El Vapor de Prodis ★★★★✩
Autor: HArquitectes
Ubicación: Terrassa. Calle Bruc, 24
A caballo entre el siglo XIX y el XX, la arquitectura industrial dio carácter con sus naves de ladrillo y sus chimeneas a barrios de numerosas ciudades catalanas. El declive de aquel sector ha traído la reconversión de sus fábricas en viviendas, oficinas o museos, pero pocas veces una transformación habrá sido tan satisfactoria como la realizada en las tres naves de lo que fue Filatures Matarí, en el barrio de Ca n’Aurell, en Terrassa, sede ahora de la Fundació Prodis, dedicada a la atención a personas con capacidades diversas.
HArquitectes acometieron este proyecto guiados por dos decisiones estratégicas. La primera, derribar la planta baja de la nave intermedia, manteniendo la estructura metálica de la planta superior, para trazar bajo ella una calle que abre la institución a la ciudad con un restaurante, una tienda, una cantina y una sala de actos y, además, funciona como vestíbulo y distribuidor de las distintas dependencias del centro. La segunda decisión consistió en reforzar la deteriorada estructura de cerchas de madera en las dos naves restantes con una estructura transversal y con unas torres de madera que integran las viejas cerchas, a la vez que definen espacios cerrados para aseos, talleres, almacenes, salas de reuniones y otros usos. De hecho, son torres que funcionan como pilares y reinventan la planta de las naves.
Junto a la intervención estructural debe destacarse la ambiental, en la que cobran importancia los lucernarios superiores, con funciones de iluminación y ventilación, subrayados por unas generosas campanas de listones de madera, que suman calidez al conjunto y contribuyen a dar una escala más doméstica a los espacios, sin alterar la percepción del gran volumen de cada una de las dos naves.
El equilibrio logrado por HArquitectes es, en este sentido, exquisito. Los espacios son amplios y acogedores. No puede decirse que contribuyan a sanar a quienes sufren autismo, parálisis cerebral, enfermedades mentales o discapacidad intelectual, a veces en grado severo, pero sí que evita que empeoren y contribuye a que lleven una vida más digna, con más bienestar: desde la entrada en servicio de este equipamiento, hace un año, se ha reducido en un 60% el número de crisis por trastornos de conducta, que pueden ir acompañadas de agresividad, autolesiones o violencia.
Ese mayor bienestar proporciona al visitante una experiencia emocional gratificante que se suma a la arquitectónica, puesto que esta obra prueba, sobradamente, que la tarea de los arquitectos puede ir más allá de dar cobijo: puede dar también horizontes sociales a personas a las que históricamente se ha segregado y escondido.




