Francisco Contreras, Niño de Elche, aparece recubierto de oro en la portada de su último álbum, Cante a lo gitano. La imagen, obra de Ernesto Altillo, quiere ser un homenaje a todo lo que contiene el cierre de la trilogía inesperada, que comenzó en el 2021 con Memorial de Cante en mis bodas de plata con el flamenco para proseguir en el 2022 con Flamenco. Mausoleo de celebración, amor y muerte. “Son discos que a priori no estaban dentro de mis coordenadas, del organigrama discográfico que tenía pensado, pero se han ido dando” comenta el artista en conversación telefónica.
En la portada del disco Contreras luce el sombrero con que homenajea al cantaor Manuel Torre junto con la mirada al infinito, faraónica, porque al jerezano lo llamaban el Faraón del cante, así como por el mito que sitúa el origen del pueblo gitano en Egipto. Y el oro, guiño a los gitanos actuales “que se llenan de ese metal a partir de Camarón”. Las ideas se concatenan dentro de la cabeza del ilicitano, que dibuja un cosmos donde retrotrae el flamenco los orígenes austeros del género, cuando era sinónimo de lo popular, al tiempo que busca una evolución de la guitarra de la mano de Yerai Cortés.
¿La trilogía es fruto de un plan de trabajo?
Suelo tener todo bastante programado aunque siempre lo incumplo (risas), creo que lo programo precisamente para eso, para luego desbordarlo. El primer disco, Memorial de Cante en mis bodas de plata con el flamenco se realizó en una jornada de grabación junto con la edición del libro In memoriam: posesiones de un exflamenco. Salió sin promoción mediática, hay grabaciones que tiene sentido que vayan acompañadas de toda esa maquinaria y otras que no tanto. Flamenco. Mausoleo de celebración, amor y muerte sí tenía sentido que fuera acompañado de conciertos y promoción, pero Cante a lo gitano a priori iba a ser un disco enfocado como Memorial. Grabé ocho cantes junto a Yerai Cortés para una conferencia performativa a partir de un texto de Pedro G. Romero, pero la discográfica entendió que podía estar bien pues darle un poquito más de entidad al disco.
“Manuel Torre siempre me ha gustado todo lo que rodeaba a este personaje en un sentido mítico, y lo que representa”
El hilo conductor es el repertorio de Manuel Torre
Es uno de mis cantaores favoritos, siempre me ha gustado todo lo que rodeaba y lo que representa este personaje en un sentido mítico. Pero no es un disco homenaje sino un material que utilizo como punto de partida. En el texto de Pedro G. Romero se daban muchísimas cuestiones que atravesaban mis intereses: qué podía suponer lo gitano, qué podía suponer lo flamenco, y qué tienen que ver esas dos palabras unidas, cómo funcionan. Pedro y yo también estuvimos trabajando mucho sobre lo popular a partir de una exposición del IVAM, sobre los repertorios que se construyen de manera romántica, mítica. Todo eso se daba en ese texto junto a cuestiones sobre qué supone el folklore en relación con lo flamenco, la cuestión de las clases sociales, el lumpen. A partir de ahí fui tirando el hilo y entendí que el disco debía tener ese ambiente más allá del repertorio clásico de Manuel Torre.
Asocia el flamenco con la música electrónica y músicas que son hoy en día las músicas más populares.
Son términos que nos siguen llenando la boca pero realmente no sabemos de qué hablamos, dónde empieza y termina el folklore, aunque lo intentan marcar desde el folclore oficial. Pero el folklore como forma de hacer desborda todas esas líneas, igual que el flamenco que se hace desborda el flamenco de conservatorio. Hay una línea mal marcada, se intuye, pero que no nos ayuda aún para entenderlo, y que podemos encontrar también en la problemática de lo popular, una palabra que se nos va mucho más de orden, por suerte, y por eso es tan rica.
“Me pregunto por qué un balbuceo o un grito, o un lloro, o un desgarro son elitistas si eso lo hacemos todo el mundo”
La idea de lo popular es muy líquida
Lo popular no solamente atiende a lo cuantitativo sino a otras formas dentro de la cotidianeidad, de las formas de vida y los sujetos sociales. Ahí es donde entiendo lo popular, que entroncaría con los debates sobre qué es pop y qué no más allá de un estilo de música ligado con esta idea de García Calvo de que toda canción que es silbable, o que se puede tararear debajo de la ducha, es canción popular. Hay una intuición de que lo popular es algo que se nos escapa, siempre está por debajo de todo aquello que conocemos. Por eso cuando me intentan tachar -que para mí no es un insulto- de artista elitista, me pregunto por qué un balbuceo o un grito, o una disonancia, o un lloro, o un desgarro que yo pueda hacer, o un tartamudeo, son elitistas si eso lo hacemos todo el mundo. Eso es música popular de verdad, lo que pasa es que yo lo pongo en el escenario y el que lo escucha lo interpreta como elitista, pero eso lo hace el que lo escucha, yo nunca lo he hecho con esa intención.
