Robbie Williams regresa a Barcelona por todo lo alto

En el RCDE Stadium

El cantante hace escala en Barcelona con ‘Britpop’, una gira que revisita su pasado y celebra su presente

Concierto de Robbie Williams

Williams, este sábado por la noche en el RCDE Stadium, en Cornellà 

Mané Espinosa

“Hay un artista que se eleva por encima de todos los demás”, anunció el presentador, y Robbie Williams desciende boca abajo desde un gigantesco cohete dorado, vestido con un traje de astronauta. Ese brillante artefacto espacial fue la introducción perfecta para Rocket , el primer tema de la noche y adelanto de su próximo disco, Britpop .

La gira homónima, que comenzó el 31 de mayo en Edimburgo, marca no solo su regreso a los estadios, sino también una especie de redención histórica.

“Este es el álbum que quise escribir y publicar cuando dejé Take That en 1995”, confesó el artista. En aquel entonces, el pop británico vivía su pico absoluto, pero al joven Robbie, recién salido de una boyband y sin aún credibilidad como solista, no se le permitió entrar en el olimpo indie dominado por Oasis, Blur o Pulp.

En su única fecha en España, el británico presentó un adelanto de su nuevo disco y homenajeó sus clásicos

Hoy, con 51 años, Williams se calza nuevamente el icónico chándal rojo de Adidas con el que apareció en Glastonbury en 1998 y cierra el círculo.

Su única fecha en España —en el RCDE Stadium de Cornellà, casa del Espanyol— fue una celebración de pasado, presente y futuro.

La escena no podría haber sido más simbólica: mientras Oasis tocaba en Cardiff, Robbie agitaba Barcelona en su versión más libre y festiva. El britpop está oficialmente de vuelta.

Tras ese arranque espacial, el setlist continuó con los clásicos Let me entertain you , Monsoon , Old before I d ie y una teatralísima versión de Rock DJ . También incluyó un medley rockero con fragmentos de Seven Nation Army (White Stripes), Song 2 (Blur) y Livin’ On A Prayer (Bon Jovi).

El Robbie de siempre estaba ahí: sarcástico, malhablado, chispeante, con un nivel de energía envidiable. Se burló de sí mismo, hizo reír, coqueteó con el público, y dejó espacio para los momentos de vulnerabilidad. “No soy mis errores, y Dios sabe que he cometido unos cuantos”, cantó con emoción en I love my life , antes de mantener una conversación en vivo con una versión generada por IA de su “yo noventero”, vestido con la estética de Take That.

“No soy mis errores, y Dios sabe que he cometido unos cuantos”, cantó con emoción el ex Take That

En la segunda mitad del concierto, Williams revivió su costado más melódico. Cambió el chándal por un traje rosa y homenajeó una vez más a su ídolo, Frank Sinatra, interpretando New York, New York y una versión profundamente emotiva de My Way , mientras en la pantalla se proyectaban fotos íntimas de su vida, su familia, sus hijos, y sus altos y bajos.

También sonaron Supreme , Something Beautiful y ­–a pesar de haber confesado que es su canción “menos favorita” para cantar– no faltó Millennium.

Hay canciones que no necesitan presentación y en una era donde queda poco margen para la sorpresa, bastaron los primeros acordes de Feel para que el público estallara, expectante de eso que todos sabían que estaba por llegar. Con su tercer cambio de vestuario, Robbie Williams interpretó los dos últimos temas de la noche, acompañado por un coro de miles de voces que cantaban a pleno pulmón.

El cierre fue con Angels , y el cantante volvió a elevarse sobre el escenario, literalmente, para despedirse desde lo alto.

“Quiero ser el mejor artista del planeta, y sé que soy capaz de lograrlo”, confesó a este diario en una entrevista a comienzos de año. La carrera continúa. Robbie Williams, una vez más, vuelve a despegar.

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