Odio el verano... en el aeropuerto

Serie... 6/7

La peor experiencia es la vez que me mudé a Alemania por primera vez con veinte años y sin saber alemán

20 - 07 - 2025 / Barcelona / Aeropuerto / Gente esperando en el aeropuerto - aglomeraciones / Foto: Llibert Teixidó SERIE VERANO DAVID UCLES - ODIO EL VERANO - #6 Aeropuerto

Varias personas esperan su vuelo en el aeropuerto

Llibert Teixidó

De los sitios donde te puede pillar el verano por banda, este es uno de mis preferidos, porque, si bien he tenido malas experiencias en estos puertos, también tuve muy buenas e inesperadas. La sensación general que me producen los aeropuertos es la de estar en un limbo presente en todas las regiones del mundo: un corte inglés alargado con Toblerones XXL, cajas de galletas danesas, perfumes y aire acondicionado, así como vistas a un parking gigante al aire libre —o a la cruz de Paracuellos si viajas desde la T4 de Madrid—. Unas de las escape rooms más grandes del mundo, junto a los Ikeas.

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David Uclés
Gente en playa

Cuando estoy en ellos, me suelo poner canciones de The Fleetwoods o de Jo Stafford. Love Actually me hizo mucho daño, supongo. ¡Pero qué bello subirse en una de esas cintas automáticas lentísimas, quedarse quieto y mirar alrededor el bullicio ordenado! Bullicio del que nunca formé parte, pues siempre llegué con, como mínimo, dos horas de antelación a mis vuelos, salvo la vez que perdí el vuelo a Berlín porque fui a cambiar al supermercado de la ciudad alemana donde vivía una bolsa de espárragos con gambas que solo traía una gamba. Larry David Uclés. Calculé mal el timing .

Siempre pito en los controles. He asumido que es por comer tanto sushi. Se lo digo a la de seguridad y me ignora

Estoy usando muchos anglicismos, pero bueno, como es verano…

¿La peor experiencia en un aeropuerto? La vez que me mudé a Alemania por primera vez con veinte años y sin saber alemán. Mis dos amigas, seis maletones, tres bultos de mano y yo tuvimos que pasar la noche encerrados en un ascensor porque afuera había unos skinheads que parecían insultarnos —o, probablemente, unos punkis que se reían de nosotros—. No me preguntéis cómo fue aquello posible, pero fue así, os lo prometo.

Otra agridulce: las despedidas. Los tremendos llantos al decir adiós a mi ex marido francés, Benoît, el amor de mi vida hasta la fecha. Y a mi ex mexicano. Y al polaco. Y al alemán, ruso, turco y kurdo. ¡Cada uno viaja como quiere! Yo lo hago con mis amantes.

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Odio el verano... en la piscina

David Uclés
SERIE VERANO DAVID UCLES - ODIO EL VERANO #5 Piscina

Una positiva: el Valium que me tomo antes de volar. Entro sonriendo a los azafatos y soy yo quien se adelanta y les dice: ¡Tengan un buen vuelo! Y escucho atentamente y feliz las instrucciones por si nos estrellamos, y suelto una carcajada tímida cuando hacen como que soplan al chaleco salvavidas.

Una negativa: Los 15 euros del bocadillito de jamón que te ha de quitar el hambre pero solo te quita el honor. Las pulguitas y las botellas de agua deberían ser gratis, al menos para los españoles.

Otra positiva: siempre me da tiempo a pesarme en las farmacias. Me gusta saber lo que peso, me indica que sigo vivo.

Negativa: me ponen nervioso los botones para puntuar cómo fue la experiencia en el baño. Nunca sé qué color pulsar. La mayoría de las veces resuelvo el bloqueo pulsando uno al azar. Y a veces me vuelvo arrepentido y pulso muchas veces el verde.

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Odio el verano... en el pueblo

David Uclés
SERIE VERANO DAVID UCLES - ODIO EL VERANO #4 Pueblo

Positiva: una vez, me hice con un rasca de un euro y me tocaron setecientos cincuenta. Para celebrarlo, como lo rasqué de madrugada en París, me compré decenas de macarrons y de crêpes , y una caja de Buscapina.

Negativa: Siempre pito en los controles. He acabado asumiendo que es por comer tanto sushi. Se lo digo a la de seguridad y hace como que no ha escuchado nada.

Negativísima: la vez que me tiraron los cuatro kilos de gofio que cargaba en la maleta por si estaba mezclado con droga. ¡Ni que fuera Cola Cao!

Positiva: la sensación de estar en el lado correcto de la vida cuando vas en turista y ves pasar primero en la cola de embarque a los cuatro burgueses que han pagado el doble por ir separados en el avión por una cortinilla ridícula.

Negativa: cuando la editorial te paga el billete en preferente y agachas la cabeza porque te sientes juzgado por el resto de la tripulación.

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David Uclés
30 - 07 - 2025 / Barcelona / serie Odio el verano - David Uclés - #4 la ciudad - persianas cerradas por calor - siesta - / Foto: Llibert Teixidó

Negativa y absurda: que me hagan quitarme la boina en el control de acceso. ¿Qué se creen, que me cabe una bomba entre la cabeza y el gorro?

La más negativa de todas: que te hagan tirar el agua, ¡con la sequía que tenemos! Supongo que es por lo de los explosivos y tal, pero quién sabe si detrás de esta decisión no están Fonbella, Vezoya o Acuarel —los escribí con faltas para que no me denuncien.

Y, para terminar, una experiencia/anécdota muy divertida, al menos en mi recuerdo. La narraré en presente, para hacerla más tangible: mi amigo Juanito y yo volvemos de Renania a Málaga. Nos mudamos después de un año en el extranjero con una beca Orgasmus. Para no facturar más maletas, y pese a ser agosto, nos hemos puesto toda la ropa de invierno encima y dos abrigos cada uno. El mío protege contra la nieve y voy asado y con muchos picores. Juanito lleva una gabardina y, como mide uno noventa, parece el inspector Gadget. Dos andaluces siberianos. Juanito, muy listo él, ha escondido en el gorro de su gabardina un despertador de medio metro de largo que también es radio. Y ocurre lo que estaba de Dios que ocurriera: se olvida de que lleva la radio y se agacha a recoger del suelo la sudadera que llevaba atada a la cintura, y claro, el despertador sale disparado y casi hace un boquete en el suelo delante de los pies de la trabajadora aérea, cuya cara era un poema de Schiller. Y yo, mientras, pensando en cosas tristes para no reírme más, porque si me río mucho me da asma y con el calor que tengo con las siete mangas que llevo encima…

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David Uclés
Dos jóvenes pasean por un camping

Recuerdo que, aquella vez, el karma me castigó, porque al llegar al control, la trabajadora me dijo que mi equipaje sobrepasaba el peso. Saqué las únicas dos cosas de las que podría prescindir. Y no os miento cuando os digo que eran dos libros, uno de Goethe y otro de Schiller. Y como me daba pena decantarme por uno y hacerle el feo al otro, terminé dejando los dos en tierra. Así de sensible soy. ¡Que vuestras experiencias sean mucho mejores!

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