La mujer ejecutada hace más de 1.300 años en Londres y cuyos restos quedaban expuestos en la ribera del Támesis cuando había marea alta

Arqueología

Sus restos fueron descubiertos en 1991 y han estado almacenados durante dos décadas en el Museo de Londres sin que nadie los estudiara

Los restos de la mujer encontrada en la ribera del río Támesis

Los restos de la mujer encontrada en la ribera del río Támesis

Museo de Arqueología de Londres

Sus restos han estado almacenados en el Museo de Londres durante más de 20 años. Esta mujer tenía entre 28 y 40 años cuando murió hace más de 1.300 años. Sus restos no fueron enterrados. Alguien decidió que era mucho mejor colocar el cuerpo en la ribera del Támesis en una tumba marcada por postes, donde se podían ver cada vez que había marea alta.

Sus huesos fueron descubiertos en 1991. Se encontraron colocados entre dos láminas de corteza, con una estera de juncos con almohadillas de musgo sobre su rostro, pelvis y rodillas. Desde entonces han permanecido conservados en el almacén del museo, sin que nadie les prestara mucha atención.

Dos décadas de larga espera

Un grupo internacional de expertos dirigido por la doctora Madeleine Mant, sin embargo, se ha puesto manos a la obra. Según explican en un artículo publicado en la revista World Archaeology, las dataciones de radiocarbono obtenidas de las láminas de corteza han permitido saber que la mujer vivió entre el 680 y el 810 después de Cristo.

Los análisis de isótopos estables revelaron que era originaria de la zona, probablemente criada en la misma ciudad de Londres o en sus alrededores. Su dieta consistía en alimentos terrestres. Pero a partir de los 5 años, experimentó un período que le provocó un aumento en los valores de nitrógeno estable.

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Vistas del Puente de la Torre de Londres desde la orilla sur del río Támesis 

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Esto podría indicar un cambio en la dieta, posiblemente incorporando más carne, o por el contrario, un período de inanición en el que su cuerpo recurrió a la descomposición de sus reservas de grasa y proteínas. Antes de fallecer, sufrió una serie de brutales palizas y, finalmente, fue ejecutada.

Dos semanas antes de su muerte, sufrió dos incidentes traumáticos que le produjeron más de 50 lesiones en todo el cuerpo. El primer suceso le causó fracturas finas en ambos omóplatos. Los investigadores han observado fracturas similares en la escápula y la columna vertebral como resultado de golpes.

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Es posible, explican los autores del estudio, que en el caso de una mujer del siglo IX estas lesiones fueran provocadas por palizas o azotes. La segunda serie de lesiones se concentraron en el torso y el cráneo, y probablemente se infligieron con objetos contundentes o una serie de patadas y puñetazos, similares a torturas.

Un último golpe preciso en el lado izquierdo de la cabeza fue el que le habría causado la muerte a la mujer. Según expone el equipo de la doctora Madeleine Mant, esta forma de castigo corporal podría haber sido el resultado de cambios en los códigos legales durante la época.

Mudlarker sosteniendo un detector de metales en busca de antigüedades en la orilla del río Támesis durante la marea baja.

Un hombre con un detector de metales en busca de antigüedades en la orilla del río Támesis durante la marea baja 

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“La Inglaterra medieval temprana fue una época de cambios: el código legal de Ethelberto (589-616) no incluía el castigo corporal, pero el de Wihtred de Kent (690-725) establecía castigos específicos, por ejemplo, palizas para quienes no pudieran pagar las multas”, señalan los arqueólogos.

«La pena capital también se incluía cuando así lo disponía el rey. Con el paso del tiempo, se asociaron más delitos con la pena de muerte durante el reinado de Alfredo (871-899). Delitos como robo, traición, brujería y hechicería podían ser castigados con la pena de muerte, que podía ser por lapidación o ahogamiento”, añaden.

Una advertencia para la gente de la zona

El tratamiento funerario de la mujer permite saber que su cuerpo debía ser visible en el paisaje, lo que podría interpretarse como una advertencia para la gente de los alrededores. La osteobiografía (la reconstrucción de su vida a partir de los restos óseos) ha permitido descubrir que fue sentenciada a muerte, aunque su delito específico es imposible de determinar con certeza.

Tras la ejecución, era habitual colocar los restos en espacios liminales o separados, como en los cementerios de ejecución. Sin embargo, los restos de esta persona fueron colocados en la ribera del Támesis, donde su cuerpo podía ser visto por la comunidad circundante durante la marea alta.

El Támesis desbordado en Old Windsor

El Támesis desbordado en Old Windsor 

Propias

La conducta criminal se percibe como desviada. Es por ello, dicen los investigadores, que un lugar de entierro no normativo podría ser una pista contextual sobre cómo se percibía al individuo durante su vida. La ribera del Támesis podría considerarse un espacio liminal, explican en el artículo.

A pesar de los cambios en los códigos legales, las ejecuciones seguían siendo relativamente poco frecuentes. La evidencia arqueológica hallada en los cementerios de ejecución indica una tasa de alrededor de una por década. Además, estas sentencias de muerte se asocian con mayor frecuencia a hombres, con una proporción de sexos de alrededor de 4,5 varones por cada mujer.

“Esto hace que los restos de esta persona sean especialmente únicos para comprender la personificación del derecho medieval temprano en cuerpos femeninos y proporciona información sobre los contextos judiciales de los entierros aislados”, concluyen los especialistas.

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