El Prado regresa a los 'blockbusters' con la gran muestra de Veronese

Arte

La pinacoteca madrileña reúne más de un centenar de obras del gran maestro del Renacimiento veneciano que ayudó a solidificar el mito de la Serenísima República

'La cena en casa de Simón' (1556-60), de Paolo Veronese

El enorme 'La cena en casa de Simón' (1556-60), de Paolo Veronese, llegado de Turín 

Musei Reali di Torino, Galleria Sabauda

Los blockbusters regresan a los museos. Con más de un centenar de obras llegadas de todo el mundo -Louvre, Metropolitan, National Gallery, Uffizi, Kunsthistorisches-, el Prado abre la exposición del año en España, dedicada a uno de los grandes maestros del Renacimiento veneciano junto a Tiziano y Tintoretto. Un pintor que con sus enormes obras contribuyó a solidificar en Europa el mito de la belleza, virtud y sociabilidad de la Serenísima República justo cuando el imperio marítimo ya empieza a dar muestras de decadencia: Paolo Veronese (1528-1588). Un pintor que logró la síntesis entre Tiziano, Rafael y Parmigianino con una enorme elegancia formal y un colorido audaz en lienzos fuertemente teatrales y con no pocos perros. Un creador que coleccionaron reyes como Felipe IV o Luis XIV y que impactó en la pintura del Greco, Rubens, Velázquez, Delacroix, Tiépolo -a quien llamaban el Veronés redivivo- o Cézanne.

'Venus y Adonis' (hacia 1580), de Paolo Veronese

'Venus y Adonis' (hacia 1580), de Paolo Veronese 

Museo del Prado

En las salas del Prado se han instalado algunas obras tan enormes como La cena en casa de Simón, de tres metros de alto y cuatro y medio de largo, proveniente de la Galeria Sabauda de Turín. Un cuadro con el primero de los banquetes que retrataría Veronese, el género que le dio más fama, con arquitecturas palaciegas y personajes lujosamente ataviados -la Magdalena está envuelta en sedas y el fariseo con un armiño-, vajillas de oro y criados africanos en medio de personajes ataviados con ropas muy diversas que muestran que Venecia es una ciudad internacional. Unos banquetes epítome de la sociabilidad y la cortesía del imperio veneciano con un sofisticado ceremonial que empezaba a ser codificado en tratados e imitado progresivamente en el resto de Europa. Un cuadro, por cierto, en el que el pintor deja una peculiar firma: un clavo hincado en una columna en alusión al humilde trabajo paterno, spezapreda, cantero.

'La unción de David (hacia 1550), de Paolo Veronese, proveniente del Kunsthistorisches de Viena

'La unción de David (hacia 1550), de Paolo Veronese, proveniente del Kunsthistorisches de Viena 

Kunsthistorisches Museum

”Aunque fue extraordinario en todos los géneros, a Veronese lo asociamos con composiciones fastuosas de gran tamaño, con ese majestuoso teatro de escenarios y de gestos que componen sus grandes obras, no siempre fáciles de trasladar. Como esta cena en casa del fariseo, la más grande que hemos tenido en una exposición del Prado”, subraya Miguel Falomir, director del museo pero también comisario de la muestra junto a Enrico Maria dal Pozzolo, profesor de la Universidad de los Estudios de Verona.

'La disputa con los doctores en el templo (hacia 1560), de Paolo Veronese

'La disputa con los doctores en el templo (hacia 1560), de Paolo Veronese 

Museo del Prado

Falomir recuerda que Veronese logró un gran éxito en vida y solo “en la parte central del siglo XX tuvo una fama algo opacada porque tendemos a asociar vida y obra y él fue un pintor bastante feliz, no generó grandes rivalidades”. “Fue uno de los pintores más completos de la historia de la pintura occidental, con unos recursos técnicos extraordinarios. Un pintor valiente, porque su cromatismo es de los más audaces de la historia de la pintura, mezclando colores tan inarmónicos como el rosa, el amarillo, el verde. El Greco supo apreciar esa paleta. Fue uno de los mas elegantes de la historia de la pintura, capaz de generar un mundo propio, y sus obras no solo son un placer verlas, sino que nos hacen desear estar dentro de ellas”.

'La Adoración de los Magos' (1573-74', de Paolo Veronese, procedente de los Musei Civici de Vicenza

'La Adoración de los Magos' (1573-74', de Paolo Veronese, procedente de los Musei Civici de Vicenza 

Vicenza, Musei Civici, Chiesa di Santa Corona

Ciertamente, los enormes cuadros de Veronese muchas veces se aprecian mejor de cerca, rostro a rostro, casi una representación teatral entera, con las motivaciones de los múltiples personajes perfectamente narradas en sus gestos y caras. Unos cuadros que parecen hacer el zoom en las escenas y dejan muchas veces cortados los personajes de los laterales, junto al marco, que  miran casi asimilados a los espectadores.

'La conversión de María Magdalena' (1548), de Paolo Veronese, procedente de la National Gallery de Londres

'La conversión de María Magdalena' (1548), de Paolo Veronese, procedente de la National Gallery de Londres 

The National Gallery

El profesor Dal Pozzolo recuerda la importancia para la pintura de Veronese de su origen. “Verona forma parte de la serenísima república de Venecia pero tiene fundación romana, es la gran segunda ciudad romana tras Roma, ha respirado una grandiosidad clásica antigua”. Y apunta la importancia decisiva para él del descubrimiento de la pintura de Tiziano en la catedral de Verona y más tarde de Rafael, como la Sagrada  Familia -conocida como La perla y exhibida en la muestra-, que logrará sintetizar. Pronto irá a Venecia y a los 25 años ya estará en el Palacio Ducal decorando la sala del consejo de ministros y se convertirá en el pintor del Estado véneto.

'Los peregrinos de Emaús' (1555), de Paolo Veronese, proveniente del Louvre

'Los peregrinos de Emaús' (1555), de Paolo Veronese, proveniente del Louvre 

Musée du Louvre

“Es un pintor libre, rompe los esquemas”, dice Dal Pozzolo, que recuerda que cuando es llamado por el Santo Oficio por un cuadro de La última cena ”en el que hay enanos, soldados y papagayos, él dice que los pintores son como los poetas y los locos, que trabajan con lo que les viene a la cabeza”. Sería condenado a cambiar el título del cuadro, y lo rebautizaría como Cena en casa de Leví. También tendría críticas en Francia por el mismo motivo por uno de los cuadros exhibidos en el Prado, Los peregrinos de Emaús, que muestra una cena fastuosa.

'Cristo en el huerto de los Olivos (1582-3), de Paolo Veronese, proveniente de la Pinacoteca di Brera de Milán

'Cristo en el huerto de los Olivos (1582-3), de Paolo Veronese, proveniente de la Pinacoteca di Brera de Milán 

Pinacoteca di Brera

“Es impecable, libre, famoso por la capacidad de sintetizar pintura y arquitectura -tomó la lección de Palladio- y por su teatralidad”, cuenta Dal Pozzolo antes de referirse al último Veronese, que si “antes era el intérprete de la necesidad de una República que quiere representar la luz, tras la peste de 1576, que mata a un tercio de la población, incluido Tiziano, hace cuentas con la muerte y la edad. No es viejo, pero en cuadros como Cristo en el huerto de los Olivos los colores cambian”. Un cuadro en el que un ángel sujeta medio incorporado a un Cristo  adormecido, como sus cercanos discípulos, mientras un suave haz de luz celestial les ilumina rompiendo la oscuridad de la noche.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...