Un partido de fútbol con la cabeza de Franco como balón inaugura el festival Ex Abrupto

Arte

La performance de Eugenio Merino y el colectivo estadounidense Indecline tendrá como escenario una antigua línea de trincheras republicanas de la Guerra Civil en Moià

Reproducción hiperrealista de la cabeza de Franco

Balón que reproduce de forma hiperrealista la cabeza de Franco 

Eugenio Merino/Cortesía del artista

Eugenio Merino, el artista que puso a Franco en el interior de una máquina de refrescos y luego utilizó su busto como punching ball, recupera la figura del dictador para una acción, La copa del Generalísimo, consistente en un partido de fútbol en el que en lugar de balón los jugadores chutarán una réplica hiperrealista de su cabeza. La performance, que los propios organizadores califican de “incendiaria”, inaugurará este jueves 3 de julio la décima edición de Ex Abrupto, el festival de creación contemporánea que se celebra en la localidad barcelonesa de Moià.

Ainhoa Garrido durante el proceso de construcción de la cabeza

Ainhoa Garrido durante el proceso de construcción de la cabeza 

Ex Abrupto/Eugenio Merino/ Cortesía del artista

“La pelota es la cabeza de un dictador, pero también un mensaje: lo que aquí se juega no es solo un partido, sino una memoria que sigue sin repararse”, afirman los organizadores, que han elegido como escenario para el encuentro un lugar  cargado de resonancias históricas: una antigua línea de trincheras republicanas de la Guerra Civil, en los alrededores del municipio.

“La pelota es la cabeza de un dictador, pero también un mensaje: lo que aquí se juega no es solo un partido, sino una memoria que sigue sin repararse”

En esta ocasión Eugenio Merino no estará solo sino que contará con la colaboración del colectivo estadounidense Indecline, conocido por “sus intervenciones de alto voltaje en el espacio público internacional”. Lejos de la metáfora, aseguran desde el festival, “la propuesta se sirve de una imagen explícita y física para interpelar al espectador: la impunidad del franquismo, la persistencia de su simbología en el presente y el papel del fútbol como herramienta de propaganda y construcción de relatos”.

La performance se completará con la retransmisión del encuentro en el bar El Casal de Moià durante los días 4 y 5 de julio, así como con la exhibición de la “pelota” en el Museo de Moià, trasladando el debate a espacios cotidianos y comunitarios.

Un jugador local con la cabeza de Donald Trump en la frontera de Estados Unidos con México

Un jugador local con la cabeza de Donald Trump en la frontera de Estados Unidos con México 

Jason Goodrich

La copa del Generalísimo forma parte de una serie de partidos de fútbol que desde 2020 viene organizando junto al colectivo Indecline en diferentes partes del mundo. En todos los casos, la pelota es sustituida por un representante local de la extrema derecha. En la frontera de México jugaron con la de Donald Trump, en Múnich con la de Otto Von Bismarck y en São Paulo con la de Jair Bolsonaro, donde acusaron a Merino de odio, provocando un escándalo nacional. 

“Cuando pensamos en un proyecto para el festival Ex Abrupto tuve claro que había que hablar de Franco, no solo porque se conmemoran los cincuenta años de su muerte y es el dictador local, sino porque representa la esencia del fascismo actual. Tenemos unos cuantos representantes de la extrema derecha para escoger, pero me parece muy importante dar visibilidad a lo que fue la dictadura, sobre todo porque después de tantos años de blanqueo los discursos de la ultraderecha han acabado calando en la juventud actual”.

Vertical

 'Always Franco', de Eugenio Merino, que forma parte de la colección de arte censurado de Tatxo Benet 

ACN

Always Franco, la pieza en la que Merino metió al dictador en un frigorífico decorado con el diseño de Coca-Cola y que hasta la semana pasada se exhibía en el recién clausurado Museu de l'Art Prohibit, provocó una demanda por parte de la fundación que lleva el nombre del dictador, que finalmente fue desestimada en los tribunales. La situación volvió repetirse cuando convirtió la cabeza en un saco de boxeo, pero de nuevo la Fundación Francisco Franco volvió a perder la batalla ante los tribunales, que tras cuatro años de litigios contra el artista  puso coto a la capacidad de la entidad para ofenderse con los creadores que ironizan sobre la figura del dictador y dictaminó que la fundación carece de legitimidad para defender el honor del militar golpista.

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