A mi sobrina

Me levanto y cruzo la ciudad de Barcelona en metro con los cascos puestos. Una mujer porteando a un bebé de días me mira y sonríe entre las paradas de Entença y Hospital Clínic. Se cierran las puertas y avanzo con ritmo hacia casa de mi hermana, necesita que hoy cuide a su hija, han cerrado la guardería dónde la lleva. Subieron el precio del alquiler y eso, sumado a una deuda generada durante la pandemia, obliga a su directora a cerrar. Es la segunda en un mes que cierra por el mismo motivo. Diez familias se quedan sin espacio para sus criaturas y las públicas están saturadas. Suena el correo: “Iria, ¿quieres hablar de la actriz ganadora del Oscar a la mejor interpretación femenina de este año?”.

Pienso en cómo ha cambiado mi visión de los galardones después de haber vivido mis primeras nominaciones por Los años nuevos. Reconozco haberme emocionado al escuchar mi nombre entre el de compañeras admiradas y al mismo tiempo haber expe­rimentado cierta pérdida de inocencia. Esta vez veo los Oscars desde una nueva perspectiva. Es una entrega agridulce la de esta categoría en este año. Me temo que la controversia sigue estando en la habitación.

Pienso también en Karla Sofía Gascón y el viaje interpretativo de su Emilia Pérez y en como se sentirá sentada en su butaca. En Demi Moore después de esa entrega absoluta y sacrificada en La sustancia. Veo a Cynthia Erivo cantar en su actuación y vuelvo a sorprenderme con su tremenda voz y presencia, y por supuesto en la contenida interpretación de Fernanda Torres.

Es Anora una película que me arrebató sobre todo en su planteamiento, que me perdió por momentos en su desarrollo y me repescó en su delicado y contundente desenlace. La interpretación de Mikey Madison me parece cautivadora, salvaje y llena de fuerza. Su mirada alberga cierta pureza e ingenuidad y al mismo tiempo una profunda picardía y capacidad de defensa. Es una bestia. Consigue que me crea todo lo que dice. Por unos segundos, vuelvo a emocionarme en su discurso y dejo a un lado las polémicas, los juicios y las preguntas que me hago. Y estoy allí con ella y solo con ella y me alegro porque, genuinamente, es la interpretación que más me ha interesado.

Hoy no he cogido el metro a primera hora. Ya han encontrado un Espai de criança para mi sobrina. Una reformulación de la ya lejana institución guardería. En este modelo en construcción, las familias se implican, la propuesta es que los cuidados sean algo más comunitarios y compartidos.

En mi jornada de reflexión post-Oscars, imagino nuevas formas de promocionar el cine. Y ahora incluyo a mi sobrina en la ecuación. Me pregunto cómo habrán cambiado las normas del juego cuando ella tenga uso de razón y yo pueda explicarle todo este relato. Propongo que alarguemos la jornada de reflexión de estos Oscars, al menos, hasta ese día.

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