Al padre de Isabel Andrés Portí le diagnosticaron un mesotelioma en 2015. “Los médicos le preguntaron si había estado en contacto con algún material tóxico y mi padre, que era ingeniero industrial y desarrolló su carrera en despachos, dijo que no. Pero luego recordó que cuando tenía 15 años entró de aprendiz en la fábrica Uralita de Cerdanyola del Vallès donde trabajaba mi abuelo”, explica Andrés, directora de cine y documentalista, en una entrevista con La Vanguardia .
Andrés estuvo solo ocho meses de aprendiz, pero fueron suficientes para que la fibra de amianto se introdujese en sus pulmones y, muchos años después, le ocasionara la muerte, porque “el mesotelioma es una enfermedad latente provocada por el amianto o asbesto que puede tardar décadas en desarrollarse”.
“Cuando mi padre era aprendiz en la fábrica de Uralita quitaba el polvo de los motores para leer los números y apuntarlos”
La cineasta supo desde el primer momento que tenía que hacer un documental para denunciar las consecuencias de la exposición a este mineral asesino. “El amianto mata. Una fibra es suficiente para causar cáncer. El simple hecho de estar cerca de este material ya provoca toxicidad. Cuando mi padre era aprendiz en la fábrica de Uralita quitaba el polvo de los motores para leer los números y apuntarlos. Lo hacía sin protección de ningún tipo. Era en los años 60”.
La documentalista se ocupó primero de cuidar a su padre, que falleció en 2017, y después se puso a investigar para rodar su documental y mostrar al mundo las terribles consecuencias del amianto. Sus pesquisas la llevaron a descubrir que el horror siempre estuvo cerca de casa, en el interior y en las inmediaciones de la fábrica Uralita que se alzaba entre Cerdanyola y Ripollet.
“Mi abuelo trabajó 30 años en esa factoría. Murió de un cáncer intestinal a los 88 años, fue un proceso muy rápido y nadie se paró a cuestionarse qué lo había causado, pero todo indica que también fue por el amianto. Lo del cuñado de mi abuelo sí se pudo confirmar. Sufrió un proceso de asbestosis, una enfermedad pulmonar que le quitaba la respiración. En la fábrica le decían que era por fumar, pero él sabía que no y pidió que cuando muriese, le hicieran la autopsia. Se la hicieron y se demostró que la causa del fallecimiento era el amianto. Fue el primer caso reconocido por la justicia española en los años 70”, relata Andrés.
Diez años de trabajo, han llevado a la realizadora a otros lugares donde han sufrido la misma tragedia. A Auvelais, en Bélgica, donde se erigía la fábrica de amianto Eternit que acabó con la vida de Eric y de toda su familia. A Casale Monferrato, en Italia, donde también se instaló la multinacional suiza Eternit dejando un reguero de muerte que continúa 25 años después de su cierre.
Andrés ha pasado una década recogiendo materiales que se han convertido en un documental, La fibra sensible, que hoy se estrena en el DocsBarcelona: “Quiero que este trabajo sirva de denuncia y también de acicate para impulsar la investigación porque hay muchos enfermos por el amianto y habrá más en el futuro al ser una enfermedad latente y tienen derecho a que se les ofrezca un tratamiento eficaz”, concluye la directora.





