La Scala de Milán acaba con la manga ancha en el 'dress code' de los turistas

Etiqueta y decoro

El legendario teatro retoma la norma que abandonó en 2015 y no permitirá las zapatillas, las camisetas de tirantes ni comer ni beber en las butacas

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Vista interior de La Scala de Milán. 

Matteo Corner / EFE

El último código de vestimenta de La Scala de Milán, aprobado en 2015, era estricto pero su aplicación se fue relajando. Tanto que llegó un momento que los asistentes a las obras allí representadas podían entrar con una hamburguesa y una cerveza y ocupar, sin que nadie se lo censurara, una de las butacas de terciopelo del escenario milanés. Pero esa permisividad ha terminado.

Los responsables de La Scala han decidido interpretar en su literalidad el código de 2015, y explicitar lo que no era explícito. A partir de ahora, solo se podrá entrar en el edificio con una “vestimenta acorde con el decoro del Teatro. No se permite la entrada a espectadores con camisetas de tirantes, pantalones cortos ni zapatillas”. Incumplir el código implica la expulsión del recinto. Y sin retorno del precio de la entrada.

Paquetes turísticos

Las entradas para el Teatro también se venden en ofertas para visitantes que no informan de las normas de vestimenta

El superintendente saliente de La Scala, Dominique Meyer, optó por una mayor tolerancia que había desembocado en —casi— libertinaje. Meyer opinaba, recoge La Repubblica, que en su juventud fue a la Ópera de París y los espectadores cercanos lo regañaron por vestir “como un trabajador”. Un episodio que relató a menudo durante su regencia, explicando “lo que me importa es que los jóvenes vengan, no cómo estén vestidos”.

Cartel admonitorio del Teatro de La Scala.

Cartel admonitorio del Teatro de La Scala.

L'Scala

No obstante, el problema actual de La Scala no era una cuestión de lucha de clases, sino de turistas. Muchos tours que se compran en paquete incluyen una entrada a La Scala, y no recogen en código de vestimenta adecuado. Es decir: sin transparencias, camisetas de tirantes, de fútbol, zapatillas playeras… 

El sucesor de Meyer, Ortombina, ha dado autoridad a los guardias de seguridad del recinto para que actúen sin tapujos a favor de la norma escrita del dress code, explica también La Repubblica. Y añade que con esta iniciativa pretende hacer ver a los visitantes que hay templos de la cultura, y que La Scala es uno de ellos. Y que la reverencia al arte está por encima de la actitud universal del “Yo pago y entro vestido como quiero”.

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