Lleva treinta ediciones en constante crecimiento y diversificación. El salón del manga de Barcelona celebra este aniversario con una gran vitalidad y fuerza, con un público no solamente lector de los mangas o telespectador de los animes, sino muy participativo y entusiasta. El cosplay se ha convertido en una de sus señas de identidad, donde la gastronomía, las tradiciones y la cultura japonesa también tienen su protagonismo.
Tuve el privilegio de dirigir la primera edición del salón del manga en la estación de Francia de Barcelona, donde los editores de cómic detectaron que los seguidores del manga y el anime necesitaban de un certamen con identidad propia. La serie Dragon ball fue un fenómeno indescriptible en 1991 que abrió la puerta al cómic y la animación japonesa. Ya en los años setenta series como Heidi y Marco, de Hayao Miyazaki, o Mazinger Z, de Go Nagai, habían tenido éxito, pero sin continuidad. El manga y el anime se convirtieron en los noventa en una ventana abierta a Japón y sus costumbres, donde la variedad de géneros es muy amplia. El shonen manga, de aventuras, y el shojo manga, dirigido a un público femenino, arrasaron e incorporaron a lectoras de forma masiva. Son hoy los que tienen más seguidores.
Primera edición del salón del Manga, en la estación de França
Se convirtieron en una ventana abierta a Japón y sus costumbres
En mi segunda etapa al frente de Ficomic (2005-2017), entidad organizadora del Salón del Cómic y del salón del manga de Barcelona, el crecimiento de este último certamen fue imparable. La Farga de l’Hospitalet se quedó pequeña y, luego, el espacio Fira Barcelona Montjuïc, con el tiempo, se hizo insuficiente. Su ubicación en Fira Barcelona Gran Via, con mayor superficie y mejores condiciones, es el recinto ideal para su celebración. Confieso que, como lector, me interesé por un manga más de autor, donde Yoshihiro Tatsumi, con sus historias de perdedores, y Jiro Taniguchi, con obras como El almanaque de mi padre, Barrio lejano o El gourmet solitario , me fascinaron. Un momento mágico del salón del manga fue la edición del 2012, en la que el chef japonés Hiroyoshi Ishida, del restaurante Mibu de Tokio, y Ferran Adrià, chef de El Bulli, ofrecieron una clase de cocina en persona inolvidable.
Los otakus , lectores de manga, y los cosplayers , que se caracterizar de personajes, son un público maravilloso y agradecido, son el alma del salón. Autores, editores, distribuidores, libreros y divulgadores han hecho crecer la oferta del certamen, mientras los restaurantes con stands gastronómicos le dan sabor. La implicación del consulado general de Japón y de diversas entidades culturales japonesas permiten con sus actividades dar a conocer diversas facetas de Japón.
Son recuerdos entrañables ahora que llevo ingresado semanas en el hospital de Sant Pau, atendido de forma maravillosa por su cualificado personal de urgencias, semicríticos, uci y cardiología, que se esfuerzan para que mi corazón llegue al trasplante en las mejores condiciones, con el gran apoyo de familia y buenos amigos. Este cansado corazón mío siente un amor infinito por el salón del manga de Barcelona.