De un día para otro, G. empieza a pintar todos sus cuadros del revés. Para su sorpresa, es esta particularidad la que lo convierte en un artista reconocido en el mundo del arte. Todos quieren conocerlo y ser su amigo. De su mujer, en cambio, se distancia cada vez más, especialmente desde que le hizo un retrato invertido en el que no quedó demasiado agraciada. ¿Es así como la veía a ella y a su vida? ¿Del revés? Mientras esta escena cotidiana ocurre, miles de kilómetros más lejos, una mujer ataca a otra en mitad de la calle. ¿Qué relación podrían tener dos hechos que, de entrada, parecen tan dispares? Esta es la premisa con la que parte Rachel Cusk (Saskatoon, Canadá, 1967) su nueva novela, Desfile (Libros del Asteroide / Les Hores), en la que deja constancia una vez más de su amor por el arte, como ya lo hizo en su obra anterior, Segunda casa.
Ha estado nominada hasta en tres ocasiones al premio Goldsmiths por la trilogía Outline. A la cuarta, va la vencida…
No suelo ganar premios y el hecho de que me hubieran nominado varias veces ya me parecía bastante increíble. Reconozco que les dije: ‘No vengo si no gano’. Fui muy franca. Demasiado, incluso, pero es que odio sufrir. Estar nominado a un premio te hace estar en suspense durante en tiempo, y quería un poco de paz.
No sé si es fácil hallarla desde que en 2003 fue elegida en Granta como una de las mejores novelistas jóvenes a las que uno no debía perder de vista.
Mentiría si no dijera que me dio visibilidad. Pero, como decía, en mi carrera no me han reconocido con muchos galardones y he avanzado por otra vía, la de la libertad. Para mí tiene más fuerza.
En mi carrera no me han reconocido con muchos galardones y he avanzado por otra vía, la de la libertad"
¿Es esa libertad la que le permite crear nuevas experiencias lectoras y arriesgar más con el lenguaje?
Eso es, aunque creo que hubiera encontrado el modo para hacerlo de todas formas. Es lo que más me motiva de la escritura: experimentar. Cada vez que escribo un libro pienso mucho, más allá del tema, en cómo lo quiero hacer y cómo lo quiero contar. Hay lectores que prefieren la vía fácil y solo buscan entretenimiento. Yo, en cambio, les ofrezco nuevas preguntas, confusión y extrañeza.
Corre el riesgo de que no todo el mundo acepte formar parte de estos juegos literarios.
Sí, es evidente, y por ello encontrarán en la librería muchos otros libros a elegir. Si quisiera que más gente me leyera estoy segura de que escribiría otro tipo de novelas que nada tienen que ver. Pero, en mi experiencia, diré que cada vez son más los lectores jóvenes que aceptan la propuesta. Normalmente un escritor crece y los lectores lo hacen con él. En mi caso, por más que yo crezca, son los jóvenes los que vienen a mí. Han vuelto a la lectura y valoran la creatividad y el ingenio. En este aspecto, son mucho más libres que mi generación.

Rachel Cusk presenta 'Desfile' en Barcelona
Es habitual que en sus libros trate de acercarse a una definición precisa de lo que es la libertad. ¿Considera haber hallado la definitiva?
Me encantaría decir que sí, pero resulta demasiado complejo. La libertad va mucho más allá de preguntarte si no estás atado, y puedes ir por tu cuenta, o si, por el contrario, estás perdida. No me quiero agobiar. Tengo toda una carrera para poder precisar mejor.
En Desfile, su nueva novela, el arte está en todas partes. ¿Es el único lugar donde la libertad es verdaderamente alcanzable?
No sé si el único, pero que el artista puede ser más libre que el escritor es algo de lo que no me cabe duda. Y eso es gracias a la abstracción. Una imagen visual no revela mucho de la persona que la ha pintado. En cambio, cuando lees un texto, por muy fantasioso que sea, entiendes que hay algo de autobiográfico, sino del autor, al menos de su entorno. El arte esconde más, es mucho más enigmático, y es eso lo que me atrapa.
En su primer relato, un artista se dedica a pintar del revés, como Georg Baselitz.
Pensé justamente en su trabajo y me hizo reflexionar. Se puede pintar al revés pero no escribir al revés. Llevo mucho tiempo intentando entender el significado de esta inversión y me parecía que tenía mucho que ver con los problemas del lenguaje. Se pueden pintar cuadros abstractos, pero es complicado escribir libros abstractos, por más que me lo proponga. El lenguaje limita esta experiencia.
El arte siempre esconde más. Es enigmático"
Todos sus personajes se llaman G, sean hombres o mujeres.
No explicaré por qué elegí esa letra, ya que es un secreto de oficio. Pero sí justificaré esta decisión: era para darle un desarrollo al relato. Voy a tratar de explicarme. En el primer capítulo tenemos a un hombre que es un genio en su trabajo pero, a la vez, es un misógino. Me surgió entonces la pregunta de cómo podía evolucionar alguien así, por lo que planteé otras versiones de G, masculinas pero, también femeninas, para que pudiera aprender desde todas las perspectivas. En el último capítulo, al fin, vemos a un hombre creador que adopta valores femenino.
No especifica nombres propios de personas, ni tampoco de ciudades.
Quiero que los lectores huyan de cualquier tipo de especificidad y hurguen en su propio conocimiento de las cosas. Si nombro a un artista a la gente le costará más pensar sobre su relación con el arte. Lo mismo ocurre con los municipios.
Uno de los personajes deja todo para mudarse a una nueva ciudad en un nuevo país. Esto es algo que usted ha hecho de forma reciente.
Hace cuatro año vine a vivir a París. Quería entrar en otra cultura e idioma que dieran completamente la vuelta a mi mundo. De nuevo, y como guiño a esta novela, que estuviera al revés. Me ha llevado tiempo aprender a hablar el idioma y a poder leer libros en francés. Annie Ernaux, Patrick Modiano… y tantos otros. Son escritores muy radicales. La novela angloamericana, en cambio, es demasiado convencional, pero estos autores y este nuevo entorno siento que me han empoderado como creadora y escritora que busca transgredir.
La violencia está muy presente en las páginas de Desfile.
Porque la vida es mucho más violenta de lo que somos capaces de imaginar. Ser una persona o tener una identidad es algo inherentemente violento. En el primer capítulo, por ejemplo, juego con la idea del doble, con la que más de una mujer podrá sentirse identificada. Si las mujeres queremos evolucionar en la vida, tenemos que crear un doble. Tenemos por un lado nuestro ser y, por otro, esta otra personalidad que nos permite ascender. Y es difícil juntar esas dos partes.
¿Cómo influye esta misoginia en su literatura?
Hace muchos años que escribo y lo he hecho casi siempre bajo un sentido del deber y de obligación. Toda mi obra es una lucha contra la misoginia intelectual. Al final, daña mucho a la literatura porque se posiciona contra ciertas verdades.
En el último de sus relatos, un reconocido director de cine adopta una identidad falsa para que nadie sepa quién es. ¿Fantasea con publicar bajo un seudónimo?
Deberíamos hacerlo todos. Sería un gran ejercicio de honestidad. Leer a alguien porque de verdad te gusta lo que escribe o contemplar un cuadro durante largos segundos porque te hace sentir cosas y no porque sea famoso. Si lleváramos todos una máscara, todo sería mucho más auténtico.