a que afirma que quedó lejos “hace tiempo”, estaba muy cerca de un Sant Jordi que cada vez le es más familiar.
Llegados a ese punto, seguro que muchos de los presentes estaban echando de menos más referencias a ese grupo que sí sabe lo que es pisar el Camp Nou y el Estadi Olímpic, aunque como invitados o teloneros. Fueron los generosos bises los que trajeron de vuelta el añorado sonido de El Último de la Fila con Lejos de las leyes de los hombres, Aviones plateados, A veces se enciende y Como un burro amarrado en la puerta del baile, con confeti y un Manolo García que no tenía abanico ni se moría de calor, pero que sí tuvo algunos guiños hacia su ciudad.

Hasta nueve músicos acompañan al del Poblenou en esta gira
Prefiero el trapecio, con la que visitó la grada, y Si te vienes conmigo, en la que no paró de decir que no escuchaba nada por sus pinganillos, fueron los temas que parecieron poner punto final al concierto. Pero el público quería más y como dijo el del Poblenou: “Pedid y se os dará”.
Fueron la más que versionada El Rey de José Alfredo Jiménez -este año ya sonó en el Sant Jordi de la mano de Maná- y La bamba las que dieron por concluida la nueva visita de Manolo García a Montjuïc. Un músico de 69 años que sabe exprimir al máximo las tres horas en las que lo da todo en el escenario con una treintena de temas. Y aunque quién sabe si en los próximos meses nos sorprenderá con una nueva gira acústica, formato en el que seguramente se siente más cómodo, no parece que la de este sábado fuera su última visita a un pabellón del que llegó a renegar. Al menos, quedó claro que por su fiel público no será.