El festival de Fez celebra el renacer de las músicas sagradas

28ª edición

Entre jardines y murallas, la ciudad marroquí reunió voces y sonidos de todo el mundo, desde los griots de África Occidental hasta el flamenco de Miguel Poveda

El concierto de Miguel Poveda tuvo lugar en el Bab al Makina, en Fez

Concierto de Miguel Poveda en el festival de musica de Fez 

Zoubir Ali

El calor de los días de mayo en Marruecos se disipa al anochecer. Es miércoles y una brisa recorre los jardines de Jnane Sbil, en la ciudad de Fez. Cada año, este entorno natural se transforma en uno de los escenarios del Festival de las Músicas Sagradas del Mundo. Sobre el escenario actúa Zenaida, un conjunto de música antigua formado por estudiantes de la Schola Cantorum Basiliensis de Suiza. El concierto comenzó a las 21h, pero el público local no parece atado al reloj. Se mueve sin prisas ni protocolos. Incluso algunos gatos, atraídos por los sonidos, se deslizan entre las butacas. Nada de eso perturba a los músicos en escena. Ni los susurros de los asistentes ni el coro de ranas que croan desde algún rincón húmedo del jardín

Actuación del grupo Zeinada durante el festival de Fez

Actuación del grupo Zenaida durante el festival de Fez

Driss Elyousfi

Hacia el final de la actuación, el conjunto entona Salve Regina, una antífona mariana del siglo XI, parte del repertorio gregoriano dedicado a la Virgen María. A lo lejos, resuena otro canto sagrado: el adhan, el llamado islámico a la oración. Es el quinto y último del día, e invita a los fieles al rezo nocturno.

Del 16 al 24 de mayo, el Festival de las Músicas Sagradas del Mundo de Fez celebró su 28ª edición bajo el lema Renacimientos: una travesía espiritual entre África y el Renacimiento europeo. Con más de 200 artistas de una quincena de países, la programación combinó espectáculos de gran formato, conciertos íntimos, performances callejeras y espacios de reflexión, todos enfocados en explorar los múltiples “renacimientos” del ser humano desde sus raíces espirituales y culturales.

Del 16 al 24 de mayo

El festival concluyó con un homenaje a los griots, los poetas, músicos y narradores tradicionales de África Occidental

“El entorno acústico nos planteaba un gran reto, pero creo que lo hemos afrontado con acierto”, comenta a La Vanguardia Alberto Guardia, miembro del grupo Zeinada. Acostumbrados a interpretar en iglesias con acústica reverberante, los músicos debieron adaptarse a las condiciones abiertas del jardín marroquí. “Creemos que nuestro trabajo ha encajado perfectamente en este festival, donde convergen culturas de todo el mundo, en un enclave como Fez, que rebosa vitalidad”.

Ghana

Ghana

Driss Elyousfi

Durante el día, en los jardines no se oyen las ranas, pero sí se siente el peso ardiente del sol. Ese mismo miércoles, antes de la actuación de Zenaida, el músico ghanés Osei Korankye y su banda tomaron el escenario, resguardados por unas sombrillas. Consciente de la barrera del idioma, el ghanes se limitó a pronunciar una frase en inglés: “En África, los instrumentos hablan; esta tarde hablaremos a través de ellos”. Acompañado por tambores, hizo sonar la seperewa, un arpa tradicional de Ghana de cuerpo rectangular y una resonancia cálida y suave.

En ese mismo escenario sonaron durante esta edición cantos y poemas de Persia, rituales sufíes del océano Índico, los potentes tambores ceremoniales de Burundi y el ensemble armenio Nagash, cuya música escapa a cualquier intento de clasificación: fusiona tradición armenia, matices jazzísticos y ecos del pop occidental. “Cada año intentamos tener grupos que vengan de diferentes culturas y al mismo tiempo hacer fusiones entre sus músicas”, comenta Abderrafia Zouitene, presidente del festival. “No solo queremos producir conciertos, nuestra intención es que los asistentes vivan una experiencia excepcional”.

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El flamenco tiene un papel destacado en la historia del Festival. En el actuaron figuras como Paco de Lucía, Tomatito o Vicente Amigo. Este año, el protagonismo recayó en el dúo Antípodas, formado por Florencia Oz e Isidora O’Ryan, y en el cantaor Miguel Poveda, que presentó su espectáculo Poema del cante jondo –inspirado en el poemario de Federico García Lorca– acompañado por el guitarrista Jesús Guerrero.

Concierto de Miguel Poveda en el festival de Fez

Concierto de Miguel Poveda en el festival de Fez

Zoubir Ali

“Es la segunda vez que vengo a este festival, pero la primera con mi propio espectáculo”, explicó Poveda antes de su actuación. “Siento la responsabilidad de estar a la altura que merece Lorca y quiero que la gente perciba los paisajes que dibujan sus poemas”. Así fue. El artista ofreció su concierto ante unas 3.000 personas en Bab al Makina, la puerta histórica que formaba parte de la antigua muralla de la ciudad y que hoy sirve como el escenario mas multitudinario del festival de Fez. Aunque pocas personas comprendieron las palabras de Poveda, la emoción fue palpable cuando el músico bajó del escenario y caminó entre el público, que se levantó de sus asientos para verlo de cerca.

El escenario de Bab al Makina acogió también la celebración de los 44 años de inscripción de Fez en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Cuarenta y cuatro artistas de música andalusí marroquí, dirigidos por el maestro Mohammed Briouel, se unieron a cuarenta y cuatro cantantes sufíes de diferentes cofradías de Marruecos, bajo la dirección del Sheikh Ali Rebbahi. Juntos ofrecieron un concierto que presentó las once noubas,  las suites musicales más importantes dentro de la música Al Ala, una tradición andalusí-marroquí. También se escucharon cantos y ritmos tradicionales de las zaouias, espacios espirituales o comunidades sufíes. Además, participaron 20 Foukaras,  intérpretes que acompañan la música con sus voces y movimientos rítmicos, marcando el pulso de la interpretación.

Festival de Fez

Festival de Fez

Zoubir Ali

El festival concluyó con un homenaje a los griots, los poetas, músicos y narradores tradicionales de África Occidental. Guardianes de la memoria oral y la historia de sus pueblos, los griots han transmitido durante siglos relatos, genealogías y valores culturales a través del canto, la palabra y los instrumentos tradicionales. Su legado no solo preserva el pasado, sino que también inspira el presente y el futuro de las comunidades que representan.

“Tenemos una idea de lo que queremos mostrar el próximo año en el festival, aunque aún está en fase de desarrollo”, adelantó el presidente Zouitene, de cara a la edición del 2026. “Lo que sí puedo adelantar es que seguiremos explorando las raíces espirituales y musicales de diferentes culturas, promoviendo encuentros únicos y enriquecedores para todos”.

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