Hay una cuestión que el Primavera Pro ha puesto este año sobre la mesa: ¿tiene sentido que el consumidor de música tenga a su alcance el catálogo absoluto del mundo mundial por 10 euros al mes pero luego se vea obligado a pagar 300 o 400 euros por la entrada a un concierto de un artista que se ha hecho viral? La industria trata estos días en Barcelona de repensar el verdadero valor de la música. Esta ha sido una de las ideas que la nueva edición del Primavera Pro ha lanzado, explica su programadora Camila Anino. “Estamos como en unas arenas movedizas, no sabemos hacia donde vamos a avanzar. Hemos pasado de comprar discos e ir a las salas pequeñas a conocer bandas, a hacer un dispendio por una sola entrada y que ya no quede dinero para las bandas medianas”.
“Hemos pasado de comprar discos e ir a las salas pequeñas a conocer bandas, a gastar todo y más en un ticket”
Ayer se reunieron en una mesa redonda agentes, programadores y promotores llegados básicamente de países americanos para discutir sobre cómo la viralidad en redes se está convirtiendo en la forma más efectiva de posicionar a un artista, al tiempo que es una métrica poco estable y fiable, pues no siempre se traduce directamente en llenar un concierto. Estamos hablando de niveles de seguidores sin precedentes, pues “hay toda una nueva generación que ha comenzado a escuchar música en TikTok o YouTube pero no en Apple Music o Spotify”, como señalaba Louis Bellavance, del festival d’Été de Québec.
“En el mundo del festival es crucial saber cómo van las redes. Si el artista es muy activo y tiene una avalancha de seguidores, hay que prestar atención a eso. El reto es geolocalizar todo eso, saber dónde se encuentra en el planeta el público potencial del concierto”.
La fidelidad de estos fans es otra de las métricas que maneja la industria. En este sentido, “el lugar que ocupaban en esas métricas Sabrina Carpenter o Chappell Roan hace un par de años nos sirven de guía para comparativamente valorar otra artista emergente. Claro que puede ser un fiasco...”, señalaba Melanie Eselevsky, de Move Concerts Argentina.
“Es una nueva era en la que todo pasa muy rápidamente, es tan fácil dispararse como hundirse. Es difícil de predecir –añade Bellavance–. No sé qué va a pasar con Sabrina dentro de una década, pero sí sé que Taylor Swift seguirá allí. La marca que más rápidamente subió manteniendo la fidelidad del público fue la de Billie Eilish. Y si ella puede, otros podrán. Las redes son, desde luego una manera de hacerlo rápido, pero no necesariamente duradero. Chappell tiene personalidad, apela desde gente de los ochenta a adolescentes de hoy. Sabrina parece menos genuina en redes, necesita seguir creando hits. Hay muchos factores que activan o desactivan esa conexión profunda con el público”. Tom Grainger, de United Talent, convenía en que la consistencia es la clave.
En cuanto al avance imparable de los llamados precios dinámicos, todos ellos son conscientes de que están sujetos a la oferta y la demanda. “Es una locura, se está yendo de madre, y la única manera de detenerla es que dejemos de pagar los dos mil dólares de un ticket de Taylor Swift, y decirle a la hija de 11 años que no”.