Pasar de puntillas

Las expectativas eran muy altas después de que Hollywood sufriera los graves incendios que hicieron tambalear la viabilidad de la edición de este año, pero sobre todo ante los primeros Oscars bajo el terror Trump. Y se ha notado. Solo dos excepciones han roto un vergonzoso silencio sobre la nueva política estadounidense: Daryl Hannah pidiendo ayuda por Ucrania y el triunfo de No other land , que ha permitido ver sobre el escenario a un palestino (no de Gaza) y a un judío pidiendo el fin del genocidio.

Ha sido menos divertida que en otras ocasiones, tal vez por la imposibilidad de hacer bromitas sobre según qué. Sintomático el silencio sobre los dos protagonistas nominados de The apprentice , película perfecta para aplicar lo del hoy no toca que decía aquel. En Hollywood hay mucho judío y muy demócrata, que ahora no conjugan muy bien, y porque por encima de ellos han aparecido unos payasos en la farándula mediática con un poder devastador mucho peor que el incendio que sufrieron en Los Ángeles.

Esta noche era muy difícil hacer pronósticos porque las películas nominadas tenían un nivel notable y a menudo nos hemos quedado con el corazón dividido. Sensaciones agridulces al ver que Anora ganaba a The brutalist , cuando podría haber sido al revés. Lamentar que Demi Moore pierda, quizá para siempre, un Oscar que ha ido a parar a manos de Mickey Madison, mucho más joven que ella (metáfora de lo que cuenta The substance ) y que no deja de ser merecidísimo.

Brodi gana el pulso a Chalamet, pero donde yo me he emocionado más es con el Dylan de Mangold, porque lo consigue sin AIrtificios , y porque esas canciones de Newport suenan con más vigencia que nunca. Suerte que teníamos Aún estoy aquí para salir del paso del problema Emilia Pérez , que a pesar de todo se ha llevado dos estatuillas, eso sí, ninguna para la bicha Karla, que finalmente acudió, sin pasar por la alfombra roja.

MANUEL HUERGA, DIRECTOR DE CINE.

Todos los directores nominados suponen una regeneración. Sean Baker deslumbra en todo lo que hace, Brady Corbet, de actor sádico en el remake de Funny games , se estrena como director nada menos que con The brutalist , RaMell Ross, el admirable autor de Nickel boys , una innovadora forma de narrar un caso de racismo. Se está renovando el talento. Practican el oficio con mentalidad independiente, escribiendo, dirigiendo e incluso editando. Reivindican la vuelta al soporte fotoquímico (el vinilo del cine) e incluso en la VistaVisión, en el caso de The brutalist .

Esta edición de los Oscars ha moderado su frivolidad y ha ofrecido una ceremonia impecable, elegante, con un perfecto control del tiempo. Ha pasado de puntillas por muchos temas espinosos, sí, pero tampoco se ha escondido del todo, y el público aplaudía momentos comprometidos. Ahora ya no están por encima de todo, están tan trastornados como el resto del mundo.

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