Daniel Auteuil (Argel, 1950) ha recorrido todos los caminos de la interpretación. El actor, que se define a él mismo como “muy francés”, es una de las caras más visibles del cine, el teatro y la televisión de su país, y ha trabajado en numerosas producciones que le han valido el reconocimiento de su sector, como el César al mejor actor, que ha ganado en dos ocasiones, o el premio del festival de Cannes por su actuación en El octavo día (1996). Muchos de los papeles que ha interpretado provienen de la literatura, como El adversario (2002), de la novela de Carrère, o El manantial de las colinas, de Marcel Pagnol, con esa ejecución de haber entendido el libro mejor que nadie.
Quizá por haberlo hecho casi todo, o quizá por una ambición que no sacia, hace años que su mirada legendaria se posa tras la cámara. Presunción de inocencia es su quinto largometraje como director, un drama judicial basado en hechos reales que también interpreta bajo el papel de Jean Monier: un abogado que, tras años de no aceptar más casos criminales y marcado por un grave error, decide defender a un acusado de haber matado a su mujer.
'Presunción de inocencia' es su quinto largometraje como director, basado en hechos reales, que además interpreta bajo el papel de un abogado
Auteuil atiende por videollamada a La Vanguardia y explica que, más que centrarse en el engranaje judicial, ha querido contar la historia de dos hombres: “No es solo un caso, la película no habla esencialmente del feminicidio, es un encuentro entre dos hombres. Y esa relación inesperada es el verdadero corazón de la película”, subraya.
Escribió el guion mucho antes de lanzarse en el rodaje, lo que le permitió tomar cierta distancia como actor. Aunque, como él mismo reconoce, nunca se está del todo lejos del personaje. “Siempre hay algo que se cuela de uno mismo”, asegura. En este caso, ese “algo” es la empatía: la de un hombre ya maduro, que no quiere simplemente llevar un caso, sino salvar a otro hombre, convencido de su inocencia y llevado seguramente por demasiada inversión personal.

Daniel Auteuil y Grégory Gadebois, que interpreta el acusado, en un fotograma de la película
El filme evita expresamente los clichés parisinos y se desarrolla en una región del sur de Francia, la Camarga, donde Auteuil vive desde hace años. Fue una decisión más emocional que estética. “La historia real transcurrió en el norte de Francia, zona que desconozco absolutamente. Pero total, los dramas ocurren en todas las partes y quizá bajo el sol resulten aún más terribles”.
En paralelo a la trama principal, el director introduce la figura de un joven aspirante a torero, recién salido de la prisión, que después de haber cometido “muchas gilipolleces” busca una segunda oportunidad. Los toros son habituales en esa región, y Auteuil asegura haberlos filmado de una forma “no folclórica”. Cuenta que una vez un abogado comparó un juicio con una corrida, por el enfrentamiento entre la vida y la muerte, la verdad y la mentira, lo monstruoso y lo humano... Detrás de la alegoría, el actor añade que, decorativamente, tenía muchas ganas de filmar un toro porque es “un animal muy bello y muy cinematográfico”.
El filme evita los clichés parisinos y se desarrolla en la Camarga, la región del sur de Francia donde el actor vive desde hace años.
La conversación con el actor gira inevitablemente hacia la justicia. Cree en ella, “sino qué haríamos”, aunque reconoce que rara vez un tribunal encierra una única versión certera: “en un tribunal no hay una sola verdad, y eso es lo que hace tan complejos los juicios”.
Auteuil tampoco se esconde cuando se habla del sentido de esta nueva aventura detrás de la cámara. Ya había dirigido cuatro películas, pero tras haber recibido malas críticas, pensaba que no volvería a hacerlo. Pero Presunción de inocencia lo ha cambiado todo. Ahora quiere seguir: “La recompensa no está en el ego o el dinero. Está en todo lo que el público me devuelve. Creo que después de poder transformar todo lo que he obtenido con grandes papeles, de haber trabajado con magníficos directores, poder contar una historia y ser reconocido como narrador es algo que me conmueve profundamente. Y me dan ganas de seguir”.