Escribir sobre una madre cuando esta ya no está no es tarea fácil. Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) reconoce que, al principio, no sabía de dónde sacar fuerzas para continuar con la saga Una madre y con su protagonista Amalia, inspirada en su progenitora, quien falleció de cáncer en 2021, en plena crisis de la covid. Con el tiempo, se dio cuenta de que le estaba regalando la inmortalidad, y eso le ayudó a sanar, si es que eso es posible cuando falta una de las personas más importantes de tu vida. Como mínimo, a sobrellevarlo, “que no es poco”, reconoce el escritor a La Vanguardia. Gracias a seguir con su escritura, Palomas ha podido culminar la saga literaria que le dio a conocer y que tanto le ha aportado estos años. Esta semana ha llegado a las librerías Una vida (Destino/Columna), el fin de su tetralogía.
Con esta novela parece que cierra un ciclo.
Siempre creo que sucede eso y, al final, resulta que no porque termino hablando de Amalia y de mi madre. El único ciclo que uno cierra es el de la vida y la muerta.
¿No descarta más libros de la saga Una madre?
Mi voluntad, a priori, es una tetralogía, y lo he cumplido. Pero ya se verá. Por ahora, el universo Amalia continuará en otros formatos, como el teatro. Una madre se convertirá próximamente en obra. Nos gustaría, a ser posible, estrenar en el primer trimestre de 2026. Y en abril de este año, el día 2, sacamos cómic.
Nunca una madre había dado tanto de sí.
¿Cómo que no? Todas dan para esto y más. Aunque reconozco que nunca imaginé que esto fuera a convertirse en saga. Una madre era una novela que no estaba pensada para tener continuación, pero los lectores la reclamaron. Y, un poco, yo también porque es un espejo de muchas de mis vivencias, personales y familiares, y es muy difícil desligarse de algo así. Es mi proyecto vital. He escrito muchas novelas pero esta saga es mi columna vertebral.

A este nuevo libro, 'Una vida', Alejandro Palomas se ha enfrentado en pleno duelo por la muerte de su madre
¿Qué supone Amalia, la protagonista, para usted?
La verdad es que todo porque está inspirada en un 80% en mi madre. Tanto ella como sus hijos, somos nosotros. Me refiero el arquetipo, no tanto las vivencias que les ocurren. Pero el humor, las ocurrencias… somos muy reconocibles. Y escribir estas historias a su alrededor me ha ayudado mucho con mi duelo y me ha permitido no ser huérfano del todo.
Su madre no le ha visto terminar esta saga.
Falleció en 2021, de cáncer, durante la pandemia. Fue duro y no pensé que pudiera seguir escribiendo, al menos como hacía hasta la fecha, porque ella siempre leía antes de publicarse mis escritos. Pero me he dado cuenta que antes escribía para ella y ahora con ella. Es como tocar un piano a cuatro manos. Haces música distinta con las mismas melodías.
¿Intervenía en su escritura?
Antes escribía para mi madre y ahora con mi madre"
Cuando dudaba de cómo hacer avanzar a un personaje ella me hacía sugerencias y mis hermanos, a veces, también. Les preguntaba: ‘¿Creéis que me he pasado con esto?’, pero no siempre les hacía caso. En este último libro, en cambio, al faltar mi madre, nadie ha participado de este proceso. He hecho de padre.
Sobre eso precisamente reflexiona en sus páginas, sobre el momento en el que uno deja de ser hijo para convertirse en el padre de sus progenitores.
Es algo para lo que nunca estamos preparados. A mí me ocurrió cuando mi madre fue diagnosticada de cáncer. Todo nuestro mundo se derrumbó y pasé a ser cuidador de la persona que siempre había cuidado de mí. Reestructuré toda mi vida, pero lo hice para sentir que le daba la despedida que merecía. Tuve suerte de poder hacerlo. Hay gente que muere de un día para otro y a la que no puedes decir adiós, ni todo lo que te quedaba por decirle. No hay que dejar las cosas para mañana. Todo esto nos cambió.
¿En qué sentido?
Mis hermanos y yo fuimos un equipo. Más que nunca. Empezamos a serlo desde que publiqué Una madre y cuando ella dio el paso de divorciarse de mi padre. El reloj empezó a girar en otra dirección. La vimos a ella.
A la mujer que hay detrás de la madre.
Nos encontramos a alguien muy fuerte y poderosa que, a pesar de haberse divorciado a los 65 años y de haberse quedado en la calle sin nada, tenía muchas ganas de descubrir y de vivirlo todo. Eso me inspiró a escribir y le pasé algunos capítulos. Me dijo: ‘Me encantaría tener una amiga como Amalia’.
¿No se dio cuenta de que era ella?
Le dije: ‘Mamá, ¿a cuánta gente conoces que sea albina y que se haya divorciado a los 65 años?’. En el papel, pudo ser objetiva y verse como la veíamos los demás. Ella jamás se había valorado así.
En sus libros, reivindica a las mujeres en la vejez. Un mensaje que se ha pedido alto y claro en estos últimos premios Gaudí.
Es que en la ficción apenas son protagonistas. Si aparecen, lo hacen en calidad de abuelas o de personas enfermas. Se muestran por funcionalidad pero no por personalidad. Y es una lástima porque tienen muchísimo que enseñarnos. Además, me gusta que, más allá de la ficción, ellas mismas empiecen a reclamar su lugar y a recordar que tienen vida propia.
En la ficción, las mujeres mayores se muestran por funcionalidad pero no por personalidad. Es una lástima"
Hay quienes las ven exclusivamente como cuidadoras.
No confío en ellas para depende qué gestión pero sí para que cuiden algo tan preciado como mis hijos. No tiene sentido. Como sociedad, somos injustos con nuestros mayores.
Y, cuándo ya no las tenemos, ¿entonces qué nos queda?
Todo lo que venga luego, aunque sea fuerte, te parece menor. Aprendes a relativizar. No hay nada peor que la muerte de una madre. El duelo evoluciona, porque lo integras, pero no desaparece. Yo la tengo presente todos los días. Hablo con ella, me río, pienso en cómo me gustaría que pudiera ver tal cosa… La tengo muy presente. Y ella, a cambio, me da fuerzas.
Se las dio para denunciar los abusos sexuales que sufrió de niño.
No hace falta que esté una persona físicamente para que te empuje. Es paradójico lo que voy a decir, pero la pérdida de una madre te provoca una tristeza infinita y, a la vez, te da libertad. Ya no tienes a alguien que tiene esas grandes expectativas sobre ti ni tienes un tope encima. Puedes hablar de determinados temas sin miedo a que ella sufra.
Pese a tratar a menudo con temas duros, no le falta el humor en sus páginas.
Si yo no me río me muero. Es lo que me ayuda a sobrellevar todo y por eso quiero lo mismo para el lector. La vida es eso, compensar emociones. Ser capaz de bajar a las profundidades pero volver a subir de nuevo.