En la Edad Media, un caballero podía vender su fidelidad, pero no así su lealtad. El matiz era importante porque fidelidad y lealtad se percibían cercanos, pero no significaban lo mismo. Los siglos han confundido sus significados y nos resulta evidente que una persona infiel automáticamente nos es desleal y viceversa, pero ¿es realmente inexorable esta superposición de significados hasta el extremo de considerarlos sinónimos…? O ya entrando en materia, ¿uno puede ser infiel a una pareja y, al mismo tiempo, seguir siendo leal a esa relación? ¿Es la infidelidad un déficit de la pareja o solo lo es del que comete la infidelidad? ¿No es inevitable en una relación sentirte atraído por otras personas, por la posibilidad de otras vidas, por sentir otra vez, renovado tu cuerpo, tu fantasía, tu capacidad de gustar y ser gustado?
La reprobación del adulterio viene de la mentira, de la desfachatez de la mentira, del quiebre de la lealtad, del convertir a tu mujer en tu madre y a tu marido en tu padre, si estáis en pareja. En resquebrajar el acuerdo romántico de la fidelidad que consiste, en palabras de Francesco Alberoni, “comunicar a mi amado que él o ella vale más que cualquier otra persona, que es mi único bien, mi único deseo”. Emites un mensaje de tranquilidad, de amor confiado y confiable.
La infidelidad y la deslealtad destruyen las murallas del amor considerado como bien preciado
La fidelidad es también una relación con uno, al ser un acto que realizo conmigo mismo. Porque el otro confía en ti. No te investiga, no te mira el móvil cuando tú estás durmiendo o en la ducha, no entra en tu correo privado, ni en tus cuentas ni te sigue por la calle. Saber, después de una investigación a tu pareja, que este te es fiel, no vale nada. El valor es no saber y confiar. Por ahí podríamos rastrear la lealtad a una relación que excede la fidelidad o infidelidad puntual.
Ser fiel, querer serlo, es echar de nuestro pensamiento cualquier otra presencia, cualquier otro deseo para dejar sitio solo al objeto amado, y otra vez Alberoni: “Ensancho mi alma, mi corazón, excluyendo de él todo aquello que podría molestar, resquebrajar mi amor. Elimino cualquier posible seducción, cualquier posible tentación”. La cuestión es poner cortafuegos alrededor de mi amor. Protegerlo.
Ser fiel es echar de nuestro pensamiento cualquier otra presencia, cualquier otro deseo para dejar sitio solo al objeto amado
El adulterio en su modalidad física, alquiler de habitación por horas, excusas y agentes dobles, parece a la luz de las nuevas tecnologías, un animal antediluviano. Un adulterio a la hora de comer o de madrugada es, actualmente, como enviar un fax. El engaño virtual que puede o no puede ir acompañado de encuentros físicos, nos llega embozado con la idea sagrada de nuestra privacidad. Uno puede pensar y desear lo que su voluntad y deseo quiera, sin pedir permiso a nadie. Pero cuando la fantasía está en tu WhatsApp, ¿de qué estamos hablando? ¿Coquetear, tontear, intercambiar fotos en un medio virtual es ser infiel? Ésa es la defensa que alegó la pareja de PA. Defensa frágil, que mereció la respuesta que no buscaba: sí, es infidelidad de mayor o menor grado, capullo. Pero entrar en la privacidad de su teléfono o correo electrónico es deslealtad y un delito, por cierto.
Hay pasos previos a convertirte en un amante desleal, paranoico, celoso y hacker aficionado. Confiar en alguien es saber sin comprobar. Pero luego están las señales de alerta que también solicita PA en su correo. Aquí van algunas:
1) Ocultamiento de conversaciones
2) Foto de pene jaculatorio
3) Foto de pechos alocados y desnudos, pezones ajenos a la ley de la gravedad
4) Mayor intimidad emocional con otros en redes sociales que con su pareja en el mundo físico y real.
5) Mover el ordenador al lugar más aislado de la casa y siempre de cara a la puerta por donde entrarás tú, apagarlo abruptamente cuando te acercas y posterior sonrisa idiota y oferta de haceros un café…
6) Nombres falsos: Elvis, Prince, Luis XIV, Jennifer…
7) Incomodidad ante la revisión de mensajes.
8) Fingimiento de lipotimia ante la revisión de mensajes.
9) Salto hacia atrás con caída en espagat lateral ante la revisión de mensajes.
10) Móvil boca abajo en la mesa cuando salís a cenar, en silencio en casa, radio antes que Spotify en el coche…
La infidelidad y la deslealtad destruyen las murallas del amor considerado como bien preciado y elegido entre un millón. Al que es engañado se siente herido en lo más profundo y afronta futuras desconfianzas. Pero quién engaña, mata al amor, su piel conserva huella y recuerdo de su traición, y su retrato se pudre en el desván, cada vez más horrible, incapacitándolo para el futuro. Con todo, qué quieren que les digan: somos animalillos y la vida es tan corta…