Son muchas las películas que han reflejado y criticado cómo interfieren el papeleo y el control gubernamental en la vida diaria. Akira Kurosawa lo plasmó de forma magistral en Vivir (1952), sobre un gris funcionario público con una existencia monótona que necesita buscar un sentido a la vida tras ser diagnosticado de un cáncer incurable. Oliver Hermanus se encargó de un notable remake en Living (2022). En La muerte de un burócrata (1966), Tomás Gutiérrez Alea tiraba de comedia para tejer una sátira de la burocracia cubana de la época posterior a la revolución, y de lo enrevesado que puede ser conseguir cosas aparentemente sencillas. Terry Gilliam fusionó terror y comedia en Brazil (1985) una interpretación libre de la novela 1984 , de George Orwell, en la que Jonathan Pryce es un hombre agobiado por una burocracia abrumadora en una sociedad futurista ineficiente. Y como ejemplo reciente, en Cónclave , de Edward Berger, la elección de un nuevo papa sumerge al espectador en todo un ritual católico.
De la soledad del funcionario al ritual en el Vaticano
CINE Y BUROCRACIA
'Cónclave', 'Brazil' o 'Vivir' han reflejado enrevesados rituales de los mecanismos de poder

Takashi Shimura, un gris funcionario en Vivir , de Kurosawa
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