Desde que en 1917 Marcel Duchamp dio a conocer la célebre Fountain, un urinario de porcelana blanca presentado a una exposición como si fuera una escultura (en realidad, la brillante idea parece ser que no fue del héroe del arte conceptual, sino de la baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven), son legión los artistas que se han sentido atraídos por una práctica que atrapa el arte en la vida real. En cierto modo es lo que ha hecho el escenógrafo Alejandro Andújar (Cáceres, 1979) con Obra de arte total, una instalación que es en si misma un gigantesco e intrigante ready-made. Aunque en este caso no se trata de uno de esos objetos cotidianos con los que estamos familiarizados y que forman parte del mundo real sino de un gran aparato escenográfico que el propio Andújar imaginó para una propuesta dramática y que ahora, liberado de su función y del lugar al que pertenece, el teatro, lo planta en la plaza Margarida Xirgu, entre el Teatre Lliure, el Mercat de les Flors y el Institut del Teatre.
“Cuando cambias el uso y el lugar en este caso de una escenografía y le añades el código de observación del mundo del arte aparece otra cosa”, apunta Valentín Roma, comisario de un proyecto que ha ido tomando forma en el transcurso de la conversación entre ambos. “La pieza me parece importante por la contundencia nada frecuente con la que interviene el espacio público y por esa perplejidad que genera en el espectador, una zona de incógnita, de observación, de sensibilidad, que es totalmente distinta ”, continúa el director de la Virreina Centre de la Imatge.
El escenógrafo se emancipa como artista con una instalación que ha plantado en la plaza Margarida Xirgu
Andújar es uno de los escenógrafos más relevantes de los últimos años, reclamado para el teatro, el musical o la ópera por directores como Lluís Pasqual, Gerardo Vera, José Luis Gómez, Juan Mayorga, Julio Manrique, Antonio Banderas, Helena Pimenta o Alfredo Sanzol. Ha cumplido ya más de veinte años en la profesión y tenía ganas de emanciparse y de explorar nuevos caminos, de conquistar cierta autonomía y dar salida a una vertiente más artística que en el escenario se ve limitada o condicionada por la propia del director, que es el que tiene la última palabra. “Se titula Obra de arte total porque, en ese compendio de actividades artísticas para hacer una obra de teatro, regidos evidentemente por una cabeza que capitanea todo, que es en este caso el director, es inevitable como autor no experimentar algo de frustración al sentir que aquello que has creado tiene una funcionalidad que no gobiernas. En este caso me apetecía ser yo el que otorgara el último significado a este objeto. Me parece interesante coger un elemento que he realizado como escenógrafo y resignificarlo, precisamente porque creo que con ello expío algo de esa frustración”, argumenta Andújar.

Alejandro Andújar en el interior de 'Obra de arte total'
La escenografía, que habitualmente vemos solo de manera frontal, como si se tratara de un cuadro, adquiere aquí volumen, como una escultura que se puede observar desde todos los ángulos. Recubierta de un plástico protector que acentúa su misterio, la estructura pertenece a La dona fantasma , la comedia de la compañía T de Teatre que hace unos días estaba de gira en La Habana y Buenos Aires. Una vez abandone la plaza el próximo 28 de julio, volverá a cumplir la misión para la que fue creada y en febrero se exhibirá en el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional. Incluido dentro del Grec, el proyecto surgió de la beca Leonardo que concede la Fundación BBVA.