Éric Besnard: “Antes la ignorancia era no saber, hoy en día es creerse cualquier cosa”

BCN Film Fest

El director francés presenta a competición 'La primera escuela', sobre las dificultades de una maestra que intenta enseñar a niños en la campiña francesa a finales del S. XIX

Éric Besnard posa durante el photocall de 'La primera escuela'

Éric Besnard posa durante el photocall de 'La primera escuela'

Miquel Gonzalez/Shooting

Hace tres años, el director francés Éric Besnard estrenaba Delicioso, una película donde narraba el origen del primer restaurante galo justo antes de la Revolución francesa. Una historia cuya continuación sigue ahora con La primera escuela, seleccionada a competición en el BCN Film Fest. El filme sigue a Louise Violet (magnífica Alexandra Lamy) una profesora de París que en 1889 es enviada a trabajar a la campiña francesa, en un lugar donde la vida cotidiana está ligada a las estaciones, la tierra y los cultivos y donde deberá convencer a los padres de los niños para que vayan a su escuela. 

Pese a que el sistema educativo es ya entonces obligatorio, gratuito y laico, la maestra encontrará muchas reticencias porque los menores se dedican a trabajar la tierra para ayudar en la maltrecha economía familiar. “Louise Violet no existió. Es una ficción. Yo quería hacer una película sobre la III República y la educación pública y el hecho de que las primeras mujeres salieran de la escuela de maestros en aquella época se convirtió en un hilo conductor. Deseaba indagar en cómo una mujer de ciudad y de izquierdas era enviada a un mundo de hombres de derechas en el campo”, señala Besnard en una charla con este diario. 

Alexandra Lamy es Louise Violet

Alexandra Lamy es Louise Violet

A contracorriente films

Y cuando Louise llega allí es ignorada por todos. Es una extranjera y se la castiga. Tiene que dormir en un establo húmedo, lugar donde hace muchos años estuvo el último maestro del pueblo, hasta que poco a poco cuenta con la ayuda del alcalde para construir una nueva escuela de madera. “La maestra se topa con un doble conflicto: el de los niños como mano de obra y la autoridad paterna, que se ve alterada por una tercera persona que viene de fuera y además es mujer”, continúa Besnard, quien agrega que la película trata de esa “necesaria revolución intelectual que se dio en una época donde la lógica  hasta entonces era reproducir hijos que actuaran de forma idéntica a los padres y con una relación fija con la tierra”. 

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Dice el realizador que en el filme “no hay malos”, solo “lógicas distintas” y los campesinos “no están equivocados”. Para ellos la escuela “es el final del campo”, después vendrá el éxodo rural, los hijos se convertirán en obreros, funcionarios, militares y morirán en las trincheras en la I Guerra Mundial, algo que parece que el alcalde, interpretado por Grégory Gadebois -actor fetiche del director- ve claro.  La madre del alcalde se da cuenta que Louise ha padecido, que esconde algo y desea ayudarla porque además la ve como un buen partido para su hijo. “Hay una solidaridad femenina, una empatía y un cálculo también porque sabe que mujeres como Louise hay pocas y sería beneficiosa para su hijo”. 

Lamy encarna a la profesora y Grégory Gadebois al alcalde

Lamy encarna a la profesora y Grégory Gadebois al alcalde

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El alcalde la ayuda, aunque espera a cambio que se convierta en su esposa. “Es la reproducción de un modelo fijo pero ella no forma parte de él. Ella es una mujer que está en movimiento y está sola”. Después de un pasado muy trágico, y de haber estado en prisión por su participación en la Comuna de París, necesita reconciliarse con el mundo y volver a admirarlo. Enseñar a esos niños la ayudará a sanar su alma e insiste en que la educación es la clave de la libertad. Sin embargo, ese pasado que la persigue volverá a colocarla en la cuerda floja ante los habitantes del campo, la mayoría de los cuales están cargados de prejuicios.

Podría decirse que la historia de Louise, una mujer con valores que lucha por las injusticias sociales, es una historia de superación. “Lo que me gustaba de este personaje es que aunque sea una mujer progresista y positiva, llega prácticamente muerta al principio de la película. Le cuesta maravillarse y tiene que volver a aprender”, comenta. En sus clases, habla a los niños de la posibilidad de ser lo que quieran ser, les anima a soñar a lo grande, ser los próximos Pasteur, hijo de campesinos. “Y se sorprende cuando uno contesta que quiere ser campesino. Para ella la reproducción de este modelo es chocante, pero hay que aceptar todas las elecciones. Es un equilibrio”. 

Hoy en día estamos llegando a un momento en el que hay cosas que no se pueden enseñar ni mostrar

En la película ella dice que la ignorancia hace mucho daño a la sociedad. “Hoy la ignorancia ha cambiado. Antes la ignorancia era no saber y hoy en día la ignorancia es creerse cualquier cosa. Hay tanta información y tantas fake news que es difícil saber dónde se esconde la verdad detrás de un flujo de estupideces”. Besnard se queja de la irrupción de los teléfonos móviles en el aula. “La escuela no está lista para el móvil. Todos lo llevan en la mano y se creen lo que dice cualquiera y la escuela no sabe defenderse de esto. Es el gran debate de la escuela del futuro. Se tiene que poder enseñar cualquier cosa, el anarquismo... sin decir que es algo imposible. Hoy en día estamos llegando a un momento en el que hay cosas que no se pueden enseñar ni mostrar. Parece que no se puede recordar que hubo seis millones de judíos muertos o que existió el esclavismo. Hay verdades que hay que recordar porque se quedan soterradas bajo la estupidez. ¡Es difícil tener 15 años hoy!”, lamenta. 

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