Educar en el ballet ha sido la otra gran pasión de la estrella cubana Xiomara Reyes (La Habana, 1973). Lo confirmó cuando en 2011 fue invitada a dar clases en IBStage, el curso internacional que aquella década arraigó en Barcelona y del que fue nombrada codirectora artística. Se había convertido en la segunda bailarina cubana que triunfaba en el American Ballet después de Alicia Alonso, sobresaliendo en los mismos papeles clásicos y menos clásicos (bailó incluso Rodeo , de Agnes de Mille). Al retirarse como estrella de ABT, hace nueve años, aceptó la propuesta que le hizo su amiga y colega Julie Kent de dirigir la escuela del Ballet de Washington, una etapa que concluye ahora, cuando ha decidido regresar a los escenarios. Su reaparición se ha producido en Nueva York, en las IBStage Star Galas, donde además se destapó como coreógrafa. La Vanguardia conversó con ella en la Gran Manzana.
Alicia y Laura Alonso
“Pensamos que es la técnica lo primordial, y está muy bien, es muy bonita, pero lo que nutre es el aura de tus maestros”
¿Crear es dar cuenta de las influencias que una ha recibido?
Es Xiomara digiriendo todas esas influencias increíbles que tuvo la suerte de tener, sí. Yo tomé clase detrás de Alicia Alonso en los años ochenta. Hay un aura. La técnica es muy bonita, pero es el aura de la gente lo que te nutre. La influencia de Laura Alonso fue todavía más grande que la de Alicia. Fue la primera que creyó en mí para ponerme adelante. “Espero que seas lo suficientemente buena para ser una solista”, me decían, de lo mala que era en el cuerpo de baile.
Dejó Cuba con 19. ¿Cómo ve aquellos años de infancia cubana?
Me siento bendecida de haber tenido la increíble educación que tuvimos, con el tipo de gente que tuvimos, que lo veíamos en el escenario y te daban la clase. Fue un momento de oro, cuando estábamos creciendo Lorna [Feijó], José Carreño, Carlos Acosta, yo... toda esa gente que hizo carrera internacional. Se fue mucha gente, pero porque en el Ballet de Cuba entrabas ya con 30. Sin embargo, estando en la escuela podíamos actuar en la Joven Guardia de Cuba, compañía que creó Alicia para darnos oportunidades. Yo me fui habiendo hecho cosas de solista.
¿Ha cambiado su forma de entender el ballet siendo profesora?
Cada cubano que conozco, no sé si por temperamento o porque en Cuba todos terminamos la escuela con un diploma de maestría, ha tenido un desarrollo como bailarín que lleva incluido el mirar a los otros, tratando de ayudarles y de ser ayudado. Ahí hay una mirada de profesor, así que, a pesar de empezar a enseñar relativamente tarde, a los 30, lo sentí muy natural y creativo. IBStage me ayudó a darme cuenta de cuánto sabía, cuánto puedo dar, qué talento tengo para hacer coreografía.

Xiomara Reyes y el bailarín del Ballet de Catalunya, David García, saludan en las IBStage Star Galas tras estrenar 'Anhelo', de la propia Reyes, un pas de deux con la música del Nocturne 19 de Chopin
Dos bailarines solistas y cuatro del cuerpo de baile de ABT fueron alumnos de IBStage. ¿Cómo son los criterios de selección en las compañías? ¿Prima la técnica y la belleza más que la personalidad?
Yo amo la juventud y no creo que no tengan personalidad, pero que la desarrollen depende del maestro. Y eso lo pone muy difícil el impacto de las redes sociales y el hecho de que lo que ven allí sea un fouetté tras otro y que todos digan que eso es maravilloso. Tú si quieres aprender una variación, miras a un bailarín principal que ha estado años en una compañía grande, no te aprendes la de un video de un niño en competición que no sabe ni el nombre de la variación. Ser maestro de ballet hoy supone enseñar también a discernir. Nosotros tuvimos el privilegio de poder desarrollar una personalidad porque éramos vírgenes: había la posibilidad de asimilar y mantener lo que veíamos. Yo sé si algo me gusta y me toca emocionalmente, porque sé quién yo soy. Estos muchachos se miran, se comparan y se dicen: “yo soy menos que esto”, “no voy a poder llegar”. Mentalmente no tienen la fuerza interior del discernimiento. Así que les damos clases de mindfulness, para desprogramarles y que puedan desarrollar su personalidad. Mi esperanza era poder darles un espacio donde pudieran digerirse a ellos mismos y entender cuál es su voz.

Xiomara Reyes en la 5.ª Avenida de Nueva York
La inclusividad está hoy reñida con escoger a bailarines cortados por un mismo patrón, pero...
Tienes un físico y te escogen. Y lo más gracioso es que el mundo entero está diciendo que tenemos que ser todos diferentes, tener diversidad. Pero la diversidad no está necesariamente en el color, sino en el diferente. Claro que, al mismo tiempo, yo he bajado de peso para estar en el escenario: para mí no puede ser de otro modo, vengo de esa educación y me siento mejor de esta manera, no paso hambre. Pero como maestra no puedo decirle al niño estudiante que ha de hacer dieta.
¿Y querría poder hacerlo?
Yo quería poder orientar a algunos niños, y solo pude hacerlo en el caso de los flacos que daban impresión de estar malnutridos. Ahí sí se podía intervenir y alertar a los padres. Pero si alguien estaba más graso, no. Mis niños del programa profesional de la Washington Ballet School no eran todos bellos, y yo era consciente de que a los que no tenían un pie lindo no los iban a escoger, por mucho que fueran talentosos y tuvieran dinámica, carácter, etc. A esos tratamos de convertirlos en el mejor bailarín posible para sí mismos, pues en las grandes compañías les dirán que no es lo que están buscando.
Diversidad e inclusión
“Hoy para enseñar ballet has de ser mago: no se permite hablar ni de cuerpos ni de líneas, y es un arte completamente físico”
¿Los directores del ABT o el New York City Ballet le dirían que no es el tipo de físico que están buscando?
Los directores no pueden mencionar la palabra físico... y eso que estamos hablando de un arte que es completamente físico. Han de decir que no se trata de cuerpos o de físicos, pero si eso fuera así, les parecería bien un tipo de físico algo disidente... Para ser director o maestro hoy has de ser realmente un mago, te piden que no hables de “lineas” de ballet, yo tuve que aprender mucho, a todos se nos está enseñando. Porque en el mundo del ballet hoy hay un reconocimiento del impacto que puede crear en la psique de las personas hablar de cuerpos y de líneas. Sí, me doy cuenta de que la mente de las personas es mucho más débil por las redes sociales. Pero es porque están creciendo sin un centro fuerte. Así que ahora los maestros tienen que ser magos y ver cómo hablan para guiarlos pero al mismo tiempo no destruirlos. Es una sociedad compleja.