La pobre Bella está encerrada en el castillo de Bestia, un príncipe al que la hechicera ha convertido en un monstruo para castigarlo por su vanidad y su soberbia. Bella es buena y noble y, lejos de huir de Bestia, se acerca a él para enamorarlo y salvarlo así de la maldición.
Babi es una chica de clase alta, estudiosa y encantadora que, por esas cosas de la vida, cae en las redes de H, un guaperas con el físico de Mario Casas, que la lleva por el mal camino. H obliga a Babi a correr en las carreras ilegales de motos en Tres metros sobre el cielo. Al igual que Danny implicaba a Sandy en las peligrosas competiciones nocturnas de coches en Grease .
“Un preso puede ser un novio ideal para una mujer con baja autoestima porque no saldrá con otras chicas”
Varias generaciones de mujeres, por no decir todas, han crecido con la idea de que el chico malo es el que mola y que puede redimirse gracias al amor, los cuidados y el cariño de una mujer. La abogada y criminóloga Carlota Elías Muñárriz estudió para su trabajo de fin de grado una muestra de 128 mujeres barcelonesas de entre 18 y 25 años y descubrió algo aterrador: muchas de esas chicas “sienten atracción por hombres que se conducen de forma violenta”.
La mayoría de las veces las cosas se quedan ahí, en la juventud, y esas mujeres entablan relaciones duraderas con hombres normales, por decirlo de alguna manera. Pero no siempre. Algunas señoras adultas mantienen la atracción por los chicos malos hasta el punto de llegar a enamorarse de asesinos o violadores. Esa atracción es una parafilia y tiene un nombre: hibristofilia.

La criminóloga Carlota Elías 
Elías ha llevado su trabajo más allá y ha analizado las causas que conducen a algunas mujeres a sentir amor y pasión por criminales en Hibristofilia. Un cuento de (encerr)hadas (Bosch Editor), un libro que acaba de salir al mercado. “Las mujeres aprenden desde pequeñas a cuidar y a ser madres y muchas veces trasladan esa necesidad de atender y proteger a la pareja”, explica.
Y agrega que “a un hombre que está en la cárcel por un delito grave se le suele estigmatizar, se le ve como alguien peligroso, pero una mujer hibristofílica puede sentir empatía hacia él, compadecerse de su posible pasado trágico y pensar que puede salvarlo”.

Bernat-N Tiffon, psicólogo forense
Ese es un primer motivo que ha llevado a cientos de mujeres a escribir cartas declarando su amor a asesinos tan despiadados como Ted Bundy, que en los años 70 violó y mató a una treintena de mujeres en Estados Unidos; Charles Manson, el líder de la secta que asesinó a Sharon Tate; los hermanos Menéndez, que ejecutaron a sus padres, o Miguel Carcaño, que acabó con la vida de Marta del Castillo.
El doctor Bernat-N Tiffon, psicólogo forense, ha visto en primera persona algunos de estos casos de hibristofilia, que también se conoce con el Síndrome de Bonnie & Clyde en referencia a la pareja de ladrones de bancos y asesinos que dejó un reguero de sangre tras de sí en Estados Unidos durante la Gran Depresión.
“Uno de estos casos es el de Andrés Rabadán, conocido como el asesino de la ballesta, que mató a su padre con tres flechazos. Fue considerado inimputable por eso homicidio, pero ingresó en prisión por haber provocado el descarrilamiento de tres trenes. Allí estuvo en el módulo de psiquiatría. Una de las enfermeras se enamoró de él. Se casaron y tuvieron descendencia. Tras salir de prisión, se separaron y Rabadán encontró otra pareja”, relata Tiffon, quien también recuerda el caso “de una abogada que entabló una relación, que perdura tras la liberación, con un preso peligroso”.
¿Qué pasa con los hombres?
“La hibristofilia (Síndrome de Bonnie & Clyde) se describe como una parafilia en la que la tendencia afectiva y emocional así como la excitación sexual y la obtención del orgasmo se producen como respuesta a mantener una relación con una persona que ha cometido una fatalidad, un engaño, mentira, infidelidades conocidas o crímenes como violaciones, asesinatos o robo a mano armada”. Los estudios realizados sobre la hibristofilia solo describen casos de mujeres. ¿Qué pasa con los hombres? ¿Se enamoran ellos también de señoras delincuentes? “Puede haber algún caso de un hombre hibristofílico, pero es menos común porque uno de los motivos que conducen a esta parafilia es la necesidad de cuidar o salvar al criminal y esas emociones son, por lo general, femeninas. Los varones se mueven principalmente por la atracción sexual. Las mujeres tienen un nivel emocional más elevado que el de los hombres, que son más básicos. Esa puede ser una de las causas por las que la comunidad científica no ha registrado casos de hibristofilia masculinos”, señala Tiffon. Además, el psicólogo forense apunta otro motivo que puede llevar, tanto a hombres como a mujeres, a entablar una relación con un criminal: la obtención de fama.
A la necesidad de cuidar se suman otros factores que generan la hibristofilia como la baja autoestima de las mujeres que la padecen. “Eso implica que muchas veces busquen a un hombre que esté peor que ellas para sentirse superiores y también para saberse elegidas, para ser especiales para alguien, aunque sea un terrible criminal”, añade Elías.
Además, para una mujer con baja autoestima mantener una relación con un hombre que está encerrado tiene otra ventaja, la seguridad: “Un preso puede ser un novio ideal en estas circunstancias porque no se va a comunicar con otras chicas, no va a salir de juerga y va a estar controlado por una institución, lo que además supone una protección añadida, pues aunque sea un criminal no puede hacer ningún daño físico a su novia desde su celda”, concluye la criminóloga.