En una de sus estancias en la cárcel Modelo, donde fue recluido en diversas ocasiones por sus ideas políticas, el poeta, pintor, ilustrador y cartelista republicano Helios Gómez (Sevilla, 1905-Barcelona, 1956) transformó en un oratorio la celda número 1 de la cuarta galería, donde estaban los presos condenados a muerte. Se lo había pedido el párroco de la prisión, Bienvenido Lahoz, y el artista, gitano, representó a la virgen de la Mercè, patrona de la ciudad y de los presos. La representó con rasgos romaníes, con el niño en brazos sosteniendo en la mano un molinillo de viento y, a sus pies, retorciéndose, los condenados -colegas suyos de encierro- cercados por un alambre de espino. En frente, sobre la puerta, angelitos negros tocan la guitarra, cantan y bailan, en un guiño a la canción de Machín que al parecer le inspiró.
La pintura mural, que en su momento solo pudieron contemplar los presos pero que forma parte de la memoria histórica y artística de la ciudad, fue cubierto en 1998 por una gruesa capa de pintura por decisión de la Conselleria de Justicia, bajo el mandato en aquel momento de Núria de Gispert, y el director de la prisión, que alegaron supuestas razones higiénicas. Muchos las consideraron ya irrecuperables. Pero la Asociación Cultura Helios Gómez, que promueve Gabriel Gómez, hijo del pintor, y diversas comunidades gitanas, no dejaron de batallar durante décadas hasta que este mismo año el Departament de Cultura, de acuerdo con el Ayuntamiento de Barcelona, encargó su recuperación y restauración al Centro de Restauración de Bienes Muebles de Catalunya (CRBMC), para en el futuro convertirlas en un espacio visitable para el público.
Los restauradores han sacado a la luz la decoración del techo, cuya existencia se desconocía
“La capilla es un tesoro patrimonial que había quedado oculto durante demasiado tiempo, y que especialmente algunos querían que quedara oculto para siempre. Y nosotros hemos hecho lo contrario: hemos visibilizado una memoria silenciada”, señaló ayer el alcalde Jaume Collboni durante una visita de obras a la que también asistió la consellera de Cultura Sònia Hernández, quien anunció que una vez concluidos los trabajos la capilla será declarada Bien Cultural de Interés de Nacional.
“Se trata de un tesoro patrimonial que algunos querían que quedara oculto para siempre”, denuncia Collboni
El descubrimiento de las pinturas, iniciado hace unos seis meses por el equipo que dirige Mireia Mestre, “ha sido una tarea dificultosa y técnicamente muy compleja”, en la que han tenido que despojar, milímetro a milímetro, y con una técnica casi quirúrgica, hasta seis capas de pintura superpuesta en algunos casos. Las pinturas se conocían gracias a las fotografías existentes, pero no había constancia de la decoración del techo, una bóveda estrellada, que en medio tiene un circulo con los símbolos eucarísticos. Las estrellas, según explica el restaurador Pere Rovira, están hechas con el papel de plata que envolvían las chocolatinas que los familiares llevaban a los presos.
Los angelitos negros inspirados en la canción de Machín sobre la puerta de entrada a la celda
Gabriel Gómez tenía cinco años cuando su padre la pintó y solo podía visitarlo el día de la Mercè. Recuerda que en casa, “una familia republicana que había perdido la guerra”, se pasaba hambre pero que él nunca le dejó probar el rancho de garbanzos que servían en la cárcel por ser día festivo. No tuvo oportunidad de saber la intención que tenía sus padre con unas pinturas que para Collboni son “un gesto radical de esperanza, de dignidad y de afirmación ante la represión”. En todo caso subraya que fueron creadas para quienes estaban en el corredor de la muerte, “de donde, hasta los años sesenta cada noche se llevaban 12 o 14 presos para ser fusilados en el Camp de la Bota. Durante el trayectos, los camiones que los llevaban iban tocando el claxon para que todo el mundo lo viera”. Meses atrás, el hijo del autor de la Capilla Gitana cedió al MNAC seis óleos, veintisiete dibujos y un libro que el artista que su padre había querido conservar para si.
Helios Gómez, a quien La Virreina dedicó en 2020 la exposición Días de ira. Comunismo libertario, gitanos flamencos y realismo de vanguardia, comisariada por Pedro G. Romero, estuvo varias veces preso por su activismo político. Su delito, según consta en su ficha en el Archivo de Salamanca: “Peligroso y de acción, propagador de ideas”. No por casualidad, la presentación de los trabajos tuvo lugar el día del “anti-gitanismo”, fecha en la que se conmemora la Gran Redada o Prisión general de gitanos, el intento de exterminio de los romaníes que vivían en España en 1749. El proyecto consistía en recluir separadamente a los hombres y a las mujeres gitanos para que no pudieran reproducirse y conseguir así su extinción.
El restaurador Pere Rovira explica detalles de la restauración en el interior de la celda
El descubrimiento de las partes bajas de las paredes, en las que no hay ninguna figura pero en las que se acumula un mayor número de capas sobrepuestas, finalizará en el último trimestre del año y luego comenzarán los trabajos de restauración y conservación para la estabilización definitiva de las pinturas.