La interpretación del término genera debate
Me interesa mucho esa tensión entre todos esos términos, meterlos en un totum revolutum pasado por el filtro de lo gitano como palabra que puede entroncar lo difuminado, lo no identitario, todo lo que hoy en día se intenta proponer desde el mundo gitano paradójicamente hablando. Es como cuando la derecha en España intenta proponer cuestiones de la socialdemocracia, como ver un a carlista proponiendo cosas socialdemócratas. Es lo mismo que ver a un gitano proponer instituciones gitanas, y cuestiones que tengan que ver con la nacionalidad, con la identidad, cuando el flamenco siempre ha sido todo lo contrario, un gran elemento para desactivar todo lo normativo.
“De lo gitano y lo flamenco, que son dos palabras sinónimas, me gusta que pueden desbordar cualquier tipo de identidad”
Cuando una cosa se institucionaliza deja de ser popular
De lo gitano y lo flamenco, que son dos palabras sinónimas, me gusta que pueden desbordar cualquier tipo de identidad, por eso no hablamos de cante gitano, hablamos de cante a lo gitano que es un matiz bastante social.
Esta idea se refleja en la iconografía del disco
Hay algunos elementos que tienen que ver con la biografía de Manuel Torre: siempre tenía un burro, era aficionado a los gallos de pelea, también el galgo le gustaba por su elegancia. Por otro lado está ese cortijo abandonado que habla del flamenco mítico, el de casa, críptico, reservado, que solamente las familias pueden conocer. Es la idea mítica y romántica del flamenco, nos gustaba mucho ponerla en comparación con otro tipo de imágenes que existen a partir de Manuel Torre.
¿El flamenco necesita de esta imagen mítica para subsistir?
No sé si lo necesita, a mí me gusta jugar con ello como planteamientos en los cuales embadurnarte, sumergirte y generar otras propuestas. Se trabaja desde el mito como en tantas otras artes para darle vueltas a nuestra realidad. Yo lo utilizo porque es interesante, te ayuda a remover ciertos lugares, pero no hago trabajos historicistas, no soy historiador ni lo quiero ser. No pretendo hacer trabajos donde haya una verdad, no es mi labor, usamos información y la jugamos, en eso consiste la heterodoxia artística.
“Yerai Cortés abre un camino que se aleja de lo pretencioso, del virtuosismo veloz y la espectacularización”
Como si el flamenco fuese un cante milenario
Me gusta mucho que se crea así, es otra idea mítica, pero cuando uno dice que eso es mentira se piensa que lo quieres eliminar. Y no, todo contrario, me encanta que sigan alimentando eso porque archivos de creatividad magnífico.
La producción del disco lleva su propia firma
Cuando un disco no lleva mucha instrumentación me veo capacitado para trabajar yo solo, con mis premisas. Aquí trabajo directamente con la guitarra, con Yerai y con Raúl Pérez en la mezcla. Temas de producción profunda habían tres o cuatro, lo demás era ir componiendo y entender qué sonido quería después.
La guitarra tiene un peso importante
Muestran otros caminos de cómo la guitarra puede convivir en el flamenco sin doblegarse a las modas y a las formas estéticas de los últimos 30 años. Parte de lo más sugerente de estos discos, y de este por supuesto, es la forma que Yerai ha tenido de traducir todo lo que yo le proponía. Abre un camino que se aleja de lo pretencioso, del virtuosismo veloz y la espectacularización. Creo que eso hoy en día es una muy buena noticia para que el flamenco siga alimentándose de otras formas estilísticas en la guitarra, que es la que paradójicamente está más estancada menos dos o tres propuestas que hay por ahí. En el cante también he intentado lógicamente hacer ese tipo de ejercicio: un cante austero, sin las tensiones típicas del flamenco. Una voz austera más arraigada a lo que yo puedo entender por flamenco, esa cosa más hablada, cauta, solemne y oscura de un cierto cante que a mí siempre ha interesado.
También introduce una gaita
Existe la idea mítica de que la farruca flamenca viene de Galicia, porque la letra más clásica del flamenco habla de un farruco que se muere en Galicia. Los flamencos somos así, si la letra habla no sé qué de Armenia, pues eso viene de Armenia (risas). Me pregunté cómo sería una farruca cantada con una gaita, y así lo hice, simple y llanamente. Ya había trabajado antes con la gaita, y con con Andrea Rodríguez tengo muy buena amistad, por lo que el desarrollo del concepto fue muy sencillo. Este tema y las “Cantiñas de los reinos” vienen de esa idea de la tensión entre el flamenco y el folclore.
¿Cómo nace esta 'Petenera' electrónica?
Le he dado muchas vueltas a Petenera. Empecé a darle vueltas hace unos años cuando hice una petenera en un espectáculo de Isabel Bayón que dirigía Israel Galván. Era una propuesta de humor donde creó una petenera repitiendo mucho petenera, petenera, petenera. Y como la petenera es el cante que dicen que da mal bajío, me apetecía hacerla. Lo dicen los gitanos sobre todo, pero en el flamenco los que mejor lo han cantado han sido los cantores míticos gitanos. Es una petenera que se basa en esa idea de Galván y en el tema de Thomas Brickman que se llama México. La obra de Thomas Brickman, el techno alemán clásico, siempre me ha acompañado.
En la canción dice “Ni aun durmiendo puedo tener tranquilo mi pensamiento”
Mis peores viajes en los últimos tiempos son los oníricos, creo que últimamente todo mi estrés está ahí.